viernes, 5 de julio de 2013

Feria de Teatro en el Sur: Tomar partido y La venganza de Don Mendo


Las obras de ayer, fueron típicas obras de texto. La primera, "Tomar partido" de la compañía sevillana La Fundición, una obra de dos horas de duración (con 15 minutos de intermedio), del sudafricano Ronald Harwood. Dirigida por Pedro Álvarez-Ossorio. Una obra para implicar al espectador, para pensar. Fue a las 10 de la noche en el Teatro Coliseo. 

Un escenario que nos lleva al Berlín de después del fin de la Segunda Guerra mundial, repleto de escombros, donde las tropas ocupantes intentan preparar los juicios contra los culpables de los crímenes de guerra del nazismo. En este caso vemos el interrogatorio de un famoso director de orquesta, Wilhelm Furtwängler (interpretado por el veterano Roberto Quintana, que fue director del Centro Andaluz de Teatro), al que acusan de colaborar con el régimen de Hitler y, por tanto, ser cómplice de sus barbaridades. La investigación la dirige el comandante Steve Arnold (encarnado por Antonio Dechent), un empleado de seguros encargado de las reclamaciones en la vida civil, un verdadero perro de presa. A toda costa tiene que probar la complicidad del músico, que tuvo la ocasión de huir de Alemania, pero se quedó. Por allí están presentes la secretaria del comandante (la hija de uno de los militares que atentaron contra Hitler, que fue fusilado), un teniente de origen judío, y varios de los antiguos músicos de la Orquesta Nacional de Berlín que compartieron vivencias con el investigado. Éstos últimos intentan exculpar al director, por el que profesan una admiración, casi una devoción religiosa. Rocío Borrallo, José Manuel PogaEmilio Alonso y José David Gil se encargan de darles vida.


Nos intentan poner en un dilema: si exculpar o condenar al músico, que prefirió su arte a la implicación política contra la dictadura fascista y totalitaria. Es la tensión dialéctica que traspasa toda la representación y en la que se implican los personajes, que cambian de punto de vista durante el transcurso. ¿Tuvo que irse el músico si, como dice, odiaba a los nazis? ¿Se enfrentó hasta con el mismísimo Hitler, como intentan demostrar al comandante? ¿Tuvo amistad con los jerarcas del régimen? ¿Perteneció al partido nazi? ¿Fue obligado a colaborar o lo hizo de buen grado? ¿Se puede escapar de la presión de un régimen que lo controla todo, hasta la vida privada? ¿Debe estar el arte subordinado a la política? Estas preguntas revolotean permanentemente en los sucesivos interrogatorios y nos lleva a preguntarnos a nosotros mismos si muchas veces no seremos también cómplices de las injusticias que nos infligen nuestros propios gobernantes. La respuesta, para el espectador.

Sin duda una gran obra, que mereció empezar antes, pues, como siempre, fuimos con retraso. 


Por último asistimos a la Casa de la Cultura, donde se representó "La venganza de Don Mendo", la conocida comedia de Pedro Muñoz Seca. Adaptada por Ángel Calvente para su compañía malagueña de títeres El Espejo Negro. 

Nos divertimos un buen rato con esta obra que, a pesar del tiempo, no pierde interés. El formato de marionetas no le sienta nada mal. La adaptación es adecuada. A ello contribuyen algunas sorpresas, como las actuaciones musicales, entre las que destaca la presencia de un títere del cantante Raphael. Y también algunas referencias contemporáneas al cine o el recurso a "animalizar" algunos personajes. Teniendo en cuenta, además, que terminó sobre las tres de la madrugada y no nos dormimos, el resultado es digno de aplauso. El estilo burlón y provocador de la compañía, sin duda, ayuda a que esta historia de celos y venganzas, en verso, y en un contexto medieval, gane muchos puntos para el espectador moderno. Un buen punto final para la jornada del jueves. 

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