viernes, 24 de marzo de 2017

José María Izquierdo. Hasta siempre.


A José María Izquierdo Benavides le conocí en el Colegio S. Sebastián. Era unos meses mayor que yo y estaba en un curso posterior. Más tarde coincidimos en el grupo cultural Vientos del Pueblo. Era en nuestra época de jóvenes, en la Transición democrática, con ganas de hacer muchas cosas. Una anécdota que recuerdo de aquellos tiempos y que define su carácter fue la que aconteció cuando conseguimos que un grupo teatral de Córdoba viniese a Palma a representar su obra. La condición que pusieron era que debíamos trasladar todo su equipo (decorados, luces, sonido, etc.) por nuestra cuenta. En una reunión, de aquellas que hacíamos los de la comisión de teatro de la asociación en la parroquia de la Asunción, se debatió el asunto, pensando en la manera de hacer el traslado. José María se lanzó a la piscina: “Yo me busco un tractor y un remolque y me traigo todo.” “¿En un tractor? Tendrás que hacer noche en Almodóvar”, comentó alguien. Nos reímos todos. Tenía ocurrencias por el estilo. 

Con el que conocíamos como “Lister”, un viejo luchador obrero palmeño (que murió cuando el golpe de estado de Tejero, del susto), componía la agrupación local del PCOE (Partido Comunista Obrero Español), formado, como una escisión del PCE, por el viejo dirigente y militar republicano Enrique Lister (de ahí el apodo de su compañero). Eran pocos, pero activos, aunque su presencia duraría poco tiempo.

Más tarde José María se haría ácrata, siempre combativo, hizo muchas pintadas en el pueblo y con eso se creía que iba a hacer la revolución con unos pocos amigos. También fue republicano (me regaló un pin con la bandera tricolor, que he lucido muchas veces en los “catorce de abril”). Otras veces se replegaba, llegando a dejarme sorprendido una vez en el Pub Lord Byron cuando me contó que los de izquierdas estábamos equivocados, que el capitalismo tenía razón y era el mejor sistema. Lo tomé como una de sus locuras. Pues así lo consideraban muchos, un loco. Eso sí, vivió como le dio la gana.

Se casó y tuvo hijos, pero se separó para vivir como un hippy. Así se definía, como hippy. Cambiaba de ideología, pero siempre fiel a esa forma de vida, según sus propias palabras. Siempre enrollado en proyectos musicales y contra-culturales (conciertos, grupos, fanzines...). Fue uno de los fundadores de MUENMO (Músicos en movimiento), creadores del festival de música alternativa Palmitosónico, que se empezó celebrando en Los Cabezos. Música de minorías, pero activa, siempre a la última (puk, hip hop, heavy...). 

Recuerdo sus polémicas contra el ayuntamiento, especialmente con la policía municipal, blanco de sus más agrias críticas (“los munipas”). Tenía unos coches que usaba para componer o reparar su propio vehículo, dejando en la calle los restos. Como era lógico, algunos se los llevó la grúa, por estar aparcados más de la cuenta en el mismo sitio, presumiéndose su abandono por su estado. Y encima no pagaba el impuesto de vehículos, con lo que las deudas con la hacienda local no paraban de crecer. Más de una vez se acercó a mi despacho de teniente de alcalde buscando una solución, siempre demasiado tarde, pues la deuda iba creciendo, y con ella los embargos. No recuerdo si llegó a solucionar estos entuertos, pues se rebelaba contra toda norma que no le gustase. Se fue a Córdoba a vivir un tiempo, y allí conoció a una prima mía, de la que me habló más de una vez al coincidir en clases de baile. Me dejó sorprendido una vez más (¿José María recibiendo clases de baile de salón?)

Tuvo un tumor cerebral de joven. Lo veíamos pasear con la cabeza vendada, como abstraído, unas veces, y otras, con comportamiento perturbado. Corrió el rumor de que se inventó la locura que le achacaban para librarse del servicio militar. Tuvo más tarde más problemas de salud. Lo último que supe de él es que, tras volver de Córdoba, muy enfermo, su hija intentó buscarle una ayuda a domicilio, porque estaba muy desequilibrado. Hasta hoy no he sabido nada más, solo su fallecimiento.

