Más apretujados que en el metro podríamos decir que están estos edificios. Uno es una iglesia, antigua capilla de un palacio, que quedó exenta en otros tiempos, tras dejar el edificio principal de prestar su función. El otro un edificio moderno, que han construido ocupando al máximo el espacio posible que hay junto a la iglesia. Tanta es la cercanía y tanto el desprecio al edificio histórico, que han tenido que derribar parte del nuevo, haciendo como una muesca por donde pueda pervivir el contrafuerte del templo. Para colmo la antigua gárgola que sirve para evacuar las aguas pluviales roza con los muros del bloque de pisos. Y, para hacer posible que siga cumpliendo su misión, han tenido que colocarle un embudo con el que desviar su contenido acuoso hacia el bajante que recorre al fachada de los pisos. Con lo fácil que habría sido dejar el espacio que circunda el templo libre. Pero había "furor edificatorio", para aprovechar las plusvalías y los beneficios, a cualquier precio. Toda una desfachatez.
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