Otro
de los lugares a destacar en los recorridos de mi memoria sobre mi
niñez palmeña es el Convento de San Francisco. El convento, o mejor
dicho, el edificio del antiguo convento o monasterio franciscano y su
iglesia (que le llamemos popularmente de San Francisco, aunque está
dedicada a la Virgen en realidad, como nos indicó Manuel Nieto
Cumplido hace años, en las jornadas de Conferencias del Bicentenario
de la proclamación de la patrona).
Una de las apariencias que ha tenido la fachada de la iglesia |
Un
poco de historia. El monasterio nació gracias a que los señores de
Palma, Don Luis Portocarrero y su esposa Doña Leonor Girón,
ofrecieron la ermita de la Virgen de Belén (la original) para
instalar en ella una enfermería al servicio de los conventos
franciscanos de San
Luis del Monte y de Santa María de los Ángeles. El
convento
se creó por bula
del
Papa León X expedida en 1518.
El
edificio fue creciendo con diversas capillas, que se unieron a la
ermita original y a la iglesia
que se adosó posteriormente en el siglo XVII, junto a la entrada
principal del convento, dejando oculto el antiguo santuario (cuya
espadaña se ve aún, presentando una extraña orientación con la
nueva nave de la iglesia), trasformada en Capilla de las Ánimas y
ahora despacho parroquial.
Bóveda de la Capilla de las Ánimas |
Durante la Guerra Civil sufrió destrozo y
abandono posterior, hasta que fue reconstruida la iglesia en los años
cincuenta, aunque no se reprodujeron la torre de la fachada ni el
pórtico que vemos en fotografías antiguas.
La fachada de la iglesia en los años 30 |
El
convento había pasado ya a manos privadas,
siendo usado como un cortijo donde se almacenaban productos de las
fincas y maquinaria, y vivían algunos empleados, además de disponer
de estancias para alojarse cuando el propietario, heredero del
cacique Don
Félix Moreno Ardanuy,
y su familia venían a Palma.
El convento y la iglesia en los años 30 |
El conjunto tenía un
valla que lo rodeaba, que despareció en 1972, cuando cedieron ese
espacio al ayuntamiento, que hizo de él, en la democracia ya, una
plaza con jardines, bancos, y el lugar donde se ha instalado la
escultura
que recuerda al cura Paco, don Francisco. La iglesia sufrió un
vandálico incendio en 1977 y un robo, de los que quisieron culpar a
los comunistas, aunque éstos lo negaron y condenaron los hechos.
También después tuvo que cerrarse al culto por estar a punto de
derrumbarse el techo, siendo arreglado con la colaboración del
ayuntamiento.
El patio central desde la entrada |
Mi
relación con el convento y la iglesia. De niño, mi madre nos
llevaba muchos domingos de visita a casa de Francisca López,
“Quica”, que vivía en
una de las dependencias que había en el patio del antiguo convento,
propiedad de Alonso Moreno de la Cova. Mi
madre trabajó unos años para este señor en Horcajo de
Santiago (Cuenca) donde coincidió con Quica y seguramente se
conocieron trabando amistad. Luego, al venirse a Palma, mantuvieron
el contacto. Recuerdo su agudo y elevado timbre de voz y su acento
castellano, que contrastaba con el de mis conocidos de la época.
Francisca tenía dos hijas, Encarni y Ángela, esta última, por
cierto (¡oh, coincidencias de la vida!) amiga desde la infancia de
Anamari, mi mujer, que pasó muchos buenos ratos en sus habitaciones.
Mi madre sosteniendo a un niño (¿hijo de Alonso Moreno?) junto a Quica, en Horcajo |
También
vivían allí Nicolás Valbuena y su familia. Su hijo del mismo
nombre, ahora director de banco, era un “manitas”. Guardo
recuerdos de algunos “inventos” como un coche de madera con
cojinetes que nos enseñó una tarde y nos fascinó, hasta el punto
de intentar imitar el vehículo artesanal a base de los tableros y
restos que conseguíamos de la carpintería que tenía López
en el Río
Seco. En el patio había un perro para guardar la casa, no
recuerdo de qué raza, al que asustábamos a la ida y vuelta del
colegio de Duque y Flores, ahora Colegio Vicente Nacarino, golpeando
la puerta de chapa que daba al patio central. Puerta que ha sido
sustituida por otra de estilo barroco no original, en las obras que
hicieron años después, para la llamada Hospedería de San
Francisco.
Entrada al convento actual |
De
niño fuimos a una fiesta en las habitaciones de arriba del edificio,
donde vivían cuando Alonso Moreno de la Cova estaba en Palma. Fueron
invitados los sirvientes (y antiguos sirvientes, como mi madre) y sus
hijos. En una sala dieron una merienda y los niños actuaron para los
“señores”, algunos cantaron, otros recitaron algo o contaron
chistes. A mí me regalaron un sacapuntas en forma de helicóptero
azul. Siendo concejal le volví a tratar varias veces, teniendo
conmigo un trato correcto y hasta algo paternalista, recordando con
cariño a mi madre, que fue la niñera de sus hijos, Alonso y José
Joaquín. Alonso Moreno (de la Cova) de Silva, casado y divorciado de
Carmen Martínez de Sola y Coello de Portugal, periodista,
parlamentaria andaluza por el PP y Directora General de Consumo en el
gobierno de la Comunidad de Madrid, y José Joaquín Moreno de Silva,
que fue rejoneador y siguió regentando la ganadería
paterna, de origen Saltillo, cuyas reses pastan en la Vega.