Coincidimos y discrepamos muchas veces. Pero siempre conservamos la amistad de años, desde aquellos tiempos de lucha y juventud. Tal vez hoy sienta algo de nostalgia por aquellos tiempos que compartimos, de ilusiones, ingenuos, combativos, al haberme enterado de que nos ha dejado. Tiempos y actitudes que él siguió viviendo a su manera, y, tal vez, por ello, por no aceptar las reglas, terminó apartándole de los demás, aunque siempre conservase el afecto un grupo de quienes compartieron con él momentos inolvidables. Tomo prestada del Facebook de Juan Carlos Quesada, Tito, uno de sus compañeros de correrías musicales, una foto para recordarlo. Descanse en paz.

jueves, 23 de marzo de 2017

Una foto con historia, e importante para el progreso de Palma del Río


En la fotografía, cedida por Salvador Caamaño Rodríguez, vemos a Manuel Rodríguez Riesgo, con su gran familia. Una foto del siglo XIX, cargada de historia. Manuel Rodríguez era veterinario, y originario de la provincia de Sevilla. Fue alcalde de Palma del Río. Durante su mandato se construyó el trazado de la línea de ferrocarril entre Córdoba y Sevilla, que autorizó la reina Isabel II, monarca que vino a Palma, a inaugurar el puente que atravesaba el río Guadalquivir, y que se construyó para permitir el acceso al ferrocarril, comunicándolo con Écija, ya que la vía no pasaba por esta ciudad, como se pensó en un principio. Un puente de madera que destrozó una crecida del río en enero de 1867, y que fue sustituido por el puente de hierro, que todos conocemos, obra de la Sociedad Cail de París, que se terminó en 1885, donde trabajaron palmeños de adopción, como Mariano Castiñeira, del que hablamos hace algún tiempo, en relación a una curiosa colección de postales antiguas. En ese año tuvo lugar su inauguración, siendo regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII, que tres años más tarde, en enero de 1888, concedió a Palma del Río el título de "ciudad".

De aquel día en que la reina Isabel II estuvo en Palma, un cronista contó: “En Palma del Río nos recibe el vecindario entero en unión de muchos ecijanos, cuyas autoridades unidas a la de la villa saludaron a Sus Majestades. Una bonita tienda de campaña se levanta junto a la estación muy engalanada y en la misma vía se abre un colosal arco de follaje que llama la atención por sus gigantescas proporciones y lo elegante de sus formas (...). Los palmeños están locos de alegría; sus hijos agitan los pañuelos saludando a la Reina, que desde el vagón real les contesta; los hombres se acercan a los coches y ofrecen dulces y refrescos. Al mismo tiempo se inaugura el puente que, sobre el Guadalquivir allí inmediato, construye la línea férrea, que tanto ha de contribuir al fomento de Écija, Palma y localidades adyacentes. El puente está unido a la estación por una fila de jóvenes naranjos entremezclados con banderas nacionales y en su trayecto y lado opuesto decoración de follaje con escudos y trofeos." (De un artículo de Rafael Nieto Medina).

Siendo, por tanto, alcalde Manuel Rodríguez Riesgo, visitó Isabel II nuestra ciudad, y se puso en marcha el trazado de la línea férrea que une Córdoba con Sevilla, algo que supuso entonces una importante ventaja para los palmeños, al tener una rápida comunicación con las dos capitales andaluzas, posibilitando su progeso. Uno de sus hijos, concretamente el que aparece de pie a la derecha de la imagen, fue Rafael Rodríguez Díaz, el abuelo materno de Salvador, conocido como "el cojo Altomira", sobrenombre muy popular en Palma del Río. Una foto curiosa y repleta de significado pues.

viernes, 17 de marzo de 2017

Rosalía & Raül Refree, joven flamenco de hoy


¿Es flamenco? ¿Es pop? No sé. Hermoso sí. Y arriesgado. Me gusta la música valiente. Les vi en el programa de Andreu Buenafuente, Late Motiv, y me quedé "prendao". Disfruten de Catalina, del álbum "Los Ángeles", de Rosalía & Raül Refree. 

