En este mes de febrero que ahora terminamos se cumple el vigésimo aniversario del fallecimiento de mi padre. José Domínguez Godoy nació en Palma del Río el 11 de diciembre de 1908 y falleció en Córdoba el día 8 de febrero de 1989. Estuvo casado en segundas nupcias con Carmen Peso Nieto mi madre, que falleció el 12 de octubre de 2000. Anteriormente estuvo casado con Soledad López Cabrera, con la que tuvo 3 hijos, Soledad, José y María del Carmen, la primera muerta en Argentina en octubre de 1992.
Siendo joven marchó a Sevilla, donde desempeñó diversas labores con las que ganarse la vida y pagar sus estudios. Obtuvo el Título de Practicante, otorgado por el Rey Alfonso XIII, y autorizado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, por sus estudios en la Universidad de Sevilla, a los 21 años, con fecha de 8 de octubre de 1930.
Realizó el servicio militar en el reemplazo de 1929, de la caja de recluta de Sevilla (concentración en abril de 1930), y con destino en Granada, donde se licencia en abril de 1931.
Sintió verdadera alergia a la política desde que, asistiendo a un mitin durante la República, un ladrillo voló sobre su cabeza, lanzado por un asistente contrario al orador, probablemente conservador o falangista, ideologías con las que se identificaba la clase media, a la que pertenecía en la sociedad palmeña. Prestó sus servicios en el Cuerpo de Sanidad Militar, durante la guerra civil, en el bando nacional, volviendo a Palma el 13 de mayo de 1939, desde Sevilla.
En el Pleno del ayuntamiento de Palma del Río de 12 de mayo de 1931 se acordó concederle el puesto de practicante interino, de acuerdo con su solicitud, “toda vez que el solicitante tiene título de aptitud para practicar dicha profesión y que se forme el correspondiente expediente para proveer dicho cargo en propiedad”, cosa que ocurre en 1932.
El 24 de noviembre de 1948 le fue concedida la situación de excedencia voluntaria en su plaza de Practicante de Asistencia Pública Domiciliaria y le admiten su reincorporación al servicio activo, con nombramiento en propiedad de la plaza del distrito 1 de Palma del Río, el 29 de marzo de 1950. En este puesto ejerció las labores de practicante titular del ayuntamiento, siendo la beneficencia municipal (servicio que hacía las veces de la asistencia social o los servicios sociales actuales, en atención a la salud, antes de su integración en el Servicio Nacional de Salud, ya en tiempos de Felipe González) uno de sus principales centros de trabajo, estando por tanto al servicio de la asistencia gratuita de las personas que formaban parte del padrón benéfico municipal (clases menesterosas y familias consideradas pobres de solemnidad, en aquellos tiempos, muy numerosas). El hospital de San Sebastián fue lugar habitual de trabajo.
También realizó labores (poner inyecciones, extracciones de sangre para análisis clínicos, curas...) en la Farmacia de Chacón, de Sebastián Chacón Díaz (farmacéutico también de la asistencia pública municipal), que pasó a su hija Leocadia Chacón Chacón. La rebotica de este establecimiento, por su situación privilegiada, permitía observar con detenimiento el bullir de la vida en la actual Plaza de España y el Mercado (plaza) de abastos municipal, y era punto de encuentro y tertulia de personalidades locales.
Recuerdo como muchos “clientes” se acercaban a casa, la de la calle José de Mora, número tres, en busca de sus servicios, pues en ella tuvo también consulta o dispensario, no solo para las tareas normales de un diplomado en enfermería actual, sino para otras reservadas hoy a otras profesiones de la salud, pero que en aquellos tiempos (sobre todo los de posguerra) de penuria debía (y podía) realizar un practicante: hizo labores de dentista, traumatólogo, ...Cada dos por tres, fuera mañana, tarde (en esas siestas que religiosamente practicaba) o noche tenía que salir en su vieja, pero bien cuidada bicicleta, a hacer algún aviso que no podía esperar en casa de un enfermo o accidentado. Y, como me contó mi hermano el médico, “muchos médicos vinieron a casa a pedir auxilio ante un accidentado, un quemado, una mastitis o unos golondrinos, que ninguno era capaz de hacer y mucho menos con los conocimientos, la destreza y los buenos resultados. En Palma no ha habido ningún responsable en la salud del pueblo, que tanto ayudó, orientó o resolvió con tanta sabiduría y criterio clínico como él.” Doy fe de ello, pues muchas veces también tuvo que curar a mi hermano Roberto y a mí, tras los percances lógicos por la edad, que tuvimos en nuestros juegos. El más llamativo, cuando me partí los dos huesos del brazo izquierdo al tropezar con el “tacataca” de mi sobrino Pepe, y él lo recompuso y vendó con tal rapidez y presteza que los médicos del hospital, al día siguiente, cuando me escayolaron se quedaron admirados, no quedándome defectos por ello.
