Ayer fuimos a ver al Teatro Coliseo la obra "Una noche con Gabino. 8 años después". Obra dirigida por Gina Piccirilli, donde el famoso actor nos cuenta su vida durante más de hora y media, sin descanso. Nos lo pasamos bien, y el no muy abundante público (una pena) que asistió, también.
Vimos a Gabino Diego, relatarnos su objetivo en la vida y qué ha hecho en ese tiempo para conseguirlo. Bueno, sus dos objetivos: ir a Hollywood, y ligar. Y de cómo se ha convertido en el bobalicón más entrañable del cine español. Porque, con la ayuda de su abuela (a la que imita en varias ocasiones), nos demostró que sus dotes para la música (nulas, porque siempre desafina) le impulsaron a hacerse el tonto y así ganarse un lugar en el cine con su primera película, "Las bicicletas son para el verano" (cuyas críticas a su mala actuación recita de memoria), ya que le expulsaron del coro del colegio (donde ya le acusaban de buscar burros volando, por las ventanas). Sin embargo Gabino nos demuestra que sabe actuar y hasta cantar. Y por supuesto, sabe imitar, asumiendo el papel de Fernando Fernán Gómez (que le tuteló después de darle la oportunidad), de su amigo Jorge Sanz, Maribel Verdú, Penélope Cruz o Miriam Díaz Aroca (con quienes forma elenco en Belle Epoque) o el de Elvis Presley, personaje que le persigue desde la niñez, cuando su abuela le hizo un traje del cantante. Además se atreve con Zapatero, Aznar, Rajoy, Obama, Carmen de Mairena, Quique San Francisco...Incluso con el Rey, que le felicitó por el Oscar de Belle Epoque ("pareces de la familia"), a pesar del temor que tenía de que le dijese algo por la otra película que le hizo famoso: El rey pasmado.
Llenar y hacer coherente esta obra, algo más que esos monólogos que están tan de moda, no es fácil, y en algún momento se nota, teniendo que recurrir a la participación del público para buscar la complicidad, aunque, por las risas que se escucharon, no fue necesario usar muchos trucos. Su deseo de ir a lo más alto (Hollywood) se cumplió con el Oscar, pero el otro objetivo también le sirve de hilo conductor: ligar. Y nos muestra cómo va buscando el cariño (y algo más, claro) en todo su quehacer, aprovechando su carrera, incluso lanzándose a recitar los poemas de un amigo que, como no, además de mostrarnos una vertiente más romántica, no puede evitar ser cómico ("todos se ríen cuando digo lo de la maceta"). En fin, como comentamos después, en la cena, este hombre, encasillado por suerte o para su desgracia, como el feo y tontarrón del cine nos enseñó que tiene recursos, que es un magnífico actor, incluso en el teatro, que como otros y otras tal vez se vea desplazado por un cine que ya no cuenta tanto con él, aunque podría dar más de sí en papeles de otro tipo, diferentes a los habituales. Que canta, que nos hace reír, soñar y hasta bailar. Y que los ocho años que lleva representando esta obra auguran al menos otros ocho más, espero, de éxitos que sigan abriéndole puertas como se merece el pedazo de actor que es. Una obra recomendable.
1 comentario:
Y que lo digas, María. Pero es que no lo sabe la mayoría de los palmeños/as que van en masa al teatro solo cuando tenemos la feria anual en el verano. El resto del año, si la gente va al Teatro Coliseo, es porque hay algún desfile de modelos,recital de "flamenquitos" o una obra traída para recaudar fondos por alguna hermandad o asociación benéfica. ¡Y luego nos quejamos de que no hay nada en Palma!. En fin. Bueno también he de decir que no hay programación estable (algo insostenible) y que también algunos nos hacemos 53 kilómetros para ir al Gran Teatro de Córdoba, donde la programación es casi todo el año.
Besos.
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