lunes, 22 de abril de 2013

La Plaza de Abastos y su entorno, el centro del casco de Palma



Tras echar un vistazo al Bar Charneca pasamos a deambular de nuevo por el callejero palmeño de la infancia, en busca del colegio San Sebastián, el colegio de El Paseo. Para ello deberemos detenernos en el Paseo Alfonso XIII, junto al JardínReina Victoria, del que ya hablamos, y en todo el entorno del barrio de San Francisco, con el Convento como centro neurálgico. Antes penetraremos por un eje fundamental para desplazarnos hacia allá: la calle Portada. Una vía que conecta con otras principales, a modo de Cardo romano, comunicando de norte a sur todo el casco urbano de aquellos tiempos.

La plaza del guardia

Para ello retomamos el relato de la calleFeria, en su primera parte, para dejarla atrás y adentrarnos en la Calle Castelar. Como decía entonces, la calle Feria empezaba haciendo esquina con la Calle Ponce. Frente a esa vía estaba la Papelería Guzmán, que regentaba Pardo. En la misma línea, tras otra casa, una relojería y la mercería que pertenecía al relojero Antonio Martínez León. Dos locales pequeños, propiedad de un señor mayor que luego me enteré que era afiliado al PSOE (de los antiguos). En la mercería trabajó Antonio Almenara Logroño, un antiguo compañero del Colegio San Sebastián y fui cliente hasta que cerró. Seguidamente una casa, en el número 6, con un bonito patio empedrado, con árboles, y con un escudo (cuya imagen he obtenido del PGOU) en la fachada, adornado con pinturas murales que fueron descubiertas en un curso de verano. Todos estos edificios han desparecido hoy día, ocupando su solar unas viviendas modernas, con patio y piscina interior.

Escudo y fachada ya desaparecida en C/ Castelar

Avanzando tenemos la Casa de Campo de la Casa Palacio del Marqués de Monte Sión, donde estuvo el comercio de Delgado, regentado en sus últimos años por los hermanos Antonio y Pepe, ya fallecidos. Ese fue un comercio de referencia para mí hasta que se jubiló Pepe, y conservo muchas prendas de entonces, por su calidad. Cada vez que iba a comprar echábamos buenos ratos hablando de Palma, sus problemas, y de recuerdos históricos y personales interesantes. Algo a lo que ayudaba el sabor decimonónico del local, con estanterías de madera antiguas, un mostrador labrado y columnas de hierro fundido. La Casa Palacio, que fue después de la sociedad Gademar (palabra formada por las iniciales de García, Delgado y Martínez, los socios), la arrendaron al Círculo de Recreo, el Casino, y en ella también fundaron la primera cafetería moderna palmeña, la Gademar, que vemos en la imagen del principio, a la derecha, que más tarde pasó a ser el local de la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba, que estuvo en la calle Ancha (esquina con calle La Higuera), luego absorbida por el Monte de Piedad. En la acera de enfrente recuerdo la casa de los Egea, haciendo esquina con la calle Ponce, o la confitería de los Valencianos, que luego se trasladó a la plaza del guardia, cuando la Farmacia de Enrique González del Rey se ubicó en su lugar actual, que en la primera imagen es el establecimiento provisional del Banco Hispano-Americano, mientras realizaban las obras de su último edificio, una “construcción moderna”, con mucho ladrillo visto, que sustituyó a la antigua construcción, de mucha mayor belleza (como vemos en la imagen recuperada por la asociación Saxoferreo) y tristemente perdida, como otros inmuebles del entorno. Ese local fue también salón de juegos y el Bar El Caobo, según me han contado. También estaba por allí la otra tienda de calzados de La Alicantina, la antigua alpalgatería. De este tramo no me puedo olvidar del puesto de castañas, de los Bariches, que se colocaba en la esquina de la calle Manga de Gabán cada otoño y donde siempre parábamos a comprar las castañas asadas, mientras estrenábamos el abrigo de la temporada.

