domingo, 12 de agosto de 2012

La calle Purísima. Los marmolillos.


Cuando escribí la entrada Recuerdos de parte del antiguo arrabal medieval, mi barrio mencioné dos calles peatonales a cuyas entradas y salidas impedían el paso del tráfico rodado dos marmolillos de granito: la calle Violante y Jorge, y la calle Purísima. Sobre la última de ellas hubo comentarios que hablaban de la reposición de éstos tras las obras. 


Efectivamente, en 2010, se efectuaron obras para la "dotación integral de infraestructuras" con cargo al  Fondo Estatal de Empleo y la Sostenibilidad (conocido como segundo Plan E). Se volvió a pavimentar con losas la calle, además de adecentar los arcos que hay en sus extremos, pero no se volvieron a colocar los dos marmolillos, sustituyéndose uno por un pivote removible de metal. 


La calle es antigua y no siempre ha tenido estos obstáculos que conocimos en la niñez. La imagen del principio, de 1952, no recoge los famosos pivotes de granito. Está realizada desde la calle Ponce. No había edificios modernos como vemos en la actual, donde se aprecian estos pivotes pintados de un horroroso azul celeste. Entonces no estaba pavimentada con losetas y el cableado del suministro eléctrico discurría por unos antiestéticos postes, incrustados en las paredes, cuyos restos podemos ver en las nuevas imágenes, incluso en la que hay con el detalle del arco de la entrada por la calle Ponce, donde estamos todavía situados, en el que está el mosaico de azulejos con la imagen de la Virgen y el rótulo que da nombre a la calle.


Sin embargo, en esta otra imagen, del archivo de José Onieva (fallecido no hace mucho, por cierto), el de la Cantarería Onieva, sí vemos un rudimentario "marmolillo" de madera, una estaca clavada a la entrada por calle Ríoseco, para impedir el paso. La foto es del 3 de julio de 1952. De la misma época que la primera. Cuando ya tendrían la idea de que fuese peatonal, sin remisión. En la imagen vemos unas estrechas aceras y el suelo cubierto de la tradicional piedra de río con que se cubrían muchas calles del entorno, en muy mal estado. Más tarde la cubierta de losas típicas de los acerados fue la que sustituyó al empedrado tradicional, delimitándola como zona peatonal, junto a los obstáculos de piedra.


Seguro que razones de seguridad son las que han obligado a su sustitución por los pivotes de quita y pon. El miedo a no poder entrar allí los bomberos, en caso de incendio, lo habrá forzado. No son raras las discusiones sobre estos artilugios en Palma del Río, entre los propios vecinos y entre algunos de éstos y el ayuntamiento. En zonas cercanas la polémica no ha cesado nunca. Y, como decía al principio, en los comentarios de aquella entrada del blog, y en otros recogidos por otros medios, se abogó por la reposición de los marmolillos, por motivos sentimentales, históricos y estéticos. Veremos qué pasa en un futuro. Por ahora ha ganado la fealdad, junto a la seguridad

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