Ponme la mano aquí 
que la tienes fría.
Ponme la mano aquí
Catalina mía.

Mira que me vi'á morir.

jueves, 16 de marzo de 2017

Radares y multas


Los radares son un medio para detectar excesos de velocidad en nuestras carreteras, y para probar la infracción que será sancionada con la multa correspondiente, con la medición y la foto que realizan. En estos días se está comentando que uno de esos dispositivos que más infractores ha "cazado" (de lo que se ha derivado un número importante de multas) está en Córdoba. Concretamente en la conocida Cuesta del Espino, en la autovía de Andalucía, una zona de curvas y cuestas, donde hay tres radares fijos instalados. El que más "más multas pone" es el del kilómetro 417 de la autovía, dirección Córdoba, que el año pasado registró con su cámara 80.582 infracciones sancionadas con multa. Una de esas fue para mí, concretamente en diciembre del pasado año, cuando me dirigía a Córdoba. 

Está situado este radar a poco antes de entrar en una cuesta abajo, con una primera curva pronunciada, con la señal de limitación a 80 km/hora cerca de la curva. Vas a 120 y de golpe tienes que frenar y ponerte a 80. Eso me pasó a mí, que estaba frenando, cuesta abajo, y "me pillaron" a 103 km/hora, como se ve en la foto del radar, donde se aprecia claramente la luz de frenado. Si circulas por allí habitualmente seguro que levantas el pie del acelerador cuando te vayas acercando (aunque todavía no veas la señal), pero si no eres un fijo de esa autovía, puede pasar como me pasó a mí, que, aunque frenes, el radar te pille sin ir todavía a 80. Y foto que te cae, que unos días más tarde te notificarán con el inicio del expediente sancionador.

Esa autovía se construyó para la Expo 92 y se desecharon otras alternativas por aquel tramo, por las prisas y los costes. Es una zona con frecuentes accidentes de tráfico, por lo que está justificada la limitación de velocidad. La solución no es esa, sin embargo. Se debería ejecutar otro trazado para salvar ese desnivel entre terrazas fluviales que no presentase esas curvas y cuestas tan peligrosas, y que tanto dinero cuesta al conductor, a bases de tantas multas, como para ostentar ese nefasto récord sancionador. Los gobiernos pasan (del PSOE y del PP, la autovía es del Estado, no de la "pérfida recaudadora" Junta de Andalucía) y no se acomete la necesaria reforma. En fin, que me temo que tendremos que seguir pagando multas para paliar el déficit y la deuda pública. O tener buena memoria y levantar el pie antes de que estemos cerca de la dichosa señal y el aparatito. Al menos, tras el disgusto de la multa, eso seguro que me pasa a mí.

sábado, 11 de marzo de 2017

El 11M y la islamobofia


Se cumplen hoy 13 años del atentado terrorista del 11M, el más grave de la historia de España. Un momento para recordar a las víctimas de aquella masacre perpetrada por terroristas islamistas, que quisieron responder así a la participación de España en la guerra de Irak, de la mano de José María Aznar. Aunque haya todavía quien sostenga el embuste que propagó el entonces ministro del interior, Ángel Acebes, de que había sido ETA la autora, teniendo ya pruebas de que los tiros iban por otro sitio. Recordemos que estábamos en campaña electoral y al PP no le interesaba aparecer ni indirectamente como responsable de algo que les relacionase con los islamistas. Por eso el ministro llegó a tachar de "miserablesa quienes ya preguntaban sobre las nuevas líneas de investigación que apuntaban a colaboradores del Al Qaeda. Pero fue la presión ciudadana la que obligó al gobierno a decir la verdad, antes de que se fuese a las urnas, con lo que el PP sufrió el castigo electoral con la victoria de Zapatero.

