Sí estuvimos en la obra del Teatro Coliseo, a las 10 de la tarde/noche: Cálida hondura, del Ballet Flamenco de Daniel Navarro. El espectáculo se plantea como un homenaje a algunos poetas españoles y latinoamericanos de los siglos XIX y XX. “Traza un itinerario de laberintos poéticos que nos llevan por la música de Juan Requena y Vicente Amigo a distintos paisajes literarios, evocando desde “El Baile” de Manuel Altolaguirre a “El Guitarrista” de Pío Baroja pasando por “Aire de Fuego” de Rafael Alberti, “Blancura” de Miguel Hernández, “La Gitanilla” de Rubén Darío, sin olvidar “Mujer Andaluza” de Rogelio Buendía y otros autores que dejaron la impronta del baile flamenco en sus escritos, seducidos por los tientos que provocó el duende en cada uno de ellos.” En la coreografía, además de Navarro, también participa Javier Latorre. Este espectáculo se presentó en la Noche blanca del flamenco, celebrada el mes pasado en Córdoba, y a la que mencioné en el post sobre Medina Azahara.
No soy aficionado al flamenco, por lo que mi opinión no es la más cualificada. Es más, un espectáculo de este arte que dure más de una hora, se me hace demasiado largo. El flamenco, para mi, siempre en pequeñas dosis. No obstante he visto algunos que me han llegado a gustar. Recuerdo hace poco tiempo la actuación de Miguel Poveda, en el mismo escenario, magnífico con su estilo rompedor y su interpretación arriesgada, que combinó palos flamencos y coplas de manera genial. U otros donde cante y baile elegantemente combinados no me hicieron aburrirme.
Ayer estuvo muy bien y a la gente le gustó, aunque me pareciese excesivo el tiempo. Por suerte era un espectáculo, en toda regla, no esos antiguos festivales que acababan a altas horas de la madrugada, y donde la repetición de soleares, seguiriyas y otros palos similares y duros los hacían asequibles solo a los muy aficionados. La escenografía ayudó, combinando textos, fotografías y vídeos proyectados en el fondo del escenario, que indicaban los textos sobre los que se basaba la obra. La música bien, salvo que el violín no lo vi armonizar (hubo hasta algún susto al caerse el micrófono). Por desgracia, la caja se ha convertido en un elemento imprescindible de toda interpretación flamenca, una lástima (según mi gusto, repito). Y los cantaores estuvieron magníficos, aunque sonara alguno muy imitador a Camarón, como también es de costumbre ultimamente. El baile, perfecto, se nota la experiencia, aunque sus intérpretes sean jóvenes. La coreografía, clásica, predominando el zapateado. La alternancia de intérpretes, ayudada por la actuación dramática, dio ritmo a todo el desarrollo de la obra, enlazando los textos interpretados con las escenas de pantalla y lectura . Repito, yo lo hubiera acortado, pero merece la pena verlo.
Hubo otras propuestas. La compañía Escenoteca, que deleitó a muchos infantes con su taller de creación de cuentos “La caja de los cuentos de seda”, en el jardín Reina Victoria. “Todo concuerda”, de B-612, danza “vertical”, sobre las paredes del Teatro, mientras un trío de cuerda actuba en su techumbre. Y la compañía Niñosperdidos escenificó “Pulp” en la Casa de la Cultura, a la 1 de la madrugada, para los noctámbulos, no para mí, que ya me tuve que marchar, porque uno no tiene la edad de aquellos tiempos en que tragaba varias obras al día.
2 comentarios:
De "Calida Hondura" tembién habría que elogiar algo que soleis pasar por alto los hombres, incluso a los que, como tú, alguna vez han formado parte del jurado de la feria de teatro. El vestuario era magnífico, cómodo para el baile pero al mismo tiempo muy elegante y discreto, yo diría glamuroso.
Espero que esta noche los espectáculos respondan a las expectarivas. Es peligroso que una obra despierte tanto interés. Buena noche de teatro.
Es verdad, en el vestuario no había reparado. Buena observación.
Ya veremos esta jornada cómo nos sale. Mañana, los comentarios.
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