El accidente del tren Alvia en Galicia nos ha conmocionado. Es terrible que mueran 78 personas de una vez (el último recuento, según la policía científica) y que haya decenas de heridos en el mismo accidente. Un accidente en un medio de transporte moderno, que debería ser más seguro, además de rápido y confortable. Las discusiones sobre sus causas y las imágenes del descarrilamiento y sus consecuencias, con el amasijo de metal, los vagones destrozados y los cuerpos de las víctimas sobre las vías inundan la red. Pero yo no voy a dedicar la foto del viernes a esas instantáneas tan manidas e insensibles. Para mí la que se merece el realce de hoy es la de otra imagen que surgió inmediatamente de conocido el percance. La foto del viernes es la de las colas en los hospitales gallegos y de otros puntos de España, formadas por voluntarios para donar su sangre para atender a los posibles heridos. Es la foto del hospital de Santiago de Compostela, cuyas entradas estaban colapsadas de donantes, repletas de solidaridad, esperando para ayudar a salvar vidas. Una foto de un twittero (Blueevo: @blueevos) que publicó inmediatamente de tomada. Era la constatación de que el ser humano se engrandece en la tragedia. Llegaron los médicos a pedir que se dejara de donar esa noche, que lo importante era que fuesen a los hospitales al día siguiente, para asegurar el suministro. Derroche de sangre, derroche de solidaridad. Alguien dijo que esa imagen era la verdadera "Marca España". ¡Cuanta razón! Cuanta emoción.
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