martes, 28 de febrero de 2017

Andalucía, sus tradiciones y sus retos


Hace unos años, de viaje de vacaciones por el País Vasco, estuvimos en Bilbao, coincidiendo con la Aste Nagusia, la Semana Grande. Tras un buen paseo por el casco histórico, nos paramos junto a una carpa donde, con bastante público sentado delante, unos bertsolaris entonaban, compitiendo entre ellos, sus creaciones poéticas. 


Uno de nosotros me dijo "¡qué nacionalistas son esta gente!", tras ver cómo se desarrollaban las fiestas. Junto a la ría las txoznas vendían sus productos adornadas con pancartas, murales y emblemas de claro corte nacionalista. Las tascas rebosaban gente que bailaba y cantaba al son de músicas autóctonas, con instrumentos propios. Incluso unos grupos animaban las calles tocando melodías del lugar, ataviados con ropajes tradicionales y tocados con las clásicas txapelas.


Yo le contesté: "Estamos en sus fiestas tradicionales, así que las viven según sus tradiciones. Unos serán nacionalistas y otros no. Lo que pasa es que, para nosotros, son extrañas, porque no las vivimos en Andalucía así." Y continué poniendo un ejemplo de lo que a otros extrañaría. "Imagina que alguno de estos que están por aquí bajan a Palma, durante la feria. Verán mujeres camino del Paseo vestidas de gitana, cantando y haciendo palmas por sevillanas. Caballistas vestidos con sombrero de ala ancha, chaqueta corta y montando con su pareja, vestida de gitana, a la grupa. 


Cuando entren por el paseo, la música serán sevillanas, rumbas o flamenquito. Las casetas y los bares tendrán farolillos y banderines, con música también similar y estarán decoradas con elementos tradicionales (mantones de manila, abanicos, motivos taurinos, castañuelas, guitarras, etc.) ¡y hasta en las lonas y cortinajes predominarán los colores blanco y verde! los de la bandera de Andalucía, además de los socorridos lunares. El vasco que nunca haya venido a una feria dirá también: "¡qué nacionalistas son esta gente! ¡todo hace referencia a sus tradiciones!". Y unos lo serán y otros no, como pasa en su tierra."


Se quedó pensando mi acompañante y me contestó: "tienes razón". Cada uno ve las cosas según acostumbra a vivirlas, y si no es lo que ve corrientemente, le parecerá que lo ajeno que ve en su visita es fruto de de algún fanatismo o empecinamiento en lo indígena como el de los nacionalistas.


Los nacionalistas acostumbran a manipular la cultura popular para conseguir el apoyo a sus tesis a base de exprimir sentimientos, como los que provocan las tradiciones. Pero un pueblo es más que sus tradiciones. Y Andalucía tiene sus tradiciones muy arraigadas, sí, pero como país y como pueblo son algo mucho más rico e importante. Pensar en Andalucía no es quedarse en su folclore, su Rocío, sus ferias, su flamenco, su aceite de oliva o sus jamones ibéricos. Incluso estas tradiciones se han terminado convirtiendo en productos de consumo, muchas veces alejados de su raíz, como le pasa a parte de su gastronomía, como vemos en este letrero de un restaurante madrileño, de la Plaza Mayor.


Cuando hace 37 años, muchos andaluces nos movilizamos para tener una autonomía política de primera, no fue para defender y disfrutar de las tradiciones solamente. Fue para dar a un giro a la situación de postración que vivíamos, relegados a un papel secundario en España. Para tener un futuro mejor, con empleo de calidad, servicios públicos para todos y de calidad, para acabar con desigualdades sangrantes con otros territorios peninsulares. Hoy día, tras ese tiempo, muchas cosas han cambiado, pero otras no. Tenemos uno de los índices de paro más altos de España, y nuestra economía no encuentra nuevas salidas para nuevos sectores que den empleo. Nuestra sanidad y educación pasan por problemas, gracias a los recortes impuestos con los excusa de la crisis. Los servicios sociales están estancados, con un sistema de atención a la dependencia que no llega a todo el que lo necesita, por ejemplo. Hemos conseguido avances, pero hay retos graves e importantes, que hoy también hay que tener presentes, además de celebrar festivamente nuestro día como comunidad. 

Como yo no soy nacionalista, no voy a caer en la trampa del folclore. La cultura popular está muy bien, mas todo pueblo se merece mejorar sus condiciones de vida, se divierta con lo que se divierta, como hacen en el Norte y hacemos en el Sur. Un día como el de hoy debemos recordar, como aquel 28 de febrero de 1980, que Andalucía también se merece mejorar.