Antiguo Edificio del Banco Hispano Americano

Tras pasar la plaza del guardia (Plaza del General Franco) llegábamos al Bar el Metro, en la antigua calle Calvo Sotelo (hoy Castillejo), que tenía a su vera un poste de cables en forma que a mí me recordaba la Torre Eiffel, pero más estilizada, donde colgaban una pizarra en la que escribían los encuentros del equipo local de fútbol y las quinielas, creo, y también la cartelera anunciadora de las películas del Cinema Jardín, el cine de verano anejo al Cine San Miguel. Allí destacaban el comercio de Rafael González, donde de pequeño iba a por las bombonas pequeñas que se usaban para las estufas que teníamos en casa. En frente, pasado el Banco Hispano-Americano, el Bar de Pesito, pequeño y con mucho sabor, famoso por ser el local donde se echaba la quiniela. El bar estaba en la planta baja de la casa de Guillermo Jiménez, el oculista, antes de las oficinas de Fidecaya, cuyo director era Antonio Espejo, el maestro y practicante, junto a la casa de Antonina Gamero, que daba a la calle Escamillas. Cruzando la calzada, estaba y está el bar Rafael, de arquitectura neomudéjar, haciendo “juego” en arquitectura regionalista con la Plaza de Abastos (de estilo neobarroco). Le seguía (volviendo a la plaza del guardia) una de las entradas de ese mercado municipal, por donde pasaba con mi madre de pequeño. Recuerdo una vez que, estando ella de luto por algún pariente muerto, me confundí y me agarré a los faldones de otra mujer, también de negro, con la que ella estaba hablando en el pasillo de entrada de la plaza. Las risas me hicieron percatarme del error, al ver un rostro que no era el habitual. Esa puerta fue cerrada tiempo después y enajenado ese tramo, que se incorporó a las nuevas oficinas del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Las oficinas de la actual CajaSur habían experimentado diversas reformas desde la inauguración, acto que recoge la imagen, desapareciendo esos arcos de la entrada, arcos que guardan similitud con los del edificio del comercio de Rafael González y que hoy aún conserva, en las oficinas de Cajamar.

Inauguración de las oficinas del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba

En la Plaza de España actual, en aquellos tiempos plaza del General Sanjurjo, tras la mercería de Belencita Ruiz y en la planta baja de la misma casa, recuerdo la Pastelería del hijo mayor de Luis Ruiz, El Bollito, Antonio, que luego fue la tienda de modas Rocky, y después otros establecimientos. Más adelante La Peña del torero ManuelFuillerat “Palmeño”, a la que me referí cuando hablamos de la otra peña taurina, la de El Cordobés, que tenía Charneca en su bar. En su lugar se instalaron los Billares de Paco Castillo, conocido como “Al Capone”, un lugar muy frecuentado por los amigos y por mí, en la época de la adolescencia, cuando se empieza a salir y sitios como éste se convierten en el punto de encuentro fundamental.

El Palmeño

En la plaza destacaban el Bar Rinconcito, de Manolo “Aruja”, que aún existe, regentado por su hijo. Local pequeño, de ahí su nombre, famoso por sus tapas, como el huevo rebozado, que elaboraba con esmero la mujer del dueño. Y junto a él, haciendo esquina con la calle Plata, Confecciones Giralda, donde atendía un señor con fino bigote y gafas (lo recuerdo muy a la moda de los años 60) que, además, arreglaba radios y televisores. Fue muchas veces a mi casa a reparar la vieja televisión en blanco y negro, pues lo conocía bien mi padre. El local que ocupaba fue posteriormente añadido al Bar Rinconcito, tal como está en nuestros días. En la planta alta vivió Federico Fuentes, durante muchos años Tesorero del Ayuntamiento, que se mudó a la calle Pastores cuando se hizo allí una casa, huyendo del bullicio que generó posteriormente el bar, cuando cambió el ambiente.

Entrada del Mercado Público

También teníamos (y tenemos) la presencia en la plaza del Mercado Público, el Mercado de Abastos, o la plaza de abastos, como la llamábamos. Un espacio con “gran sabor, y olor”. Los olores de los productos que allí se vendían, como antes, en los tiempos en que las condiciones higiénicas y de presentación eran menos cuidadas, aunque, no por eso, menos sanas. Olores que identificaban cada puesto. Sabores que publicitaban la calidad de los productos, cuando te ofrecían que los probaras. La entrada principal era por esta plaza, pues tuvo otra entrada, como dije antes, por la calle Castillejo.

La Plaza de España, tras las obras de reurbanización

Construida en 1930, presenta una portada estilo regionalista, neobarroca, de ladrillo visto. En su interior (muy reformado varias veces en épocas posteriores) un patio central servía para distribuir a su alrededor los puestos, principalmente carnicerías, así como puestos de frutas y verduras, con algunos en el centro del patio. Entonces, además, contaba con la llamada “nave del pescado”, un espacio dedicado a las pescaderías, al que se entraba por un lateral del patio y que tenía salida a la calle Plata, hoy remodelado y convertido en escuela infantil municipal. En la plaza mi tío Emilio, hermano de mi padre, y su mujer, tuvieron puestos de carne, que luego regentaron sus hijos varones, hasta la jubilación. Ni que decir tiene, que éste fue un lugar muy frecuentado, tanto en mi niñez, como en los años siguientes.

