sábado, 16 de abril de 2016

La boda de Manuel Benítez, el cordobés


A cuento de las noticias que comentaba en la entrada anterior, esta semana hablaba con una compañera de trabajo sobre la boda de Manuel Benítez "el Cordobés" y Martina Fraysse. Fue en octubre de 1975, un acontecimiento de "relevancia planetaria", como otro que ocurriría poco después, en noviembre, la muerte del general Franco, que había usado al torero y su éxito como promoción de España, sus costumbres, su régimen y su importancia para el turismo. Me preguntó si fue el padrino Sebastián Almagro, el piloto fundador de la empresa FAASA. Yo le contesté que sí, como atestiguan las fotos, ya que eran grandes amigos y aficionados al vuelo, y Benítez llegó a comprarse su propio avión y a pilotarlo. Se celebró en la ermita de la Virgen de Belén, de Palma del Río. La ofició el cura Don Virgilio, al que le dediqué unas palabras tras su fallecimiento.


Como vemos, también estuvo el alcalde de entonces, Miguel Delgado, y su mujer, en primera fila. Y un numeroso público, además de los invitados. La pequeña ermita se llenó de paisanos y curiosos, además de los correspondientes periodistas que registraron el hecho para conocimiento general. 


La gente se metió como pudo en la iglesia, sin un servicio de orden que permitiese que la ceremonia se desarrollase tranquilamente. El torero fue llevado a hombros como si hubiese cortado orejas y rabo en la plaza, en una tarde de gloria. Fue tanto el bullicio que los curiosos se agolparon en todo el recinto, incluso llegando muchos a subirse a los bancos para ver la ceremonia, lo que provocó que algunos se rompiesen del peso soportado, como recuerdo haber visto en un reportaje de televisión, pues yo no fui uno de los afortunados asistentes. 


Nadie, a pesar de la marabunta de gente, dijo aquella frase que hizo tan famosa Lola Flores en la boda de su hija Lolita (donde, por cierto, el padrino de la novia fue el torero), "¡Si me queréis, irse!" Un acontecimiento comentado en todo el pueblo, y un matrimonio que parece, que tras 40 años (y no 50, como dice ¡HOLA!), ya va a ser solo historia. Veremos.

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