domingo, 13 de noviembre de 2016

Hasta siempre, Manolo


Acabo de llegar del tanatorio y vengo todavía con la pesadumbre del momento. He dado el pésame a los familiares de Manuel Blasco Jiménez (su primo Rafa, su hermano Pepe y su mujer, Carmen...). Manolo, como lo conocíamos, era el dueño de Casa Manolo, el antiguo Mesón Palmeño, de la calle León Benítez, que antes tuvo en la calle Alfarería, en el antiguo Bar Peporro. Hoy nos ha dejado, víctima del cáncer que le tuvo desmejorado desde hace meses. Un mazazo cuando nos hemos enterado esta mañana.

A Manolo lo conocí en el Bar Rafael, el que tenía su tío del mismo nombre en la calle Castillejo esquina Plaza de España. Lo alquilaron él y su hermano Pepe, convirtiéndose en lugar de referencia para público de todas las edades, pues lo mismo te servían el desayuno (por las mañanas), que una tapa o ración con tu bebida preferida (al medio día), el café por la tarde, y las copas que quisieras por la noche, cuando funcionaba como pub. Fue durante años el lugar preferido por mis amigos y mío para echar la cervecita de los sábados a medio día, o el domingo el café y las copas por la tarde y noche. Cerraron en mayo de 2009, como conté en una entrada del blog, con gran pena para nosotros, aunque posteriormente el local lo han regentado otros profesionales, siendo desde hace pocos días un moderno "grastro-bar".


Los hermanos Blasco, tras el cierre, separaron sus carreras profesionales. Manolo continuó en diversos negocios como camarero, hasta que se quedó con el Bar Peporro. Allí abrió su restaurante Casa Manolo. Más de una vez hemos cenado allí, por la cercanía a nuestra casa. Desde entonces contaba con Antonio Ostos en la cocina, una garantía, por su buen hacer en los fogones. Desde hace algún tiempo se trasladaron a la calle León Benítez, su ubicación actual. Aquí las cosas fueron a mejor. Siempre con clientela, más de una vez nos vimos con problemas a la hora de encontrar mesa, aunque siempre nos la consiguieron. 


La última vez que estuvimos cenando allí fue hace dos semanas, el sábado. Estaba lleno, pero conseguimos mesa. No tuvimos problemas en mayo, el día del cumpleaños de Ana, mi mujer, ya que era entre semana. Cenamos estupendamente. Recuerdo que el mismo Manolo nos estuvo atendiendo, además de la camarera. Al terminar nos preguntó si queríamos postre y le dijimos que no, que estábamos saciados. Entonces llegó la sorpresa: nuestra amiga Rosa se presentó con una tarta con las velas de cumpleaños, y todos le cantaron. Manolo, riendo a pierna suelta, me dijo "no decías que no ibas a tomar postre, pues te vas a hartar". Efectivamente, me tomé un buen pedazo de tarta. Fue la última vez que hablamos.

En el verano Ana le vio en el banco. Casi no le reconoció, estaba muy desmejorado. Entonces nos enteramos de su enfermedad. Poco ha durado, le ha venido derecho. Se dedicó a preparar sus asuntos pensando en su mujer y sus hijas. Hace una semana una infección de pulmón le obligó a ingresar en el hospital.. y hoy nos ha dejado. Una pena. Una persona todavía joven, a la que le iban bien las cosas, tras ciertas dificultades, siempre luchador, y un amigo. Un gran golpe para sus familiares, muchos de sus clientes, y los muchos amigos que ha dejado tras tantos años tras la barra. Le echaremos de menos. Prefiero recordarle con su sonrisa. No le olvidaremos, como no olvidaremos los buenos momentos que nos hizo pasar. ¡Hasta siempre, Manolo!

2 comentarios:

decumano dijo...

A Francisco Jabier. Había que cantarte aquello de " algo se muere en el alma cuando un amigo se va". Buena amistad y buenos sentimientos.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Sí señor, aunque, afortunadamente, queda su obra: su restaurante permanece abierto.