Hoy pensaba hablar del aniversario de la abdicación de Juan Carlos I como rey de España, pero otro acontecimiento se ha cruzado por el camino. Mejor, así no saco el enfado que muchos compartimos por lo poco que han cambiado las cosas en este año transcurrido desde aquel "acontecimiento histórico". Prefiero mostraros dos imágenes más tiernas captadas por Ana, mi mujer esta mañana.
Cuando fue a regar las plantas se encontró con un nuevo vecino. O mejor dicho, con el habitáculo de unos nuevos vecinos, de los que no nos habíamos percatado. Ya hacía tiempo que se veían gorriones posarse en el balcón del salón. Suponíamos que buscaban el frescor de las plantas, que, aunque sean pocas este año, vuelven a llenar de color y alegría la reja del balcón, como ya comenté hace días en el blog. Y también los observábamos beber en las macetas o los platos que tienen algunas debajo, cuando tenían el resto del agua que sobraba del riego periódico. Lo que no nos figurábamos era que, entre los visitantes, había una pareja de gorriones habitual.
Esta mañana, al repasar las flores, Ana ha encontrado el habitáculo, un nido escondido entre los tallos, las hojas y flores de los geranios. Y tenía un huevo, dentro, así que estaba sirviendo para aumentar la familia de pájaros visitantes. Un nuevo vecindario alojado en nuestra fachada, a salvo de miradas indiscretas y de predadores indeseados. Lo malo es que esta tarde ya no estaba el huevo. No sabemos si se ha caído por alguna causa o si los papás de la nueva criatura han decidido trasladarlo a otro lugar más seguro, por haber sido descubiertos. Ojalá un nuevo gorrión, aunque sea fuera de nuestro alcance, vea la luz pronto para surcar nuestros cielos cercanos. Da alegría ver cómo la vida sigue su curso sea donde sea, a pesar de todos los pesares.
1 comentario:
Y tenemos nuevo huevo en el nido.
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