14ª Entrega
El paralelepipédico atrajo hacia sí a Windha. Para ello no tuvo que hacer gran cosa. Únicamente fue tirando con sus garras del sedal y al poco rato tuvo en sus brazos a la embaucada camarera, la cual se le fue acercando con una danza arábiga al son de los intermitentes tironazos. El anzuelo era de acero inoxidable de primera calidad, no podía fracasar. Acercóle el gato su rostro portando entre los labios un cigarrillo. Windha introdujo su mano derecha por el escote de su uniforme, mientras observaba detenidamente con los ojos entreabiertos el gesto arrogante del rectangular felino, y sacó de aquel un encendedor suaaaaaaavemente, deslizándoselo hasta su cuello y sujetándolo, encendido, con los labios recién humedecidos con unas leves y lujuriosas caricias de su lengua rojiza.
El paralelepipédico atrajo hacia sí a Windha. Para ello no tuvo que hacer gran cosa. Únicamente fue tirando con sus garras del sedal y al poco rato tuvo en sus brazos a la embaucada camarera, la cual se le fue acercando con una danza arábiga al son de los intermitentes tironazos. El anzuelo era de acero inoxidable de primera calidad, no podía fracasar. Acercóle el gato su rostro portando entre los labios un cigarrillo. Windha introdujo su mano derecha por el escote de su uniforme, mientras observaba detenidamente con los ojos entreabiertos el gesto arrogante del rectangular felino, y sacó de aquel un encendedor suaaaaaaavemente, deslizándoselo hasta su cuello y sujetándolo, encendido, con los labios recién humedecidos con unas leves y lujuriosas caricias de su lengua rojiza.
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