Hace un mes comentaba una fotografía de mi suegro de la calle Cigüela. Eso me permitió evocar una serie de edificios de mediados del siglo XX, muchos de ellos desaparecidos, desgraciadamente. Terminaba el post hablando de la botica de Currito, aunque en la fotografía no se ve. No me podía resistir. Ahora han llegado a mis manos una serie de fotografías, entre las que se encuentra ésta de la misma calle en un tramo más al norte. Tiene para mi un valor especial, también sentimental. Paso a relatar mis recuerdos, a la manera que estoy haciendo en los últimos tiempos sobre imágenes de Palma.
En esta foto se ve en primer lugar la casa familiar de los Liñán y Calvo de León. Esta casa señorial se situaba frente a la calle Cuerpo de Cristo, cerca de la confluencia con la calle Alonso Peso. Los Liñán y los Calvo de León eran familias acaudaladas con posesiones en Palma del Río. Se encuentran entre la familias terratenientes con mayores posesiones, como integrantes de una burguesía que acentuó el latifundismo, gracias a las adquisiciones de tierras tras las desamortizaciones, no solo de la iglesia, sino también de bienes de propios y tierras comunales. Exponentes del caciquismo propio del siglo XIX y principios del XX. Varios Calvo de León fueron diputados en el congreso por el partido liberal.
Esta casa la recuerdo, por pasar frecuentemente de pequeño por allí. Era hermosa, como vemos en la imagen de su fachada. Con unos balcones curvos, con molduras y adornos, y puertas rematadas en frontón, y su cornisa pintada donde se apoya el sobresaliente tejado. Las ventanas típicas que sobresalen de la fachada, con base sobre la acera, enrejadas y protegidas con celosía de madera. Una ventana a cada lado de la portada, y ésta con dintel y jambas imitando pilastras con capiteles en bajo relieve soportando una cornisa con friso, que hace de unión con el balcón central de la portada. Algo (lo de la ventana o el balcón descansando en la puerta principal) que se repite en la arquitectura palmeña de la época. Este balcón es también interesante pues su puerta está rematada con friso, cornisas y metopas que contienen adornos en relieve, sobre falsos capiteles. Y por encima culmina la composición un adorno en forma de balaustrada, que llega al tejado. Todos estos elementos sobresalientes estaban pintados de marrón rojizo, si mal no recuerdo, en los años sesenta hasta su derribo, tras dejar de ser habitada.
La casa fue derribada para construir un bloque de pisos, donde vive su dueño, el tapicero Adamuz, y otros vecinos, y que además acogió a la Notaría de Lionel Fernández, cuando derribaron el edificio en la misma calle que reseñaba en el artículo anterior, hasta la adquisición del local en la calle Río Seco, que tiene en la actualidad. En planta baja hay cochera y dos locales, uno que sirvió para la tapicería, y otro que durante años fue local de celebraciones. También hizo allí, por ejemplo, un mitin en 1989 el PSOE, donde intervino el entonces Ministro de Justicia, Enrique Múgica.
Si seguimos hacia la izquierda encontramos una casa, también típica, con balcones y ventanas, que desapareció para ser ocupado su solar por un conjunto de casas no demasiado discordantes, haciendo esquina con la Calle Alonso Peso. En la otra esquina vemos la casa donde estuvo la escuela de Julia Pintor López, la popular maestra teresiana, Doña Julia, a la que se dedicó una calle de Palma en el Barrio de Guadalpalma. En una accesoria (“sesoria” o “cesoria”, como se llama o, más bien, llamaba en Palma a estas dependencias o locales) de esta casa tuvo mi tío Manolito su peluquería, concretamente en la puerta con la cortina que se ve más cerca de la calle Alonso Peso. Manuel Domínguez Godoy y su hijo Emilio ejercieron la labor de barbero y peluquero de caballeros, siendo mi hermano menor y yo mismo habituales clientes en la niñez. Mi primo continuó la actividad de mi tío, cuando éste se jubiló, y simultaneó la peluquería con la canción, pues en los años setenta fue uno de los componentes del grupo de sevillanas “Los de Belén”, junto a “Manuel de Palma”, “El loquillo” o Limones el municipal. La peluquería cerró hace años y el edificio, característico de la arquitectura popular palmeña, desapareció para ser ocupado por una promoción de casas adosadas.