Obtuvo la Jubilación por imposibilidad física, con cese “en su cargo de Practicante titular de Palma al finalizar el día 30 del corriente mes de Junio”, de 1968. La pensión de invalidez (2500 pesetas) era tan baja que continuó ejerciendo por libre para poder mantener a la familia. No obstante, a todos nos dio estudios, ahorrando, trabajando como un negro, administrando. Los sueldos municipales que ingresó también eran una miseria (la corrupción institucionalizada les permitía enriquecerse a los funcionarios y mandamases que la practicaban) y por tanto tampoco se hizo rico, con algún desahogo sí, pero no para derrochar. De hecho, la virtud del ahorro y el negarse al endeudamiento eran señas de identidad. Por ello había medios, pero no ostentación. Esta situación era otro de los motivos por los que detestaba la política. No se llevó bien con los prebostes del régimen, con lo que se ganó enemistades y posibilidades de "progresar", pero es que no le interesó la política y veía en ella algo sucio, muy propio del pensamiento conservador que tenía (aunque los ejemplos que conoció en su relación con el régimen, le reafirmó en su idea). Se mantuvo dentro de la ley y las mas estrictas normas, no aguantando a los pelotas ni a los cuentistas. Llegando a discutir con cierto alcalde, que ante sus amenazas pretendiendo que participara de una arbitrariedad, llegó a decirle (en aquellos tiempos franquistas) ” YO SERÉ PRACTICANTE DE LA BENEFICENCIA MUNICIPAL MIENTRAS CUMPLA CON LA LEY Y USTED SERÁ ALCALDE HASTA QUE LE PEGUEN UNA PATÁ EN EL CULO” . Decía “ ladran, luego cabalgamos”.
Fue una persona de su tiempo, conservador en lo moral, autoritario y severo (y, al mismo tiempo, divertido y cariñoso con sus seres queridos y amistades), valiente y estudioso al mismo tiempo. Un enamorado de la sanidad, dispuesto a aprender siempre. Católico, aunque heterodoxo en lo religioso. Recuerdo como siendo mi hermano Roberto y yo muy pequeños nos acompañaba a mi madre y a nosotros a misa los domingos, pero poco tiempo después se quedaba en casa, viendo el fútbol. Un día le pregunté por qué no iba a misa y me respondió que a su edad Dios lo tenía ya perdonado y que rezaba a su manera. Lo entendí años después, pues esa era otra característica suya, su aversión al clero, creo como consecuencia de que su hija mayor, Soledad, fuese captada siendo muy joven por la Institución Teresiana. Y se tenía por merecedor del perdón divino tras una vida dedicada a los demás, a la salud de sus vecinos.
Tuvo capacidad de hacerse a si mismo, de ser respetado y querido por el pueblo en tiempos difíciles, por los de dinero y los necesitados, que practicó la caridad con justeza y valoró la dignidad de su trabajo.
También discrepamos (menudo disgusto cuando se enteró, en tiempos todavía de clandestinidad, que yo era un "niñato rojo"), pero me (nos) respetó y me (nos) educó bien, siendo su integridad personal y su independencia, virtudes dignas de admiración.
Pienso que sería obsceno por mi parte encabezar alguna petición de honor o distinción para su persona, siendo yo concejal del ayuntamiento, pero creo que reunió los méritos, más que suficientes, para que muchas de esas personas a las que atendió le hicieran el homenaje que se ganó en vida. Por mi parte, sirva esta defensa de su persona como el tributo que puedo ofrecer para su honra y recuerdo, ahora que se cumplen veinte años de su desaparición.
Siendo joven marchó a Sevilla, donde desempeñó diversas labores con las que ganarse la vida y pagar sus estudios. Obtuvo el Título de Practicante, otorgado por el Rey Alfonso XIII, y autorizado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, por sus estudios en la Universidad de Sevilla, a los 21 años, con fecha de 8 de octubre de 1930.
Realizó el servicio militar en el reemplazo de 1929, de la caja de recluta de Sevilla (concentración en abril de 1930), y con destino en Granada, donde se licencia en abril de 1931.
