“Hace ahora 50 años, un manifiesto fundacional nos inducía a trabajar por la recuperación de la cultura catalana, y desde la dictadura hasta hoy, nuestra propia evolución se ha desarrollado paralelamente a la transformación de la sociedad española. El autoexilio escénico en el que se ha situado actualmente Joglars, forma parte de este proceso, no sólo por la voluntad de sus miembros, sino alentado por unos orígenes éticos y dramáticos mantenidos con una obsesiva terquedad. Hemos venido practicando un principio muy sencillo y eficaz para el arte: Nadar a contracorriente de la corrección. Esta receta artística ha provocado que seamos tachados de antipatriotas, reaccionarios, blasfemos, anarquistas o fachas, según las tendencias dominantes del momento.”
Albert Boadella
He querido empezar este artículo con un párrafo del folleto que entregan en la representación de la obra '2036. Omena-G' de la compañía Els Joglars, porque sintetiza lo que significa esta obra de teatro, pensada para celebrar el 50 aniversario de la fundación de la compañía. Nadar a contracorriente es lo que ha hecho siempre el grupo, incluyendo aquel incidente donde fueron juzgados en consejo de guerra por la obra La Torna (1977). Cuando el sábado pasado fuimos al Gran Teatro de Córdoba y salimos de la representación mi mujer me preguntó sobre mi parecer: “Así, así, bien y mal”, eso le contesté yo. ¿Por qué?.
El espectáculo es un anti-homenaje a la compañía que, para celebrar sus bodas de oro el próximo año, imaginan cómo serán sus vidas a los 75 años de su nacimiento. Los actores y actrices se representan a sí mismos como ancianos, viviendo en unos cobertizos (como los llaman ellos) del “ogar del artista” (un poblado chabolista en realidad, con calles con nombres de cantantes, músicos y cómicos actuales). La compañía tiene la oportunidad de actuar por última vez, con el patrocinio de una caja de ahorros (La Cacha), para hacer realidad sus deseos íntimos frustrados. El drama lo dirigen dos jóvenes cuyo idioma ha “evolucionado” a la jerga que escriben los jóvenes actuales en sus mensajes de sms, tuenti o messenger (por eso el “hogar” no tiene hache, y otras palabras o frases que aparecen en la pantalla del fondo de la escena son escritas de esa diabólica manera).
El trabajo de actor es magnífico (mención especial para Ramón Fontseré), así como la escenografía, sencilla, pero muy expresiva. Iluminación y vestuario son los adecuados. Pero hay momentos en que las escenas no encajan bien. Los jóvenes son lo menos brillante del espectáculo. La ancianidad en general se convierte en hilo conductor. La pelea por los asientos al ver la televisión, la visita al médico con el consumo desenfrenado de medicamentos, las rencillas crueles entre los habitantes del geriátrico, son características típicas de la vejez actual que son retratados con humor, sarcasmo, ingenio y alguna vez con ternura.
Esta compañía ha sido siempre una de mis preferidas, pero con este trabajo me ha dejado con un regusto a semi-decepción. Tal vez porque me identifique con una de esas tendencias dominantes criticada hasta la saciedad en la obra, y tal vez porque con la otra tendencia no hubo equivalencia de trato. Tradicionalmente me ha gustado la crítica a mis propias convicciones o los líderes políticos propios, sobre todo si se hace con ingenio y humor. Joglars se ha distinguido por ello, pero en esta obra se explayan con la izquierda, la política, la social, y sobre todo la cultural. Puede que porque se consideren de izquierdas, aunque la trayectoria de los últimos tiempos de Boadella se haya alejado mucho y esté muy, pero que muy cercana al PP. Y en eso las propias palabras del director más rebelde del panorama teatral español pecan al creerse excesivamente “independientes” de todo credo o condición ideológica.
Hay momentos chirriantes, como cuando se chotean de la violencia de género, la supuesta generalización de la eutanasia, o el aborto (llegan a “predecir” que se practicarán abortos a niñas de nueve años). Aunque también se ceben contra el islamismo (el desfile de modelos), la iglesia o los gobiernos de todo signo. Bueno, ésto porque una vez citan a Pujol (al que imita genialmente Fontseré) y nombran a Aznar. Pero la nota común es la crítica del “progre” (y así lo nombran), cuyo concepto identifican socarronamente con el elenco de la compañía. ¿Auto-crítica o ajuste de cuentas actual, por su auto-exilio?. Zurran lo mismo a ecologistas, que pro-palestinos, a pacifistas, feministas (llega a salir una mujer con un muñeco en forma de hombre para sustituir al hombre biológico)....a Zapatero, que les “quitó las pensiones”. Pero nada dicen de la crisis y su origen en la especulación financiera, y el triunfo de las doctrinas liberales. La crítica está muy bien y me divierto con ello, pero se quedan cortos, muy cortos con los “triunfadores del pensamiento único liberal”. Así que, si bien disfruté con los reproches, algunos merecidos al ala izquierda de la sociedad española, terminé no obstante con mal sabor de boca. Poderoso caballero es don dinero, escribió Quevedo. El puesto de director de los Teatros del Canal, de la Comunidad de Madrid, ostentado actualmente por Boadella, se hace notar en el trasfondo de esta obra. ¿Pesimismo en el futuro?, ¿reacción subjetiva por el trato recibido?, ¿honradez intelectual?, ¿crítica para corregir defectos?, ¿autobombo vanidoso?, ¿o simple ejercicio camaleónico y de trasvestismo político?. Me quedé con la duda. Y eso además contrarrestó la dimensión humorística de la obra. De ahí mi opinión, mi pasmo al salir del teatro.