En los alrededores, aunque no se aprecie en la foto, había otras casas, unas modestas, incluso casas de vecinos, como la que durante un tiempo albergó la tienda de mi primo Manolo, hijo del conocido como “El tío en cueros”, por su afición a sentarse en la puerta de su casa en camiseta de tirantes o simplemente con el torso desnudo. Y también otras con más prestancia, que aún sobreviven, como la casa de Mata, el piloto, fallecido no hace mucho tiempo. Y, por la derecha, también fuera de la imagen no puedo dejar de recordar la casa de El Cordobés (Manuel Benítez, el torero), junto a la botica de Currito, que cedió a Aprosub y ahora es propiedad de un abogado, o la casa donde estuvo la sastrería Vera, junto a las “traseras” del Mesón “El Candil”.
¿Por qué he titulado el post haciendo referencia al Liberalismo?. Volvamos a la casa de la familia Liñán y Calvo de León. En su fachada hay otro elemento más que no he comentado y que es de lo más enigmático, para mi. Siempre me llamó la atención que hubiese junto a la puerta un letrero de cerámica, como los rótulos de las calles más sencillos, que contiene la leyenda: “ISABEL 2ª”. Desconozco la razón de esta inscripción en la pared principal. No he encontrado ninguna referencia a que esta calle ostentase este nombre en otros tiempos, y además no sería el lugar más lógico para exhibirlo. Y el ordinal deja claro que se trataría del nombre de la reina, madre de Alfonso XII. No creo tampoco que se dedicase la casa a un miembro de la familia, con este nombre y en segunda generación. Tiene su sentido que se hiciese una dedicatoria a la reina Isabel, pues, como dije antes, hubo varios Calvo de León como diputados por el partido liberal, en el siglo XIX y principios del XX.
Durante el reinado de Isabel II se implantó el servicio de ferrocarril entre Córdoba y Sevilla. Y para cambiar el trazado original, que debía pasar por Écija, se puso la condición de que se hiciese un puente que comunicara la vía férrea, por encima del Guadalquivir, con la carretera que une Palma con esta ciudad sevillana. Este puente, de madera, fue inaugurado por esta reina, y luego sustituido por el actual puente de hierro, en 1885, debido a que frecuentemente sufría desperfectos por las riadas. Tal vez fuese este el motivo de la inscripción, en agradecimiento y recuerdo a esta reina, que facilitó las comunicaciones y el transporte, y con ellos, el desarrollo de nuestra ciudad (título que concedió la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, en 1888). Y porque era una reina liberal, como se era en aquellos tiempos, no como los que se llaman liberales actualmente (la FAES, Intereconomía y otros); en realidad una especie de monjes-alféreces, clericales trabucaires y falangistas sin camisa azul, más cercanos a los conservadores decimonónicos o a los mismos carlistas integristas, que se alzaron en armas contra la reina y sus seguidores. Ser partidario de la ley de la selva en lo económico no le hace a uno liberal. Así que, en recuerdo de esta bella casa, perdida para siempre, digamos, y también con cierto sentido del humor, ¡Viva Isabel II!
7 comentarios:
Pues sí, aquella reina fue muy liberal, sobre todo, y según cuenta la historiografía, en sus relaciones con los varones.
Parece que la niña-reina hubiera querido casarse con el duque de Montpensier, un guapo, altivo y chulesco gabacho con pretensiones al trono de España, pero las potencias europeas no lo consintieron y el resultado fue el siguiente: Montpensier se casó con María Luisa Fernanda, la hermana menor de Isabel, y ésta, la pobre, tuvo que casarse con su primo Paquito (Francisco de Asís de Borbón), a quien tenía a menos.
Contaba Isabel que la noche de bodas, cuando ambos primos-cónyuges se desvistieron para compartir el lecho nupcial, Paquito tenía más puntillas (encajes) en su ropa interior que ella misma.
Claro que su liberalismo lúbrico le resolvió cumplidamente la desazón de no estar casada a su gusto; su primer amante fue el político Salustiano Olózaga y, a partir de ése, ni se sabe cuántos caballeros gozaron de los favores de Isabel. Según las lenguas más desahogadas, sus ochos hijos serían fruto de otros tantos padres. En el panteón de príncipes del Monasterio de El Escorial podemos hacer repaso de todos ellos.