Sintió verdadera alergia a la política desde que, asistiendo a un mitin durante la República, un ladrillo voló sobre su cabeza, lanzado por un asistente contrario al orador, probablemente conservador o falangista, ideologías con las que se identificaba la clase media, a la que pertenecía en la sociedad palmeña. Prestó sus servicios en el Cuerpo de Sanidad Militar, durante la guerra civil, en el bando nacional, volviendo a Palma el 13 de mayo de 1939, desde Sevilla.
En el Pleno del ayuntamiento de Palma del Río de 12 de mayo de 1931 se acordó concederle el puesto de practicante interino, de acuerdo con su solicitud, “toda vez que el solicitante tiene título de aptitud para practicar dicha profesión y que se forme el correspondiente expediente para proveer dicho cargo en propiedad”, cosa que ocurre en 1932.
El 24 de noviembre de 1948 le fue concedida la situación de excedencia voluntaria en su plaza de Practicante de Asistencia Pública Domiciliaria y le admiten su reincorporación al servicio activo, con nombramiento en propiedad de la plaza del distrito 1 de Palma del Río, el 29 de marzo de 1950. En este puesto ejerció las labores de practicante titular del ayuntamiento, siendo la beneficencia municipal (servicio que hacía las veces de la asistencia social o los servicios sociales actuales, en atención a la salud, antes de su integración en el Servicio Nacional de Salud, ya en tiempos de Felipe González) uno de sus principales centros de trabajo, estando por tanto al servicio de la asistencia gratuita de las personas que formaban parte del padrón benéfico municipal (clases menesterosas y familias consideradas pobres de solemnidad, en aquellos tiempos, muy numerosas). El hospital de San Sebastián fue lugar habitual de trabajo.
También realizó labores (poner inyecciones, extracciones de sangre para análisis clínicos, curas...) en la Farmacia de Chacón, de Sebastián Chacón Díaz (farmacéutico también de la asistencia pública municipal), que pasó a su hija Leocadia Chacón Chacón. La rebotica de este establecimiento, por su situación privilegiada, permitía observar con detenimiento el bullir de la vida en la actual Plaza de España y el Mercado (plaza) de abastos municipal, y era punto de encuentro y tertulia de personalidades locales.
Recuerdo como muchos “clientes” se acercaban a casa, la de la calle José de Mora, número tres, en busca de sus servicios, pues en ella tuvo también consulta o dispensario, no solo para las tareas normales de un diplomado en enfermería actual, sino para otras reservadas hoy a otras profesiones de la salud, pero que en aquellos tiempos (sobre todo los de posguerra) de penuria debía (y podía) realizar un practicante: hizo labores de dentista, traumatólogo, ...Cada dos por tres, fuera mañana, tarde (en esas siestas que religiosamente practicaba) o noche tenía que salir en su vieja, pero bien cuidada bicicleta, a hacer algún aviso que no podía esperar en casa de un enfermo o accidentado. Y, como me contó mi hermano el médico, “muchos médicos vinieron a casa a pedir auxilio ante un accidentado, un quemado, una mastitis o unos golondrinos, que ninguno era capaz de hacer y mucho menos con los conocimientos, la destreza y los buenos resultados. En Palma no ha habido ningún responsable en la salud del pueblo, que tanto ayudó, orientó o resolvió con tanta sabiduría y criterio clínico como él.” Doy fe de ello, pues muchas veces también tuvo que curar a mi hermano Roberto y a mí, tras los percances lógicos por la edad, que tuvimos en nuestros juegos. El más llamativo, cuando me partí los dos huesos del brazo izquierdo al tropezar con el “tacataca” de mi sobrino Pepe, y él lo recompuso y vendó con tal rapidez y presteza que los médicos del hospital, al día siguiente, cuando me escayolaron se quedaron admirados, no quedándome defectos por ello.
Obtuvo la Jubilación por imposibilidad física, con cese “en su cargo de Practicante titular de Palma al finalizar el día 30 del corriente mes de Junio”, de 1968. La pensión de invalidez (2500 pesetas) era tan baja que continuó ejerciendo por libre para poder mantener a la familia. No obstante, a todos nos dio estudios, ahorrando, trabajando como un negro, administrando. Los sueldos municipales que ingresó también eran una miseria (la corrupción institucionalizada les permitía enriquecerse a los funcionarios y mandamases que la practicaban) y por tanto tampoco se hizo rico, con algún desahogo sí, pero no para derrochar. De hecho, la virtud del ahorro y el negarse al endeudamiento eran señas de identidad. Por ello había medios, pero no ostentación. Esta situación era otro de los motivos por los que detestaba la política. No se llevó bien con los prebostes del régimen, con lo que se ganó enemistades y posibilidades de "progresar", pero es que no le interesó la política y veía en ella algo sucio, muy propio del pensamiento conservador que tenía (aunque los ejemplos que conoció en su relación con el régimen, le reafirmó en su idea). Se mantuvo dentro de la ley y las mas estrictas normas, no aguantando a los pelotas ni a los cuentistas. Llegando a discutir con cierto alcalde, que ante sus amenazas pretendiendo que participara de una arbitrariedad, llegó a decirle (en aquellos tiempos franquistas) ” YO SERÉ PRACTICANTE DE LA BENEFICENCIA MUNICIPAL MIENTRAS CUMPLA CON LA LEY Y USTED SERÁ ALCALDE HASTA QUE LE PEGUEN UNA PATÁ EN EL CULO” . Decía “ ladran, luego cabalgamos”.