No obstante recomiendo que la vean. Siempre es un placer asistir a una “obra de teatro”, porque aunque siempre hayan estado en el lado de lo experimental, El Joglars es una de las mejores compañías de teatro de nuestro país.
8 comentarios:
Me alegra de que te venga bien el artículo. Como ves, he cargado las tintas en lo que creo negativo de la obra, por eso me dejó a medias (contento y descontento a la vez). Lo bueno es también mucho, pero como que estamos acostumbrados sus fans a esperarlo.
Te animo a que asistas a su representación, si puedes, como digo al final. Es de lo mejor que tenemos en el panorama de compañías dramáticas independientes (nunca he tenido claro el por qué de este adjetivo para definir a las compañías privadas autogestionadas, como ésta). Y si la ves, regálanos tu opinión personal. A ver en qué coincidimos o no.
Saludos.
Ha sido creo la única vez que ha venido este grupo a Córdoba y decidí no ir.
Me tenían cansado las últimas obras que eran un conjunto de chascarrillos graciosos.
Les faltaba esa globalidad de por ejemplo "Olimpic Man Movement" u otras obras de esa época.
Por otra parte me daba bastante por culo esa defensa a ultranza que hace Boadella de la "tortura de toros".
Ya me han dicho que en la obra hay chistes al respecto de la ILP antitaurina.
Menos mal que has hecho la critica pues he iontentado buscar en la Web cronicas de alguno de los tres periódicos y no aparece nada.
Gracias
Gracias Gerardo. Unas consideraciones. No es la primera vez que viene Joglars a Córdoba. Yo he asistido a varias de sus representaciones en el Gran Teatro. Recuerdo, por ejemplo, la genial biografía de Dalí o la adaptación del Retablo de las Maravillas. Me gusta la compañía, pero este montaje no me ha convencido. Veo agotamiento y esa deriva ideológica, hasta con mal gusto en ciertos momentos. Ser críticos y nadar contra-corriente no supone venderse por un plato de lentejas (dirección de los Teatros del Canal, del gobierno de Esperanza Aguirre).
De críticas a la obra en la prensa provincial solo creo que salió en El Día de Córdoba, el domingo (si no fue el sábado). Los demás anunciaban sin más las representaciones, con algo de información sacada de la web de la compañía y de las notas de prensa. Me sorprendió que al público le gustara. A mí pocos chistes me hicieron gracia, pero por los comentarios que vi en El Día, a algunos hasta les entusiasmó.
Tienes razón las obras sobre Dalí o sobre Pujol, creo que esta última se llamaba Ubu Rey, eran muy buenas.
Las ví efectivamente en el Gran Teatro de Córdoba. Buscaré según tu indicación la cronica de el Diario El Día en papel.
Creo que el hecho de que los periódicos de mayor tirada, ABC y Córdoba, no traigan críticas de las obra, es un indicador del poco personal que va quedando en los periódicos.
Recuerdo aquellos tiempos en que las críticas de las obras que se representaban en el Gran Teatro las hacian dos profesores de la UCO: Pedro Ruiz Perez y Luis Sanchez Corral.
Además las sacaban enseguida publicadas para que el público pudiera decidir si asistir.
saludos
Gerardo
Me ha gustado tu crítica, Albert Boadella me desconcierta desde hace tiempo, me parece muy bien su crítica a la progresia exagerada pero es demasiado condescendiente con la extrema derecha. Quizás se deba a que ha sufrido de primera mano el nacionalismo catalán cateto, pero no creo que por ello tenga que servir de munición al nacionalismo español cateto y reaccionario.
Tú das en la diana, Quinto Forajido: estar en contra del nacionalismo catalán no supone hacerte nacionalista españolista, de extrema derecha. Yo soy anti-nacionalista, estoy en contra de cualquier nacionalismo, por eso simpatizaba con Boadella. Pero que se cebe con la izquierda con argumentos y chistes de derecha no me parece bien. Además no se puede confundir la izquierda con el nacionalismo periférico. El nacionalismo, por definición, es de derechas, aunque algunos se esfuercen en hacer compatible izquierda y nacionalismo.
Tu comentario es bastante acertado, anoche vi la obra y lo único que se salva es el trabajo de los actores, de contrastade trayectoria.
Por lo demás una crítica facilona y unidireccional, parece un guión elaborado por los tertulianos de Intereconomía. Y para nada soy votante del PSOE.
Una compañía con esta trayectoria no debería permitirse el lujo de hacer algo de tan mala calidad. Un saludo.
Gracias por tus palabras, Enrique. Eso que dices me pareció a mí también. Un saludo.
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