Menuda polémica se ha levantado con el libro "Cásate y sé sumisa", de la periodista italiana Constanza Miriano. El titulo en sí es una provocación. Y más cuando ha sido editado por una editorial dependiente del Arzobispado de Granada, Nuevo Inicio. En su web nos indican: "¿Qué viene después del beso final? ¿Después del “the end”? ¡Sería estupendo que los guionistas dijeran algo! ¿Son felices? ¿Cuántos hijos tienen? ¿Alguna sabe que se puede ser feliz incluso con su marido? Ahora es el momento de aprender la obediencia leal y generosa, la sumisión. Y, entre nosotras, podemos decirlo: debajo siempre se coloca el que es más sólido y resistente, porque quien está debajo sostiene el mundo." No lo he leído, pero me provoca estupor, aunque no me sorprenda que se den determinadas coincidencias. Leyendo lo que dicen de su segundo libro, próximo a estar en venta, nos mosqueamos aún más: "Costanza Miriano, madre de cuatro hijos, con un solo marido y una agenda llena de asuntos pendientes (repasar el griego, correr otra maratón, llegar con puntualidad una vez en la vida), realiza otra actividad que le sirve de tapadera: es periodista de la RAI, la televisión pública italiana. A pesar de estar siempre atareada, es feliz, porque es católica. Después del gran éxito de su primer libro, Sposate e sii sottomessa, (Cásate y sé sumisa. Experiencia radical para mujeres sin miedo, Nuevo Inicio, Granada, 2013), del que se han vendido en Italia más de cincuenta mil ejemplares, muchas personas han expresado su deseo de conocer a esa esposa dócil y modélica que describía aquella primera obra. Su marido dice que a él también le gustaría conocerla."
"Es feliz porque es católica." Menudo descubrimiento. Parece que los no católicos no somos felices. Y las que lo son es porque son "esposas dóciles y modélicas". "Le corresponde a la mujer llevar al hombre al encuentro de su virilidad, de su paternidad y del ejercicio de la autoridad." Casi nada. La autoridad masculina, basada en la virilidad. Eso, según estos señores, es lo que garantiza la felicidad para el católico. Y para la mujer católica, que debe apoyar a su marido, con sumisión. Seguramente, al hablar también de la paternidad, estos libros nos darán lecciones de "vida sexual sana", al estilo de aquel libro de los años 60 del Doctor López Ibor, en la que la sexualidad estaba orientada exclusivamente a la procreación y todo lo demás son "perversiones". Todo muy en línea. En línea con lo que en los tiempos recientes vemos pregonar a la derecha, que abomina de la igualdad entre hombres y mujeres, claro. Esa derecha que le gusta la "mujer, mujer", unos de cuyos ejemplos es Ana Mato, esa mujer que apoya a su marido pero que no se entera de lo que pasa en su casa, pues él tiene la autoridad. La perfecta ama de casa, con sólidas convicciones religiosas.
El Arzobispado, ante la polémica, no solo no ha defendido sus publicaciones, sino que incluso se muestra alborozado. Decía al principio que no me sorprenden esas coincidencias que se dan últimamente. Hace pocos días, el PP, legislando ad hoc, como ocurre cuando se tocan los intereses de la Iglesia (recordemos el caso de CajaSur), ha hecho un favor a los colegios que segregan por sexo, los llamados, con eufemismo, "centros de educación diferenciada". Como quedan pocas administraciones educativas que defiendan los valores constituciones y nieguen el concierto educativo a los colegios segregacionistas, como es el caso de Andalucía, el PP ha apoyado una enmienda para que estos centros anticonstitucionales puedan recibir fondos públicos. A nadie se le escapa que esa educación diferenciada lo que persigue es educar de manera diferente a hombres y mujeres, con contenidos diferentes, basados en desigualdades biológicas, que en realidad esconden prejuicios ideológicos. Son los que se oponen a los contenidos como educación para la ciudadanía, por considerarlos "adoctrinadores", pero que disfrutan impartiendo doctrina religiosa en las escuelas. Son los que defienden, ahora sin eufemismos, como vemos en el título del libro que comentamos, la sumisión de la mujer al varón. Está claro.
¡Ah! pero los malos son los musulmanes, ¡oiga!
2 comentarios:
Ni un pequeño 'pero' a todo tu artículo.
No he leído el libro de la católicona periodista italiana, pero quisiera pensar que es un libro que a la manera del Quijote, encierra mucha sorna y mucho humor.
De estos señores que lo han editado en español, lo que más me gustaría es que hicieran caso al título y se casaran.
De esa forma podrían ser más creíbles en todos esos consejos que dan a las sufridas feligresas.
¡Pero, claro...!, ¿en qué lugar quedaría nuestro amado nacionalcatolicismo?
No solo el nacionalcatolicismo, sino el catolicismo en general. Una buena parte de su doctrina se iría al garete si se casaran los sacerdotes.
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