Trece años después, con juicios que han aclarado la verdad, algunos siguen envenenando el ambiente. Trece años después, con tantos atentados, estragos, asesinatos y atrocidades cometidas por integristas islamistas, los que defendieron las mentiras del 11M siguen en su campaña de intoxicación. Esta vez uno de los medios, junto con el diario El Mundo, que alentaron la mentira de ETA y la posterior duda sobre la autoría de los atentado, Libertad Digital, ha hecho un gran descubrimiento: los que acusaron a los islamistas del atentado son islamófobos, tienen fobia al islam. ¡Toma ya! Se basan en un vídeo que ha realizado un francés, que se proclama de izquierdas, donde sostiene que la condena de entonces fue por esos motivos. El documental, que está pasando por internet sin pena ni gloria, copia las patrañas de ese medio de comunicación (entre cuyo accionariado se encuentra el PP, gracias a la compra de acciones que hizo Luis Bárcenas) para poner en duda la autoría islamista y termina acusando de islamofobia a la justicia española. Y ahora, los que acusan permanentemente a la izquierda española de pro-islamista, por anti-cristiana, y de anti-israelí y anti-sionista, resulta que invierten el insulto y le llaman islamófoba. Casi nada. Y la pirueta mental la proclaman a los cuatro vientos sin complejo de ningún tipo. O sea, que los "rojos" (como dicen ellos) somos a la vez partidarios y detractores del islam. Y se quedan tan tranquilos. Da igual, lo que importa es seguir sembrando cizaña, defendiendo los embustes de aquel día y los posteriores, y... "leña al mono que es de goma"... a difundir esas patrañas que "nos reportan tantos dividendos". 

En fin, dan asco. Y no merecen ni un minuto más. Los que sí se merecen unas palabras de recuerdo son aquellas víctimas de entonces, sus familiares, y todo el pueblo español, que tanto sufrimiento ha tenido con el terrorismo.

sábado, 4 de marzo de 2017

El blues del autobús (a propósito de los ultras y las drag queens)


Había una serie policial de televisión de los años ochenta que se llamaba Canción triste de Hill Steet. Así la llamaron en España, pues su nombre original era Hill Street Blues. Parecía que los programadores de televisión consideraban que no sabíamos qué era un blues, y prefirieron cambiar el nombre por "canción triste", para aclararnos ciertas cosas. En sus orígenes, el blues pudo tener una nota triste, es verdad, pero como género musical también nos ha ofrecido temas de lo más alegre. Viene esto a cuento por otro título, en este caso, el que tomo para la entrada, uno de una canción de Miguel Ríos, "El blues del autobús". Es éste un tema ciertamente melancólico, que nos cuenta las idas y venidas por la carretera del cantante y sus acompañantes, en esas enormes giras que nos acostumbró durante unos cuantos años de éxitos en su discografía y sobre los escenarios de todo el país. ¿Por qué este título prestado? Por la polémica de esta semana del autobús de la organización ultra Hazte Oír. Una triste polémica, a mi juicio. Me explico.

El mensaje del autobús es ciertamente tendencioso y pretende hacer un ataque a quienes piensan que los seres humanos pueden cambiar de género voluntariamente, con libertad. No es sorprendente, pues esta organización ultra defiende postulados que se inspiran en la doctrina de la Iglesia Católica, que pretenden mostrarnos como antinaturales y contrarios a los designios divinos, determinados comportamientos, como el divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la homosexualidad en sí misma, el aborto y, en este caso, la transexualidad . No admiten la distinción entre sexo (la condición sexual biológica de cada ser humano) y género (el estatus cultural y social del que se derivan ciertos comportamientos). Incluso hacen campaña, como otros componentes de la Iglesia (especialmente la jerarquía católica), contra la llamada "ideología de género", a la que consideran un factor de corrupción y de destrucción de la humanidad. Tras ello se esconde el rechazo tradicional a la igualdad entre hombres y mujeres. Y a la libertad. Ni que decir tiene que no comparto estas tesis (como se puede comprobar en diferentes entradas de este blog, desde hace años). Pero lo que me entristece (de ahí el título de la entrada) es la campaña iniciada por algunos para prohibir estos mensajes, e, incluso, para condenar penalmente su difusión, lo que ha dado lugar a la inmovilización del autobús propagandístico. Algo que considero una censura. El manifestarse en contra, ya sea en serio o en broma (como las muchas parodias que están triunfando en internet, algunas geniales), es lo que procede, si se discrepa, pero no la represión.