Por cierto, que su hermana María Luisa, junto con el Montpensier, fue dueña del palacio de San Telmo, en Sevilla, y el parque de María Luisa fue donación de esta infanta a la municipalidad sevillana.
Montpensier, por su parte, figura como el principal sospechoso del asesinato del general Prim, cuando éste se disponía a recibir a Amadeo I de Saboya; la muerte del general dejó a Amadeo sin soporte político y militar, lo que explica su corto reinado.
La razón del liberalismo de Isabel (y antes que ella de su madre, tras la muerte de Fernando VII, “el rey felón”) se explica por razones de oportunismo político, que no de convicción ideológica; ya sabemos que en la sucesión de Fernando VII, éste hubo de abolir la vieja ley Sálica y su hermano, el infante Carlos María Isidro, se levantó en armas contra su cuñada María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y su sobrina Isabel II, aún niña.
Como Carlos María contaba con el respaldo de los navarros, católicos y conservadores, María Luisa aceptó la ayuda de los liberales. Las consecuencias de tales alianzas fueron lamentablemente perjudiciales para el pueblo llano.
De la calle Cigüela, hablaremos luego, si a bien lo tenéis.
Cordiales saludos.
Las dos fotos de la calle Cigüela que publicas en la entrada de tu célebre y celebrado “blog” son excelentes, añorantes para los que añoramos el pasado (“Hoy es siempre todavía”, que dijo Machado) y mucho te agradezco su “regalo”, pues las he descargado en mi archivo fotográfico.
Algunas precisiones, sin embargo.
La casa en que vivieron Juan Liñán y Adela Calvo de León Aceña no creo que fuera de sus familias, precisamente. Antes fue de don Baldomero y el matrimonio Liñán-Calvo de León la debió comprar poco después de la guerra.
Los Calvo de León tuvieron su casa solariega en la Plazuela (actual Plaza de España) esquina a Escamilla; y Juan Calvo de León Torrado, hermano de Rafael Calvo de León y padre de Adela, tuvo su última vivienda en Palma en la casa-palacio que fuera de don Manuel Gamero-Cívico Benjumea hasta su fallecimiento en 1901, en la actual Plaza de la Constitución; plaza que durante la Restauración se llamó de Cánovas del Castillo, y posteriormente, durante la 2ª República, de la Libertad. Plaza, o mejor placilla, plazuela o placeta formada por el encuentro de las calles Ancha, Cigüela, Sagasta y Castillejos, en la que el alcalde Miguel Delgado Ruiz puso un guardia de la circulación que tú has evocado recientemente.
En la segunda de las fotos, la que muestra de frente la casa de que hablamos, se ve a la derecha el lateral de la casa que fue de mis abuelos Manuel Carmona y Pura Morales y que yo tuve que vender durante los años de la transición política, porque fue ocupada por unos jóvenes drogatas y no había manera de sacarlos de allí. El gobernador civil había dado orden a la fuerza pública de no intervenir sin autorización expresa suya y, como los drogatas encendían fogatas (curiosa rima) dentro de la casa, quemando los muebles que allí tenía yo, y el tejado amenazaba hundirse, no hubo más remedio que declararla legalmente en ruinas y derruirla a la primera oportunidad. Yo hubiera preferido reconstruirla, como he hecho con la casa siguiente, donde dices que estuvo la sastrería Vera. Esta última fue también de mis abuelos, en ella nacieron mi madre y sus tres hermanos, y hoy es mi domicilio y el de mi familia, cuando vienen a Palma. Durante muchos años, estuvo alquilada a la familia Martín Carmona, cuya madre, María Carmona, era prima hermana de mi abuelo.
La casa que compró El Cordobés fue antes de Antonio Almenara, suegro de Federico Fuentes, que la reconstruyó después de tocarle la lotería.
La siguiente, la de la farmacia de Carmela Chacón, donde estuvo tantos años nuestro querido amigo Curro, era propiedad de la familia Carrasco, que la tenía arrendada a la titular de la farmacia.
La casa que dices de Enrique Mata, el piloto vallisoletano recientemente fallecido, siempre fue de la familia Ruiz Escribano, actualmente de Loli Ruiz.
