Ya me he pronunciado de algunos aspectos inoportunos de esta ley.
Esta petición de voladura me parece, además de inoportuna, una soberana
barbaridad. No voy a compararla con la voladura de los
budas afganos por parte de los talibán, porque ya lo han hecho otros, con los que no quiero que se me identifique. Pero hay otros argumentos.
Toda manifestación de la inteligencia humana plasmada en la materia tiene dos vertientes. Una puramente material, derivada de su elaboración, los materiales empleados, sus dimensiones, etc. Y otra, subjetiva, teniendo en cuenta su utilidad, si finalidad, las emociones que provoca, los recuerdos que trae a la mente, la sensibilidad que estimula, etc. La técnica y el arte son posibles gracias a esta última característica. Por eso y por su subjetividad, dan lugar a posibles diferentes opiniones o gustos sobre ellas. Sin duda, para los Foros de la Memoria, el Valle de los Caídos "sólo representa la muerte infame y dolorosa que aguarda a los que se rebelan contra el poder". Para otros es algo diferente.
La ley de memoria histórica ordena "la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura." Y, además, dedica un
artículo específico al Valle de los Caídos, el art. 16. ¿Es un objeto de exaltación de la sublevación militar, la guerra civil o la dictadura?. A mi juicio
la misma ley, en el artículo 16 lo niega, al reservar su uso
para "lugar de culto" y "cementerio público", prohibiendo la realización de actos políticos. Puedo entender la subjetividad vivida por los Foros, pero la objetividad consagrada en la ley lo contradice.
Existen además
argumentos históricos. El arte a lo largo de la historia ha ido cambiando en cuanto a gustos, estilos, técnicas y motivos expresados. Puede que no demos valor artístico al monumento del
Valle de Cuelgamuros, pero es innegable el carácter de monumento arquitectónico de carácter histórico ya. Ejemplos de monumentos históricos con origen "poco recomendable" tenemos muchos.
Las
pirámides de Egipto son monumentos funerarios que expresan la egolatría de los faraones que ordenaron su construcción. Soberanos tiránicos y autócratas que emplearon miles de obreros, tal vez muchos a la fuerza, esclavizados, durante los muchos años que duraron las respectivas edificaciones. Ejemplo de soberbia, que ha dado lugar al calificativo de
faraónico para calificar lo grandioso y fastuoso (lujoso, excesivo, no necesario). ¿Las derribamos por su oscuro y tenebroso fin y pasado?
El
coliseo romano, donde murieron innumerables personas (gladiadores) y animales, en múltiples luchas organizadas para diversión de los 50.000 asistentes de sus gradas. Fue, supuestamente, también escenario para el
martirio de cristianos durante las persecuciones. Sufrió posteriormente el saqueo para usar sus materiales constructivos, como materia prima para edificar palacios y templos. Sin embargo se mantiene en pie, protegido como monumento único.
El
Arco de Tito Vespasiano, situado junto al Foro Romano, levantado para celebrar la pacificación de Palestina, tras la definitiva derrota de los insurgentes y mesías judíos. Tiene una decoración consistente en relieves donde los legionarios romanos portan la
menorah o candelabro de siete brazos, robada del templo de Jerusalem como trofeo de guerra. Hoy día sería considerado una exaltación del
antisemitismo, de mala memoria tras la segunda guerra mundial y la matanza masiva de judíos en los campos de exterminio nazi. A nadie se le ocurre derribar este portentoso arco triunfal.
Y para finalizar (pues pueden ponerse muchos más ejemplos, como para llenar libros enteros) otro ejemplo de arco triunfal. El
Arco de Triunfo de París. Levantado por Napoleón, general francés de origen corso, que asoló Europa, para crear un imperio, supuestamente influenciado por los principios de la Revolución francesa, de libertad, igualdad y fraternidad, pero impuestos por la fuerza de las armas. Sigue en pie, a pesar de la violenta destitución del emperador, ocupando un lugar esencial del centro parisino. Como siguen en pie la
Muralla china o la
Ciudad prohibida, a pesar del fanatismo desatado en la mal llamada Revolución cultural
maoísta, por ejemplo.
Los motivos y sensaciones, como digo, son siempre subjetivos. Creo que no debemos sentirnos tentados a destruir todos los vestigios de nuestro pasado, por oprobiosos que nos parezcan. Volar la cruz del Valle de los Caídos, repito, es una barbaridad, similar a otras que se han hecho por venganzas también reprobables. Y, además, también servirá su presencia para recordar a algunos la vergonzosa
complicidad de la
Iglesia española con la Dictadura de Franco. No está nada mal que ese recuerdo siga ahí, para que rectifiquen de una vez y se haga efectiva de verdad una
reconciliación entre todos los españoles.