Tras
echar un vistazo al
Bar Charneca pasamos a
deambular de nuevo por el callejero palmeño de la infancia, en busca
del
colegio San Sebastián,
el colegio de El Paseo. Para ello deberemos detenernos en el
Paseo
Alfonso XIII, junto al
JardínReina Victoria, del que ya
hablamos, y en todo el entorno del barrio de San Francisco, con el
Convento
como centro neurálgico. Antes penetraremos por un
eje
fundamental para desplazarnos hacia allá: la calle
Portada.
Una vía que conecta con otras principales, a modo de
Cardo
romano, comunicando de norte a sur todo el casco urbano de aquellos
tiempos.
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La plaza del guardia |
Para
ello retomamos el relato de la
calleFeria, en su primera parte,
para dejarla atrás y adentrarnos en la
Calle Castelar.
Como decía entonces, la calle
Feria empezaba haciendo esquina con la Calle Ponce. Frente a esa vía
estaba la Papelería
Guzmán,
que regentaba Pardo. En la misma línea, tras otra casa, una
relojería y la
mercería que pertenecía al relojero
Antonio
Martínez León. Dos locales pequeños, propiedad de un señor
mayor que luego me enteré que era afiliado al PSOE (de los
antiguos). En la mercería trabajó Antonio Almenara Logroño, un
antiguo compañero del Colegio San Sebastián y fui cliente hasta que
cerró. Seguidamente una casa, en el número 6, con un bonito patio
empedrado, con árboles, y con un
escudo (cuya imagen he
obtenido del PGOU) en la fachada, adornado con pinturas murales que
fueron descubiertas en un curso de verano. Todos estos edificios han
desparecido hoy día, ocupando su solar unas viviendas modernas, con
patio y piscina interior.
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Escudo y fachada ya desaparecida en C/ Castelar |
Avanzando tenemos la
Casa
de Campo de la Casa Palacio del Marqués de Monte Sión, donde
estuvo el
comercio de Delgado, regentado en sus últimos años
por los hermanos Antonio y Pepe, ya fallecidos. Ese fue un comercio de referencia
para mí hasta que se jubiló Pepe, y conservo muchas prendas de
entonces, por su calidad. Cada vez que iba a comprar echábamos
buenos ratos hablando de Palma, sus problemas, y de recuerdos
históricos y personales interesantes. Algo a lo que ayudaba el sabor
decimonónico del local, con estanterías de madera antiguas, un
mostrador labrado y columnas de hierro fundido. La
Casa Palacio,
que fue después de la sociedad
Gademar (palabra formada por
las iniciales de García, Delgado y Martínez, los socios), la
arrendaron al Círculo de Recreo, el
Casino, y en ella también
fundaron la primera
cafetería moderna palmeña, la Gademar,
que vemos en la imagen del principio, a la derecha, que más tarde pasó a ser el
local de la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba, que estuvo en la calle Ancha (esquina con calle La Higuera), luego absorbida
por el Monte de Piedad. En la acera de enfrente recuerdo la casa de
los Egea, haciendo esquina con la calle Ponce, o la confitería de
los
Valencianos, que luego se trasladó a la
plaza del guardia, cuando la
Farmacia de Enrique González
del Rey se ubicó en su lugar actual, que en la primera imagen es el
establecimiento provisional del
Banco Hispano-Americano,
mientras realizaban las obras de su último edificio, una
“construcción moderna”, con mucho ladrillo visto, que sustituyó
a la antigua construcción, de mucha mayor belleza (como vemos en la
imagen recuperada por la asociación Saxoferreo) y tristemente
perdida, como otros inmuebles del entorno. Ese local fue también
salón de juegos y el
Bar El Caobo, según me han contado.
También estaba por allí la otra tienda de calzados de La Alicantina, la antigua
alpalgatería. De este tramo no me puedo olvidar del puesto de
castañas, de los
Bariches, que se colocaba en la esquina de
la calle Manga de Gabán cada otoño y donde siempre parábamos a
comprar las castañas asadas, mientras estrenábamos el abrigo de la
temporada.
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Antiguo Edificio del Banco Hispano Americano |
Tras pasar la plaza del
guardia (Plaza del General Franco) llegábamos al
Bar el Metro,
en la antigua
calle Calvo Sotelo (hoy Castillejo), que tenía
a su vera un poste de cables en forma que a mí me recordaba la Torre
Eiffel, pero más estilizada, donde colgaban una pizarra en la que
escribían los encuentros del equipo local de fútbol y las
quinielas, creo, y también la cartelera anunciadora de las películas
del Cinema Jardín, el cine de verano anejo al Cine San Miguel. Allí
destacaban el comercio de
Rafael González, donde de pequeño
iba a por las bombonas pequeñas que se usaban para las estufas que
teníamos en casa. En frente, pasado el Banco Hispano-Americano, el
Bar de Pesito, pequeño y con mucho sabor, famoso por ser el
local donde se echaba la
quiniela. El bar estaba en la planta
baja de la casa de Guillermo Jiménez, el
oculista, antes de
las oficinas de
Fidecaya, cuyo director era Antonio Espejo, el
maestro y practicante, junto a la casa de Antonina Gamero, que daba a
la calle Escamillas. Cruzando la calzada, estaba y está el
bar
Rafael, de arquitectura
neomudéjar,
haciendo “juego” en arquitectura regionalista con la
Plaza de
Abastos (de estilo
neobarroco). Le seguía (volviendo a la
plaza del guardia) una de las
entradas de ese mercado
municipal, por donde pasaba con mi madre de pequeño. Recuerdo una
vez que, estando ella de luto por algún pariente muerto, me confundí
y me agarré a los faldones de otra mujer, también de negro, con la que ella estaba
hablando en el pasillo de entrada de la plaza. Las risas me hicieron
percatarme del error, al ver un rostro que no era el habitual. Esa
puerta fue cerrada tiempo después y enajenado ese tramo, que se
incorporó a las nuevas oficinas del
Monte de Piedad y Caja de
Ahorros de Córdoba. Las oficinas de la actual CajaSur habían
experimentado diversas reformas desde la
inauguración, acto
que recoge la imagen, desapareciendo esos arcos de la entrada, arcos
que guardan similitud con los del edificio del comercio de Rafael
González y que hoy aún conserva, en las oficinas de Cajamar.