La nave del pescado de la plaza de abastos

Ya solo me queda reseñar dos puntos importantes, la Farmacia de Chacón, en un edificio exento a la entrada de la calle Portada, cuya rebotica da a la plaza y en la que prestó servicios mi padre. Así como el comercio de Juanito Rodríguez, con uno de sus escaparates en la plaza, junto a la Peluquería Palma, que instalaron en los años 70 Pepe Carrillo y Manuel López Maraver, que fue el primer alcalde democrático de Palma, tras la muerte de Franco, lugar donde se puede decir que se refundó el PSOE en la Transición. La vivienda familiar de Rodríguez ocupa la planta alta de una casa haciendo esquina con la entonces Calle Queipo de Llano. Y eso ya nos abre el camino hacia otro capítulo por este recorrido que nos llevará al Paseo. Así que seguiremos caminando por aquí otro día.

9 comentarios:

Mari Carmen Navarro Ruiz dijo...

Hola, amigo. Nuevamente enhorabuena por tu artículo. Me ha traido recuerdos maravillosos de esos lugares, de otros tiempos. Sin embargo, me pone triste la idea de preguntarme por qué Palma ha cambiado tanto, por qué se han destruido tantos edificios y construcciones... Si algo envidio, cuando visito ciertos pueblos, es la conservación de su personalidad arquitectónica que les otorga enorme personalidad. Besos

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Mari Carmen. Es una pena, como dices. En Palma en los años 70 se pensó que ser modernos y "pudientes" era construir mucho derribando edificios antiguos. Esos, muchos, eran verdaderas joyas que se perdieron. Para colmo nos convirtieron en un museo del feísmo con tanto piso, ladrillo visto y hasta azulejos en las fachadas (como cuartos de baño).

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu apartado de Geografía Evocadora, es realmente interesante. Al leer tu último artículo me surge una duda ¿Cual era la casa de campo del Marqués de Monte Sión? La casa en la que luego se ubicaba el comercio de delgado, o ¿la casa que hace esquina con calle Ecijuela?

Anónimo dijo...

Por cierto te animo e invito a que sigas escribiendo artículos de este tipo frecuentemente, son deliciosos. Creo que quizás un día podrías escribirnos sobre lo que fue la avenida Santa Ana y lo que ha llegado a ser. Probablemente sea interesante ver la evolución en 50 años.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, comentarista Anónimo. Respondo a tu pregunta. La Casa Palacio del Marqués de Monte Sión, era la que empezaba en Calle Castelar, con la Plaza del Guardia, y tenía entrada por la calle Cigüela. Fue donde estuvo el Casino, el Círculo de Recreo, y la cafetería Gademar. Fue derribada en los años 70. La casa de campo era el edificio que todavía existe, donde estuvo el comercio de Delgado y antes el de Antonio Ruiz "el cuco", antes de instalarse en la calle Feria, esquina calle Barbera.

Sobre la Avenida de Santa Ana no descarto escribir también algo. Como siempre desde la perspectiva de mis recuerdos de la niñez. Y, como dices, su evolución es interesante y espectacular, teniendo en cuenta que era (y es oficialmente) una carretera de las afueras del pueblo.

etcetera, etcetera dijo...

Es maravilloso transportarse en el tiempo gracias a tus lineas. Hay cosas que magicamente vienen a tu mente cuando te la refrescan. Siempre es un placer leer tus artículos

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

La memoria es como un músculo, hay que ejercitarla para que funcione. Por eso es sano hacer ejercicios de memoria. Y además es placentero.

Muchas gracias, etcetera, etcetera.

TATE dijo...

Estimado SCHEVI hoy es el primer dia que veo tu bloc y perdona ,no se si esto ya lohas puesto, te falta que todo el frontar de donde vivia el Cosario Romero entre su casa y la del comercio de Delgado existia una casa con muchos vecinos donde vivio CARMEN LA PERDIGONA familia de los Picadores Sanches y mas vecinos y
frente la Drogueria de Juan Ceballos seguido de la Confitria Maisa seguido de Manolo Gimenez (el padre) y la familia Egea en la
esquina ya que esas casas hacian un pequeño rincon .Animo fabuloso ,TATE

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Bienvenido TATE. Alguna de las cosas que mencionas he reseñado. Recuerdo la droguería de Juan Ceballos, pero no donde dices, sino en la calle Feria, haciendo esquina con la calle Ponce, donde se trasladó después. Y la confitería de Maisa también, aunque no la nombré porque no estaba seguro. Una amiga, Carmela, me la recordó hace unos días. Era de la abuela de Celia, la que ahora continúa con el negocio en la Calle Portada. La casa de vecinos que mencionas creo que es la casa del escudo en el balcón, que tenía un bonito patio. Me tienen que faltar muchos puntos de cada calle que recorro, pues no pretendo hacer historia, sino solo escribir sobre mis recuerdos, y esos son siempre, para todas las personas, parciales y subjetivos. No obstante aportaciones como la tuya son siempre bienvenidas y un complemento ideal para mis relatos.

Muchas gracias. Seguiremos paseando por los recuerdos de la Palma de la niñez.