Siendo pequeño, oí decir que la calle Cigüela, antes de llamarse José López, se llamó de Isabel 2ª. El rótulo en azulejos de color blanco, apareció hacia 1950.
Saludos.
Gracias por tus palabras halagadoras del blog, y por tus precisiones, Octavio. Cosa que buscaba, lo confieso (las precisiones, no los piropos). Ya digo en el post que lo del rótulo es "enigmático" para mí, aunque suponía que no se referiría a nombre de calle, por su posición intermedia en esta larga vía. Si tú lo has escuchado de niño, por algo sería. Aunque no me negarás la curiosa coincidencia entre los diputados Calvo de León y el dichoso letrero alusivo a la reina que tuvo su apoyo en las fuerzas liberales.
En mis palabras hay recuerdos y memoria personal, siempre subjetiva. No soy historiador y hablo de forma totalmente parcial. Por eso identifico los inmuebles que comento con las personas que conocí. Los datos que aportas son un complemento jugoso e interesante para el que se pare a leer mi blog. También he recurrido al humor, como digo al final del artículo, por llamar liberal a Isabel II, pues fue así en sus costumbres y comportamiento, no en su ideología, claro.
Y me alegro de aportar estas fotos a los que gustan de recuerdos de nuestra ciudad. Forman parte de una colección de centenares de fotografías, cuyas copias digitales han caído en mis manos y de las que pienso "sacar jugo" en próximas entregas. Ya casi tengo preparado el próximo artículo sobre otra magnífica casa que desapareció hace años y que vi muchas veces, al vivir mis primeros años en sus cercanías.
Un cordial saludo.
Sobre lo que he llamado el «liberalismo lúbrico» de Isabel II, creo que no está de más conocer fragmentos de la carta cifrada que monseñor Simeoni, encargado de negocios de la Nunciatura Apostólica en Madrid, dirigió al cardenal Antonelli, Secretario de Estado de la Iglesia, en Roma, el 18 de septiembre de 1857.
Dice así:
Ama la Reina a España sobre todas las cosas, daría su vida por el nombre de Dios y por la Religión, aun en medio de sus aberraciones; y se manifiesta, sin fingimiento alguno, devotísima de Su Santidad y presta siempre a defenderle. Por desgracia y frente a esas buenas cualidades, envueltas en una gracia propia de la ciudad que la vio nacer, y que aquí llaman «castiza»… tiene la Reina una pasión que la domina, un fuego de Venus que la devora, sobre todo en presencia de Marte o los remedos de Marte; y el mal, como V.E. sabe por anteriores despachos, es muy antiguo. Me he informado por los médicos y me dicen que tal condición no debe interpretarse como ninfomanía sino como sed y desbordamiento de una insondable soledad, a la que la han arrojado personas altísimas y próximas, como su propia madre, para hacerla instrumento de apetencias y proyectos ajenos, que nada tienen que ver con la felicidad de la Reina, como se vio en el lamentable suceso de su matrimonio, por el que nosotros, Eminencia, no estamos del todo exentos de responsabilidad. Sin embargo, cada vez me persuado más de que deben buscarse las raíces de tan tristísima situación en la educación que dieron a la Reina niña en tiempos de revoluciones, «dirigida expresamente a pervertirla»; no he de detenerme en referir aquí, porque V.E. está perfectamente informado desde hace años, las indignas artes empleadas conscientemente, fríamente, por lograr un fin tan inicuo, para la deformación de quien llaman cínicamente «alumna de la libertad».
Saludos.
Amigo Octavio, con tu información sobre el "liberalismo lúbrico" me has hecho recordar un examen de religión de la EGB. Pepe Bejarano, nuestro maestro de religión (católica y obligatoria, por la época) nos hizo comentar lo que debía hacer una joven cuyo novio le propuso convivir juntos sin estar casados, con todas las consecuencias, sexuales por supuesto. Yo usé entonces el término "liberal" para definir al novio de la chica, que se sentía conturbada por las proposiciones de su novio, y pedía consejo al asesor espiritual (en este caso el alumno que debía responder el examen de forma oral). Me acuerdo de la cara de satisfacción que puso el maestro al oír mis palabras sobre el comportamiento pecador y desinhibido del novio. Eran los tiempos de Franco y nuestro maestro era miembro del Opus Dei. Para muchos católicos integristas (incluido algún Papa) el liberalismo siempre ha sido tan pecaminoso como el comunismo.
