Este viernes no hay solo una foto, hay varias. La ocasión lo merece. Todas reflejan escenas de un mismo evento. Un evento importante, un acontecimiento histórico de esos que nos acostumbraron a relatar en cada telediario de la televisión pública, allá por los tiempos en que José María Aznar señoreaba por estas castigadas tierras, convirtiendo a España en el vergel de ladrillos y economía financiera que después hemos conocido. El magno encuentro y singular espectáculo sin igual fue la boda de su hija Ana con un joven triunfador en política y negocios, Alejandro Agag. En ella se dieron cita lo más granado e importante del momento. Gente guapa, muy chic, triunfadores, arrogantes, poderosos, lo más megaguay de la alta sociedad. Hoy día, empero, muchos de ellos han caído en desgracia.
Unos invitados, entonces desconocidos, uno con bismarckiano, germánico bigote. Otro con barba canosa y peinada melena engominda. Ambos luciendo palmito en la boda, sin oficio ni beneficio conocido. Eran unos de los que controlaban la red Gürtel, como se la conoció después por el apellido Correa del de la melena. La trama de mafiosos que ha sacado millonarios beneficios de la gestión del partido liderado por el padre de la novia. Y que al parecer pagaron parte de la boda. Después pisaron la cárcel.
También lucieron sus mejores galas el matrimonio, entonces feliz y viajero, de la ministra de sanidad de Rajoy, Ana Mato, y otro de los mandamases del clan Gürtel, Jesús Sepúlveda. No fueron los únicos, hubo incluso algún imputado más. Pero esta semana otros dos de los invitados son los que acaparan toda la atención. El todopoderoso presidente italiano de entonces, Silvio Berlusconi, que ha sido condenado a siete años de cárcel y a inhabilitaión perpetua por el caso de la menor Ruby. Aquella famosa niña protagonista, con otras "velinas", de las fiestas "bunga bunga" del líder de la derecha italiana. Él también fue un invitado a la boda, como amigo del padre. Le vemos en la foto del comienzo, con el otro protagonista de la semana, Luis Bárcenas, que lleva un día en la prisión de Soto del Real, por riesgo de fuga, tras llevar su caso 4 años en la palestra. El ex-tesorero del PP, a quien le agradecieron su magnífica labor, cuando dimitió, aunque siguiese con despacho, chófer y sueldo del partido, como nos explicó de forma marxiana la secretaria general, Maria Dolores de Cospedal. Ellos también estuvieron en la boda. Gente importante.
La boda fue en 2002, en los tiempos de la mayoría absoluta de Aznar. Once años después del brillante espectáculo solo queda el recuerdo de algo que suena a novela picaresca. El Escorial convertido en el patio de Monipodio, el patio de los ladrones de la novela del genial Cervantes, Rinconete y Cortadillo. La España imperial se desnuda y quedan en evidencia sus miserias. ¡España va bien! Bien jodida, por los de siempre.
2 comentarios:
¿Cómo sería hoy la obra de animalario sobre esta boda? Me gustaría ver la versión actualizada
Supongo que meterían a Garzón y a la policía en el elenco.
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