Hay que partir del hecho de que, no hace mucho tiempo, una campaña de visibilización de los transexuales, especialmente los infantes, y de apoyo a ese colectivo, se ha visto en numerosas ciudades de España. Los ultras de Hazte Oír protestaron, pero, afortunadamente, ningún juez o fiscal, prohibió la campaña, para disgusto de esta organización. Parece que lo del autobús es una respuesta a aquella campaña. A mi modo de ver, permisible, pues entra dentro de la libertad de expresión. Como la campaña en favor de la transexualidad. Pero alguien ha decidido convertir en mártires a los ultras del autobús, me temo, con esta censura.


En estos días de carnaval, también nos hemos enterado de la noticia de que una drag queen disfrazada de Virgen, y de Jesucristo también, se alzó con el premio del Concurso del carnaval de Canarias. La polémica ha surgido con ello. La jerarquía católica y diversos medios conservadores han levantado su voz contra esos disfraces, haciendo en algunos casos referencia al Código Penal, que considera delito la ofensa a los sentimientos religiosos. Otra vez otro intento de censura. En carnaval es normal la crítica a los poderosos, entre los que siempre (repito, siempre) se ha incluido a la jerarquía católica, desde un simple cura al mismísimo Papa. Lo normal es la transgresión; es su propio origen, como forma de dar rienda suelta a todo tipo de pasiones, entre las que se encuentran las formas de desahogo contra el poder y los dogmas establecidos, pues después se entra en la Cuaresma, y el recogimiento y la tristeza por la muerte de Jesús de Nazaret, incluso se volvieron obligatorios en nuestro país, sobre todo durante el régimen anterior, confesionalmente católico, como bien sabemos.

El carnaval es otro momento, donde la libertad de expresión (siempre vigente, por cierto) se hace más patente. De ahí que ese intento de censura, con la amenaza del código penal en la mano, sea del todo punto contraproducente, incluso anticonstitucional.

Y esto es lo que me parece triste. El blues del autobús y el blues de la drag queen. Tanto hacer uso del código penal y los tribunales para coartar la libertad de expresión es un despropósito. Venga de donde venga. Se decía hace tiempo que en España vamos siempre detrás de un cura, ya sea con un cirio o con un garrote. La jerarquía católica siempre está condicionándonos, directamente o a través de organizaciones amparadas por ellos, como la del famoso autobús. No se puede criminalizar tanto comportamiento. Siempre va a haber alguien que cuente un "chiste de maricones". Y en cualquier barra de bar podemos encontrar a alguien que se "cague en Dios, la Virgen y en los Apóstoles" porque su equipo haya perdido el partido de fútbol de la jornada. Será de muy mal gusto, si quieren, pero esas expresiones entran dentro de la libertad de expresión, y considerarles unos delincuentes y querer meter en la cárcel a quienes las profieran es una exageración intolerable. Ya está bien de tanta censura. Los "delitos de opinión" son propios de las dictaduras, la opinión es libre y su difusión un derecho. Quien se sienta ofendido por ese tipo de manifestaciones, tiene derecho también a contestar, a hacer públicas sus ideas, opiniones y creencias, no a censurar las de las demás. Debemos recobrar la sensatez, de una vez. Para vivir en un país sin tristeza es necesario que los extremistas, de uno u otro signo, no nos impongan sus dogmas.