Saludos.
Claro, Schevi; el liberalismo ha estado condenado por la Iglesia Católica, especialmente durante el siglo XIX. En un catecismo de entonces, se decía que ser liberal era pecado mortal.
Disparate semejante sonroja a todo cristiano sensato de nuestro tiempo.
¿Podemos imaginar a San Pedro, a la puerta de entrada de la Gloria, examinando a las almas de los fieles difuntos sobre teoría política para ver si franquearles o negarles la entrada?
― «A ver, fulanito, ¿tú qué opinas sobre la teoría del cálculo de satisfacción social sustentada por Jeremías Bentham, frente a la defendida por Wilfred Pareto?»
― «¿Consideras que el moderno liberalismo de Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y la escuela de Viena, tan del gusto de los liberales españoles de hoy, es compatible con la caridad cristiana?»
― «¿Y David Friedman; qué me dices del yanqui Friedman?»
― «¿Crees, por último, que Konrad Adenauer, al promover el llamado “milagro económico alemán” (de signo liberal) en aquella Alemania devastada, dividida y ocupada por los ejércitos aliados durante la posguerra, contribuyó al mantenimiento de la fe cristiana en la Europa Occidental, frente al ateísmo preconizado por la URSS? ¿Dónde supones que tenemos a Konrad; aquí, en la Gloria, o allí abajo, en el Infierno?»
Pero, como te digo, esto que hoy nos suena a chiste malo tenía pleno sentido en aquella época en que la Iglesia sostenía los absolutismos y condenaba los liberalismos.
Como tenía pleno sentido aceptar que Franco se autoproclamara “Caudillo por la gracia de Dios” (¡tamaña blasfemia!); que se hiciera entrar en las catedrales bajo palio sostenido por el clero (¡tamaña execración e irreverencia!); que tuviera el privilegio de “presentación” ante la Santa Sede para el nombramiento de obispos (¡tamaño ultraje a la dignidad del Papa!); que se le llenase la boca afirmando que él sólo era responsable ante Dios y ante la Historia (¡tamaña soberbia!); o que se le permitiera tener consigo, en sus habitaciones privadas, el brazo incorrupto de Santa Teresa de Jesús (¡tamaña desfachatez e insolencia!)
La Iglesia Católica, como poder temporal, ha cometido tantos errores como los condicionamientos históricos y las debilidades de sus miembros le han impuesto. Resulta lamentabilísimo y reprobable que eso sea así, porque si Jesús de Nazaret se dejó crucificar fue precisamente por no contemporizar con los poderes de su tiempo y proclamar una doctrina de la salvación del alma (que no del cuerpo ni de los intereses materiales) válida para todo tiempo y lugar; doctrina de la que han derivado todas las que proclaman la igualdad y dignidad de los seres humanos, sin diferencias de raza ni de condición social, así como el perdón y la rehabilitación de los caídos en falta.
Si las doctrinas políticas y sociales que proclaman semejantes principios y propósitos (así el liberalismo democrático y representativo, el comunismo, el anarquismo, el socialismo y lo que venga en el futuro) abjuran de todo cuanto huela a eclesiástico es por desconfianza en lo que éste tiene de poder temporal y sus implicaciones políticas y económicas.
Habría que empeñarse en resolver tamaño contrasentido, ¿no crees?
Saludos cordiales
Pues sí, Octavio, estoy de acuerdo, pero es la Iglesia la que adopta posturas dogmáticas e intransigentes, negando a los demás el derecho a existir. Así que deberían empezar ellos por respetar a los demás. Por otra parte el que un credo religioso sea al mismo tiempo un estado es pura aberración. Tú mismo pones, lógicamente, el acento en este lastre histórico, que impide no tener recelo ante las maniobras de los ministros y, al mismo tiempo, "agentes internacionales" de la única monarquía absoluta que queda en Europa, y que pretenden imponer sus dictados, influyendo en la política interior de estados extranjeros. Deberían ser algo más humildes y entablar un diálogo sincero, como pretendían con el Concilio Vaticano II, tristemente enterrado por la actual jerarquía.
Un cordial saludo.
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