lunes, 1 de agosto de 2011

Prohibido orinarse en los monumentos


Así podría haber rezado el letrero que encabeza el atículo, pero como es antiguo y utiliza una forma de expresión más pudorosa, podemos leer en él: "Se prohíbe hacer aguas mayores y menores bajo la multa de 4 reales". Es decir que se prohíbe defecar (aguas mayores) y orinar (aguas menores). Es más completo, ya que abarca dos conductas vedadas. La cuantía de la multa no ha subido, según el índice de precios al consumo o base de cálculo similar, desde que instalaron el letrero en la fachada lateral de una iglesia de una importante localidad extremeña. Hay otro igual en la otra fachada lateral, pero mucho más deteriorado. Lo que prueba el poco caso que hacen de su existencia.


Está claro que ya en otros tiempos existía la mala costumbre de comportarse de esta manera en nuestras calles, haciendo necesario que se proscribieran estas conductas para no afear y deteriorar los edificios de cierta entidad de nuestras ciudades y pueblos. Y que esto podía pasar por cualquier motivo, como ahora. Si bien, en la actualidad, lo normal es que el comportamiento incívico se reduzca a las consabidas "aguas menores" (las mayores son menos frecuentes), fruto del consumo de bebidas, alcohólicas fundamentalmente, al aire libre, en el conocido "acto social" llamado "botellón". Actividad muy de moda entre los jóvenes, deseosos de consumir bebidas a bajo precio y en grandes cantidades, y también, aunque menos, entre los menos jóvenes. Ya que este consumo se realiza en descampados, aparcamientos, solares, jardines y en otras zonas de uso público abiertas, donde los servicios, casi siempre, brillan por su ausencia. 

En esa misma ciudad vimos también el "botellódromo", una zona en un polígono industrial, repleta de jóvenes bebiendo, junto a coches equipados con equipos de sonido a todo volumen, sin servicios higiénicos, con mucha basura en el suelo. Donde vi presencia de la policía municipal, eso sí, sin hacer controles. Y eso que allí gobierna el PP desde 1995. Así que no podrán culpar a los izquierdistas de provocar los ataques a la moral tradicional y la relajación de las buenas costumbres entre los menores, cuando su ayuntamiento lo tolera de esta manera. En todas partes cuecen habas.


3 comentarios:

Euphorbia dijo...

Es que la gente es guarra y muchos no le dan importancia a mear en la calle, quizá porque lo han hecho siempre. No hace mucho vi a una familia por la calle y el nene, de 8 ó 10 años tenía pipi y su madre le dijo que lo hiciera en un árbol, como si fuera un bebé que acaba de quitarse los pañales, me pareció lamentable. A mi hijo de casi 4 años ya no se lo permito y entramos en un bar o donde haga falta.
Un beso veraniego

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Vivo cerca de un supermercado cuyas traseras dan a una calle peatonal, frente a un descampado y una residencia de mayores. Las vallas de ese solar o las puertas traseras del supermercado son frecuentemente objeto de meadas sin complejos de cualquier viandante que pase o se pare por allí. Sean de la edad que sean: niños, jóvenes, adultos...Los veo desde la ventana de nuestro dormitorio. No hay vergüenza ni educación.

Un beso y que disfrutes de tu merecido descanso.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Pienso lo mismo que tú, María. Hemos pasado de la tiranía en la escuela, al desmadre y tolerancia de todo comportamiento. Por eso pasa lo que vemos. Aunque parece que en algunos sitios la tendencia está empezando a cambiar, como dice mi mujer, por su experiencia de maestra.

Besos.