martes, 18 de diciembre de 2007

WINDHA (UNA HIPERHISTORIA)

3ª Entrega

La causa era que un dulce, mansurrón y distraído pterodáctilo se había posado en una cornisa, no permitiendo que la luz pasase por el rosetón catedralicio que debía iluminar aquella porción de la pasarela misteriosa. Lentamente los rayos pudieron llegar a su destino, después de que el animal emprendiese su vuelo y permitiera que aquellos zigzagueasen evitando los fluidos obstáculos interpuestos necesariamente en su intrépido viajar por la densa, densísima atmósfera que detentaba la nave central del desértico templo. Mostróse, así, sobre el entarimado el precioso objeto deseado. Era una columna jónica completa, con su basa, fuste y capitel adornado con finas volutas. Y sobre ella, la figura, la panacea que aliviaría infinitos, incontables problemas teóricos y prácticos, físicos y espirituales.

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