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Inauguración de las oficinas del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba |
En la
Plaza de España
actual, en aquellos tiempos
plaza del General Sanjurjo, tras
la
mercería de Belencita Ruiz y en la planta baja de la misma
casa, recuerdo la
Pastelería del hijo mayor de Luis Ruiz, El
Bollito, Antonio, que luego fue la tienda de modas Rocky, y después
otros establecimientos. Más adelante
La Peña del torero
ManuelFuillerat “Palmeño”, a
la que me referí cuando hablamos de la otra peña taurina, la de El
Cordobés, que tenía
Charneca en su bar. En
su lugar se instalaron los
Billares de Paco Castillo,
conocido como “Al Capone”, un lugar muy frecuentado por los
amigos y por mí, en la época de la adolescencia, cuando se empieza
a salir y sitios como éste se convierten en el punto de encuentro
fundamental.
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El Palmeño |
En la plaza destacaban el
Bar Rinconcito, de Manolo “Aruja”, que aún existe,
regentado por su hijo. Local pequeño, de ahí su nombre, famoso por
sus tapas, como el huevo rebozado, que elaboraba con esmero la mujer
del dueño. Y junto a él, haciendo esquina con la calle Plata,
Confecciones Giralda, donde atendía un señor con fino bigote
y gafas (lo recuerdo muy a la moda de los años 60) que, además,
arreglaba radios y televisores. Fue muchas veces a mi casa a reparar
la vieja televisión en blanco y negro, pues lo conocía bien mi
padre. El local que ocupaba fue posteriormente añadido al Bar
Rinconcito, tal como está en nuestros días. En la planta alta vivió
Federico Fuentes, durante muchos años Tesorero del Ayuntamiento, que
se mudó a la calle Pastores cuando se hizo allí una casa, huyendo
del bullicio que generó posteriormente el bar, cuando cambió el
ambiente.
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Entrada del Mercado Público |
También teníamos (y
tenemos) la presencia en la plaza del Mercado Público, el
Mercado de Abastos, o la plaza de abastos, como la llamábamos. Un
espacio con “gran sabor, y olor”. Los olores de los productos que
allí se vendían, como antes, en los tiempos en que las condiciones
higiénicas y de presentación eran menos cuidadas, aunque, no por
eso, menos sanas. Olores que identificaban cada puesto. Sabores que
publicitaban la calidad de los productos, cuando te ofrecían que los
probaras. La entrada principal era por esta plaza, pues tuvo otra
entrada, como dije antes, por la calle Castillejo.
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La Plaza de España, tras las obras de reurbanización |
Construida en 1930,
presenta una
portada estilo
regionalista,
neobarroca, de ladrillo visto. En su interior (muy reformado
varias veces en épocas posteriores) un patio central servía para
distribuir a su alrededor los puestos, principalmente carnicerías,
así como puestos de frutas y verduras, con algunos en el centro del
patio. Entonces, además, contaba con la llamada
“nave del
pescado”, un espacio dedicado a las pescaderías, al que se
entraba por un lateral del patio y que tenía salida a la calle
Plata, hoy remodelado y convertido en escuela infantil municipal. En
la plaza mi tío Emilio, hermano de mi padre, y su mujer, tuvieron
puestos de carne, que luego regentaron sus hijos varones, hasta la
jubilación. Ni que decir tiene, que éste fue un lugar muy
frecuentado, tanto en mi niñez, como en los años siguientes.
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La nave del pescado de la plaza de abastos |
Ya solo me queda reseñar
dos puntos importantes, la Farmacia de Chacón, en un edificio
exento a la entrada de la calle Portada, cuya rebotica
da a la plaza y en la que prestó servicios mi padre. Así como el
comercio de Juanito Rodríguez, con uno de sus escaparates en
la plaza, junto a la Peluquería Palma, que instalaron en los
años 70 Pepe Carrillo y Manuel López Maraver, que fue el primer
alcalde democrático de Palma, tras la muerte de Franco, lugar donde
se puede decir que se refundó el PSOE en la Transición. La
vivienda familiar de Rodríguez ocupa la planta alta de una casa
haciendo esquina con la entonces Calle Queipo de Llano. Y eso
ya nos abre el camino hacia otro capítulo por este recorrido que nos
llevará al Paseo. Así que seguiremos caminando por aquí otro día.