Manolín en la exposición de los 20 años de Azahares (Foto cedida por Eli Manzano) |
Estamos en feria y ¿cómo no recordar la última feria que vivimos en Palma del Río, la de agosto de 2014? Entonces, unos días antes (y lejos de aquí), me enteré del fallecimiento de Manuel Fernández Cano, “Manolín”. Manolín había sido uno de los rostros y voces habituales de la Feria de Palma, allá en aquellos tiempos en que actuaba de solista con Los Munsters, amenizando más de una sesión de los bailes en los años sesenta y setenta. Y después, en la formación en la que estuvo 33 años, aportando su característica voz y su permanente sonrisa, en el grupo Azahares.
Manolín es una pieza esencial de la historia de la música de Palma del Río. Azahares, otra, con esa vasta trayectoria que todavía perdura, afortunadamente. Azahares y sus componentes, además de artistas, conectan con sus seguidores por ser buenos amigos, entre ellos y de los palmeños. Y, también, una gran familia, que nos viene endulzando muchas de nuestras fiestas y las de otros pueblos. Han estado presentes en muchas actividades de nuestra vida, convirtiéndose en ingrediente obligado de distintos eventos. E, incluso, el carnaval ha servido para unir más a sus componentes, con amigos y familiares, haciendo de la ironía, la crítica y el sentido del humor un elemento esencial más de su trayectoria.
¿Cómo no acordarse de Manolín? Compartí con él durante muchos años centro de trabajo, el ayuntamiento palmeño, donde fue funcionario, hasta su jubilación. Me brindó su amistad y gocé (y gozo) de la de Paqui, su mujer, desde aquellos tiempos de joven comprometido con la cultura, en el seno de la Asociación Cultural “Vientos del Pueblo”, tan activa en la Transición. Su voz ponía sello a los diferentes temas que interpretaba Azahares. Su sentido del humor y simpatía servían para relajarse y alejar los nervios en las diferentes subidas al escenario, y como contrapunto simpático en las actuaciones. Su enfermedad (el alzheimer), que nos fue robando poco a poco su relación con él en sus últimos años, hasta agotar su último aliento, no nos va a impedir que nosotros sí le recordemos.
Porque Azahares, como grupo, como cuadrilla de amigos y como gran familia, sigue vivo y coleando. Suenan sus álbumes en nuestros aparatos y en nuestras cabezas sus canciones. Las que versionan del folclore andaluz o del hispano-americano. O las de Mocedades, Carlos Cano o las de Jarcha. Sus temas propios, con letras de Mari Vera y música del “maestro Eugenio”, o las compuestas por Antonio García Chaves, musicalizadas otra vez por su indiscutible “capitán”, curtido en tantas lides musicales. Y los poemas de nuestros grandes poetas (Lorca, Alberti, Miguel Hernández). Y seguiremos escuchando la voz de Manolín Fernández. Azahares tiene historia, un rico pasado, y tiene futuro por delante.
Estamos en feria y las ferias no son para la tristeza. Nostalgia sí, pena no. El azahar es flor de alegría, de primavera, de eclosión de vida, colores y olores. Y la música de Azahares es explosión de sentimientos, de vida y ancestros, de pueblo en armonía y ebullición de poesía. Y alegría, como en aquellas casetas, que también instalaron en el recinto ferial, con su nombre, para diversión de familiares, admiradores y amigos. Manolín se nos fue en su dimensión física, pero pervive en nuestros recuerdos y los corazones. La voz risueña no se apagará. En ésta, como en otras ferias, estará en todo momento presente. Animándonos, alegrándonos, empujando a Azahares a seguir siendo parte del espíritu de la fiesta. La historia nunca se pierde. Nuestras ferias tienen historia. Y, en ella, Manolín Fernández y el grupo Azahares, permanecen arraigados, como un elemento más. Y, ahora, con la flor del naranjo, vámonos a la feria. Alcemos una copa de fino y ¡Brindemos por Manolín y Azahares!
(Texto de mi artículo publicado en el Especial de la Feria de Mayo, de Diario Córdoba, en la edición de hoy)
1 comentario:
Muy bonito y también muy merecidos esos elogios hacia ese Manolin Fernández que todos tenemos y tendremos en la memoria. Maldita enfermedad ésta que le roba a las personas sus recuerdos, su alegría y lo mas grave, su personalidad. Menos mal que como se dice, nadie muere del todo mientras esté en el pensamiento de las personas que lo conocieron y siendo así, Manolin sólo morirá cuando los que lo hemos querido estemos de nuevo todos juntos en cualquier rinconcito de la inmensidad del universo, Azahares cantando y los demás deleitándonos con sus canciones y sus voces.
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