Fue una persona de su tiempo, conservador en lo moral, autoritario y severo (y, al mismo tiempo, divertido y cariñoso con sus seres queridos y amistades), valiente y estudioso al mismo tiempo. Un enamorado de la sanidad, dispuesto a aprender siempre. Católico, aunque heterodoxo en lo religioso. Recuerdo como siendo mi hermano Roberto y yo muy pequeños nos acompañaba a mi madre y a nosotros a misa los domingos, pero poco tiempo después se quedaba en casa, viendo el fútbol. Un día le pregunté por qué no iba a misa y me respondió que a su edad Dios lo tenía ya perdonado y que rezaba a su manera. Lo entendí años después, pues esa era otra característica suya, su aversión al clero, creo como consecuencia de que su hija mayor, Soledad, fuese captada siendo muy joven por la Institución Teresiana. Y se tenía por merecedor del perdón divino tras una vida dedicada a los demás, a la salud de sus vecinos.
Tuvo capacidad de hacerse a si mismo, de ser respetado y querido por el pueblo en tiempos difíciles, por los de dinero y los necesitados, que practicó la caridad con justeza y valoró la dignidad de su trabajo.
También discrepamos (menudo disgusto cuando se enteró, en tiempos todavía de clandestinidad, que yo era un "niñato rojo"), pero me (nos) respetó y me (nos) educó bien, siendo su integridad personal y su independencia, virtudes dignas de admiración.
Pienso que sería obsceno por mi parte encabezar alguna petición de honor o distinción para su persona, siendo yo concejal del ayuntamiento, pero creo que reunió los méritos, más que suficientes, para que muchas de esas personas a las que atendió le hicieran el homenaje que se ganó en vida. Por mi parte, sirva esta defensa de su persona como el tributo que puedo ofrecer para su honra y recuerdo, ahora que se cumplen veinte años de su desaparición.
12 comentarios:
Chevi me ha emocionado la narración certera, sin apasionamiento, y al mismo tiempo llena de amor y respeto hacia tu padre.Te honra.Enhorabuena. El homenaje al que aludes, que por supuesto se merece y mucho, sólo serían fuegos fatuos. El verdadero homenaje, el importante, el del día a día, el tangible, sois vosotros - Pepe, Roberto y tú- (a tus hermanas no las conozco), los que heredasteis una forma de comportaros, plasmada en una conducta intachable a lo largo de vuestra vida. Un abrazo Óscar
P.D.: En la foto de conjunto reconozco algunos. Sería interesante que anotases fecha, lugar, acto y nombre de aquellos que conozcas.
Enhorabuena
Me he emocionado y he disfrutado con el relato certero, sin apasionamiento, pero lleno de amor y respeto hacia tu padre.El homenaje al que aludes, que por supuesto se merece, sólo serán fuegos fatuos si se lleva a cabo. El verdadero homenaje es el que él mismo se dio con su conducta y su trabajo diario y el legado que dejó en vosotros, sus hijos -Pepe, Roberto y tú(a tus hermanas no las conozco)-, de honestidad,de entrega y trabajo hacia los demás.
Enhorabuena por la vindicación de tu padre.
Nota: En la foto de grupo deberías poner un pie con la fecha, lugar y acto y los nombres que conozcas.
Un abrazo O.M.P.
Muchas gracias por tus palabras, Óscar. Esto era como una deuda que uno debe pagar alguna vez en la vida, y que se tiene con tus progenitores. Cuando se es más joven parece más difícil solventarla, pero la serenidad que da la edad, lo hace posible, y necesario. Sobre todo cuando veo como se recogen firmas para cambiar el nombre a una calle, por ejemplo, que ya es historia de siglos, sin mediar una labor más importante del nuevo nominado que respecto al anterior. Me refiero al caso del cambio de la calle Santo Domingo (conocida así desde la erección del convento) por el de Madre Carmen. O en las peticiones de honores a futbolistas, toreros, etc, por supuesto muy dignas y merecidas (seguro), pero creo que nada comparables con los profesionales de la salud, o de la educación por ejemplo, que tanto ayudaron al bienestar de sus conciudadanos en momentos muy difíciles de nuestra historia.