José Joaquín Moreno de Silva en una mesa redonda en Peñaflor (2º por la izquierda) |
José
Joaquín estuvo una vez en mi casa, cuando vino de la mili, y me
trajo un caballo de latón, montado por un vaquero del Oeste
americano, que movía las patas con un mecanismo de cuerda, una
muestra del cariñoso recuerdo que tenía de cuando mi madre les
cuidó en Horcajo.
El Padre Paco |
El
padre Paco, Don Francisco Moreno Horcas, era el párroco de la
iglesia. Era una persona simpática, entrañable, sencilla, que vivía
en la calle Belén, en el bloque donde residió, cuando los conocí,
la familia de Manuel Pérez, “Manolín el del repuesto de la calle
Ancha”, padre de Manolo Pérez, técnico de cultura del
ayuntamiento. Fue un cura valiente que se conquistó al barrio y que
ayudó innumerables veces a pobres y trabajadores, diariamente o en
sus luchas, pues prestó cobijo al movimiento obrero, enfrentándose
a las autoridades franquistas y post-franquistas, cuando buscaban
refugio en su parroquia.
Antigua entrada del Monasterio |
El padre Paco falleció en 2004,
con gran pena del barrio y de mucha más gente. Tiene una calle con
su nombre desde antes de morir y su biografía la podemos conocer a
través del libro “Historias
de un cura bueno”
de la Editorial
Coleopar Ceparia.
También conocí allí a Gabriel Castilla, que sucedió al padre Paco
al frente de la parroquia, y que en su primera misa a la que asistí
nos recriminó a los que estábamos a la entrada, oyendo misa de pie,
como teníamos costumbre, que no pasásemos a la zona de bancos.
Luego lo tuve como profesor en el instituto y como amigo.
El patio central, donde vivía la familia de Quica, hoy día |
La
hospedería la creó Alonso Moreno de Silva en sus propiedades
heredadas del antiguo convento, zonas que han ido creciendo y
modificando su fisonomía hasta convertirse en un establecimiento de
categoría. Mi amigo Manolo Baena, antes de irse a Puente Genil,
estuvo de director del hotel durante algún tiempo. Este
establecimiento alcanzó pronto fama, especialmente con el chef Iñaki
Martínez. Hoy ya no es "la hospedería" sino el Hotel
Monasterio de San Francisco, de Intergroup Hoteles.
Iñaki Martínez, con Marta Sánchez y el grupo Olé Olé |
Allí
se han celebrado muchos eventos de todo tipo: conferencias, la Feria
del Teatro en el Sur, exposiciones... Como cliente he disfrutado de
sus servicios gastronómicos y de ocio, para tomar café, copas, para
ligar... Uno de los adornos e inscripciones, en una especie de
pergamino que tenían en el bar, hacía referencia a otra de las
leyendas de Palma, la del origen palmeño de las naranjas que
llevaron a California los franciscanos del convento palmeño, junto a
Fray Junípero Serra. Nuestro añorado Rafa Nieto nos relata y aclara
esta leyenda
en su blog. No dejéis de leerlo pinchando en el enlace que adjunto.
Pintura en el arco de entrada de Fray Junípero Serra |
En
la parroquia del convento había varias dependencias en las plantas
superiores. Allí recuerdo que dio clases Don Antonio Espejo
Canto, practicante que además ejercía de maestro y de director
de la oficina local de Fidecaya.
Falleció no hace mucho en Córdoba y era el padre de mis amigos José
Luis y Antonio Rafael. También había un grupo de Scouts, los
scouts católicos, que dirigía Miguel Vargas, el de la Papelería
San Antonio.
Vista aérea del conjunto |
En estas salas participé o asistí en la niñez y la
juventud en actividades como las que organizaba la Asociación
Cultural Vientos del Pueblo, en Ferias de libro, exposiciones, los
interminables ensayos del grupo de teatro, etc. Como me recordó mi
amigo Leonardo, allí se celebró la conferencia sobre Argentina
que impartió mi hermana Sole.
Una ventana en tiempos pasados |
Eran otros tiempos, las
iglesias se abrían a todos, fuesen o no fieles, en sus recintos se
daba cobijo e infraestructura para actos culturales y otros
acontecimientos y encuentros abiertos a la sociedad. Lástima que la
cosa haya cambiado tanto en estos tiempos recientes de integrismos y
fanatismos. Pero eso no borrará su amable y emocionante pasado.
2 comentarios:
"Toto" ha sido el único perro con el que tenido amistad, siempe he tenido miedo a los perros, aún lo tengo. Sobre todo a los perros enormes como él. Se decía que era un cruce de lobo con pastor aleman y que por eso aullaba las noches de luna llena. Yo afortunadamente nunca lo oí. No entendía cómo no os daba miedo cabrearlo cuando pasabais del colegio. Era un animal muy dócil y sobe todo potector con los suyos, cuando nos acompañaba nadie se atrevía a mirarnos. Tarde muchos meses en acercarme a èl, cada día un poquito más, y hoy por hoy es el único perro con quien he tenido relación.
¿Que no nos asustábamos? Claro que sí, y sobre todo no nos atrevíamos a cabrearle si estaba abierta la puerta o se encontraba en sus cercanías. Más de una carrera dimos tras golpear la puerta o ladrarle, pero sabíamos que no iba a salir a la calle. Sé de tus miedos a los perros, pero seguro que Toto no os atacaba, ya que te consideraba como una más de la casa, de tanto visitarla.
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