Las noticias sobre la expropiación de la mayor parte de las acciones de Repsol en YPF, por parte del estado argentino, nos tienen ocupados, además de la dichosa cacería del rey y su accidente (y todos los "daños colaterales"), en estos días. Ayer se confirmó la noticia, a pesar de lo que los propagandistas del gobierno nos contaron el fin de semana (vean la portada del sábado de La Razón). Desde la toma de posesión de este gobierno nos están intentado hacer creer que nuestro país se ha puesto en cabeza del "concierto internacional". Las palabras del ministro de exteriores, José Manuel García-Margallo, algo chulillas, cuando le contestó a un eurodiputado británico con un "¡Gibraltar español!", son prueba de cierta prepotencia que se ha instalado en el ministerio de exteriores.
Cuando Margallo se entrevistó con Hillary Clinton en febrero pasado le dijo: "¡España ha vuelto!" Era la constatación de dos cosas. Una, que buscaba el apoyo de Estados Unidos a través de la sumisión, como en los tiempos de Aznar. Por la política conservadora de alinearse con los anglosajones, en lugar de propiciar la construcción europea. Dos, que nuestro ministro, como su gobierno, piensan que solo ellos son España, que solo si se tiene su ideología y visión del país, se es realmente nacional español. Algo apestosamente rancio que me recordó aquel cartel de la guerra civil, que reproduzco y cuyo lema suena a palabra de ministro.
Lo de YPF también está mostrando algunos síntomas de visión errónea.
Parece como si este gobierno, agobiado por sus problemas internos,
buscara desviar la atención con "el enemigo exterior", a la imagen de lo
que hicieron sus antecesores ideológicos con la isla Perejil. O
como han hecho los gobiernos conservadores de todo tipo, a lo largo de
la historia. Lo mismo que hace Argentina, al parecer, con esta
expropiación: acudir a los sentimientos nacionalistas.
Sin duda Repsol es una empresa española y merece ser defendida, pero también el asunto de la expropiación se podría haber llevado de otra manera. Somos muchos los españoles que pagamos a precio de oro los productos de Repsol y otras compañías: la gasolina de 95 octanos está por encima de 1,5 euros por litro. Y no nos defiende este gobierno. No nos debe considerar agredidos como sí considera a Repsol, aunque le vayan a pagar sus acciones (por eso subió la bolsa con el anuncio la semana pasada). Tampoco se planta ni protesta, amenazando con medidas enérgicas, este gobierno, con las exigencias económicas de Angela Merkel y sus fieles seguidores de la Comisión Europea. Y, que yo sepa, la canciller alemana no es española (o sí, por tener la misma ideología que el PP). Ya nos gustaría ver la misma contundencia con que defienden a una empresa privada.
Me temo que todo ese lenguaje belicista que han mostrado en estos días es solo bravuconería, que no ha hecho sino agravar el conflicto. Cuando lo que se quiere es resucitar aquella España de charanga y pandereta, aquella orgullosa de sus hidalgos empobrecidos y arrogantes, pero incapaz de producir y buscar el bienestar de sus habitantes, solo empeñada en tener negocios para unos pocos, mientras los demás somos contentados con fútbol, banderas, colonias, procesiones, y glorias imperiales trasnochadas; cuando éste es el objetivo, poco podemos esperar, salvo ver, entre divertidos y pesimistas, al mismo tiempo, cómo seguimos perdiendo oportunidades de progresar y salir de la crisis. Veremos cuales son las medidas que anunciaron ayer y que tomarán en los próximos días. ¿Serán también más "nacionalismo"? Al menos, nos queda Berlanga, o la caricatura de su incisiva obra, fielmente retratada en este vídeo.
1 comentario:
Hola Schevi,
Yo también he escrito sobre esto, más o menos en tu línea:
http://larepublicaheterodoxa.blogspot.com.es/2012/04/repsol-patrioterismo-e-idiotas.html
Saludos,
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