Enhorabuena Chevy. Gran entrada. Pienso que todos los que trabajaron en el Hospital de San Sebastián en aquella época, con las penurias y pocos recursos que existían, merecen un homenaje.
Saludos
Gracias Rafa. Yo también estoy de acuerdo con eso. Saludos y buen finde.
Elegante y ejemplar manera de honrar la memoria de tu padre.
Ese es el verdadero homenaje que se llevan las personas que ya no están.
Unos artículos merecen más comentarios que otros y el mío no quería que faltara en tu blog.
Un saludo admirado y afectuoso.
Jesús
Muchas gracias, Jesús. Un saludo
Buen homenaje el tuyo a un gran hombre y la suerte que tuviste de tenerle cerca :)
Besos, amigo
Muchas gracias, DianNa. Da alegría verte por aquí. Espero que la cosa vaya bien. Un beso para ti y tu niña.
Hola Schevy. Genial la biografia de papá. Asombroso como has conseguido datos que son realmente difíciles de conseguir como fechas concretas, etc.
Es el mejor homenaje que se le ha podido hacer a nuestro padre: el publicar su biografía para rememorar a un hombre de los que hay, y han habido pocos,para que el mundo entero sepa que a veces se pueden encontrar personas íntegras, que han pasado miles de calamidades para poder ayudar a los demás. Recuerdo cosas de su trabajo como cuando una vez tuvo que coserle a un hombre el tendón de aquiles porque se lo había seccionado. Ahora eso se hace en un quirófano con todo el equipamiento y la asepsia del mundo, anestesistas, enfermeras, cirujanos etc. Entonces lo tuvo que hacer el solo con los medios que pudo, y por supesto el hombre quedó perfectamente.
En otra ocasión lo llamaron urgentemente para que fuese a la farmacia donde se encontró con el juez, el médico del pueblo, el farmaceutico y un señor con una oreja que le pendía de un hilo de piel pues se la habian cortado en una reyerta. Por aquella época nuestro padre tenia veintipocos años. Entre el médico y el juez dictaminaron que habia que coserle la oreja y que lo iba a hacer "el niño" como le decían a papá.
Pues como esas muchas anécdotas que se podrían contar de él. Yo, la gran mayoría las conozco porque las habia contado él o nos la habia contado nuestro hermano Pepe, ya que se jubiló cuando yo tenia 8 años, y después de ello su actividad laboral fué distinta.
La idea de poner su nombre a una calle de Palma es excelente. Yo la apoyo firmemente, pues como tu has dicho, su labor por la salud de los palmeños en unos tiempos dificiles, ha sido digna de admiración y de al menos tener una calle. ¿Que menos, no?
Vuelvo a repetir: genial el post.
Saludos para todos de molinero (Roberto).
Hola molinero, gracias por tu valoración. El conseguir los datos no ha sido difícil. Primero porque papá guardaba documentos que me han servido para hacer el guión de la entrada (por suerte son pocos los que se han perdido, seguro que, al habernos mudado de la casa al piso). Alguna cosilla la conseguí de terceros, como la copia del acta de la interinidad, que está en el archivo histórico municipal. Las fotos estaban en el archivo familiar, aunque alguna, como la foto de grupo, no recuerdo como la conseguí (es una copia, creo, de una que tenía Fernando Carrasco; su padre, Rafael) aparece en la primera línea en el suelo, algo a la derecha. Como anécdota, te diré que aparece esta foto entre las que adornan las paredes de La Cervecería).
Hay muchas anécdotas de nuestro padre, pero no podía relatarlas todas en el post (saldría muy extenso, con una vida tan rica en acontecimientos como la suya). Pero sería conveniente anotarlas para que no se olviden. Este blog está sirviendo modestamente para recoger y publicar esta biografía.
Respecto a lo de la calle, ya he expresado mi opinión. No seré yo quien mueva el asunto, por ser concejal que debería votarlo si se presenta al Pleno del ayuntamiento. Pero eso no impide que otros hicieran una labor de recabar apoyos para un reconocimiento público (sea el que sea), sobre todo antes de que desaparezcan las personas que se relacionaron con él y guardan en su memoria el reconocimiento y el agradecimiento a su persona.
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