Las costumbres en los países musulmanes son motivo de polémica en los medios de comunicación occidentales. Hoy hemos conocido que en un grupo de países del Golfo se va a desarrollar una campaña publicitaria de una conocida firma de moda, donde la modelo brasileña Gisele Bündchen aparece "más vestida de la cuenta". A las fotografías donde la famosa top model muestra las creaciones de la empresa se les ha añadido prendas artificiales dibujadas con photoshop, para ocultar las partes de la hermosa anatomía de esta señora que provoquen la lascivia de los varones árabes, cosa contraria, al parecer, a los mandamientos religiosos y la moral islámica.
Como vemos en las fotografías, distribuidas por las agencias, las imágenes originales son modificadas, añadiendo, por ejemplo, mangas para tapar los depilados y sugerentes sobacos de la brasileña, incrustando una horrorosa camiseta de tirantas, que le da un aspecto de "soldado glamuroso" de maniobras, o tapando sin más el escote de la modelo.
Seguro que ya hay mucho "libegal" despotricando contra la tiranía musulmana y lanzando alabanzas sobre la cultura judeo-cristiana occidental. No les falta razón cuando critican esta estúpida censura. Sí, digo estúpida, pues es una soberana estupidez la censura sobre el cuerpo de la mujer como objeto de deseo sexual. Está en la naturaleza de las cosas. Pero esta persecución no es propia ni exclusiva de la religión y cultura musulmana. Hasta hace poco tiempo estas prohibiciones estaban a la orden del día aquí mismo en España, y en otros países occidentales. Es más, son belicosos los que quieren la restauración de la moral tradicional cristiana, exigiendo tapar tanta, según ellos, pornografía en los medios, en el cine, la televisión y en la moda.
El caso de la Capilla Sixtina es un ejemplo del mismo tipo de censura que el que comentamos. El gran Miguel Angel fue censurado también cuando sus imágenes del juicio final mostraron cuerpos desnudos. No solo los de Adán y Eva, sino también los de profetas, apóstoles, mujeres piadosas, y hasta el de Cristo y el mismo Yahveh, aparecían sin ropas al principio. Pero el escándalo envalentonó a los obispos y pidieron que se tapasen las vergüenzas de las figuras. El discípulo del pintor, Daniele da Volterra, fue conocido posteriormente como el Braghettone (pintacalzones), por ser el encargado de la labor censora, pintando al óleo pudorosos lienzos o taparrabos, sobre las partes pudendas, o un ridículo camisón al Yahveh que insufla la vida a un Adán desnudo, como es natural.
Lo mismo que otros, de otra religión, hacen ahora con técnicas informáticas modernas, para conseguir el mismo objetivo. En fin, nada nuevo bajo el sol. Si quieren seguir así: ¡Ellos se lo pierden!
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