El escarabajo ("beetle"), como se conoce a un modelo de coche de la marca Volkswagen, es uno de los símbolos de la fábrica alemana. Popular entre las familias y entre los jóvenes en años posteriores a su lanzamiento (1937). Dejó de fabricarse para volver recientemente a las calles con líneas más modernas. La modernidad trajo el gusto por la ecología, algo de lo que presumen los alemanes. Sin embargo recientemente se ha descubierto un fraude para encubrir la emisión de gases en numerosos coches de esta marca líder del mercado. Los americanos han detectado el truco y lo están aprovechando para dar un toque de atención a los teutones, excesivamente altivos con la crisis, al haber sometido y humillado con sus mandatos y recortes a los europeos (España, Grecia, Italia, Francia, Portugal, e incluso a Irlanda, país de origen de un fuerte grupo de presión estadounidense, del que se nutre el Partido Demócrata gobernante en la actualidad). El escándalo ha hundido a la marca provocando un terremoto interno que ha costado el cargo al presidente, máximo responsable del engaño masivo. El escarabajo, símbolo del confort y la economía en otros tiempos de estos vehículos, ha pasado a ser un escarabajo pelotero, un ser repulsivo por sus costumbres coprófagas (comer excrementos). Los alemanes ya no podrán presumir de entereza, rectitud y buen hacer. Merkel debe estar muy preocupada tras este severo revés.
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