viernes, 30 de julio de 2010

Mis dolores de pie....siguiente parte

El 27 de mayo pasado os conté en un artículo el historial clínico de mi pie izquierdo. En él reflejé mi perplejidad tras sucesivas visitas a médicos, al encontrarme con diagnósticos diferentes sobre los dolores que aparecieron tras practicar ese sano ejercicio que recomiendan los galenos para estar en forma, perder peso y controlar el tan famoso colesterol. Terminaba con el último tratamiento que me habían recetado, unas plantillas, para neutralizar las consecuencias de mi característico pie, según la médica rehabilitadora: pie cavo. Estaba a punto de iniciar el tratamiento y me preguntaba si me curaría, por fin, de mis dolores, tras este nuevo diagnóstico.


Han pasado dos meses, desde entonces. Y me he puesto las plantillas. Hasta que no he podido aguantar más el dolor. O mejor dicho, los dolores. Porque sí, no solo no se me quitó el dolor del talón, sino que aparecieron nuevas aflicciones, en otras partes, concretamente en el tobillo, el empeine, la planta del pie, cerca de los dedos...Un variado muestrario de sufrimiento físico en diferentes partes de mi extremidad zurda, algunas veces variando la localización y otras al mismo tiempo en diferentes zonas. Varias pruebas y correcciones de las plantillas, incluyendo la aplicación de hormas para los zapatos (para ensancharlos y que se acoplara mejor la prótesis), no han impedido que me sintiera cada vez peor.

Así que ya me he decidido a consultar a otro especialista. Sobre todo tras hablar con mi hermano mayor, el médico, en el encuentro familiar extremeño de días pasados, que me recordó los problemas que él ya preveía cuando era yo pequeño, viendo la morfología de mis extremidades, tan parecidas a las de nuestro padre. La foto mía de pequeño no deja lugar a dudas sobre ese problema anatómico. Sin pensarlo más fui a un podólogo para que conociese de mi caso.

Y de nuevo vuelven las sorpresas. Fui el lunes pasado, y tras una hora de reconocimiento y todo tipo de pruebas, ahora tenemos nuevo diagnóstico: pie valgo. Una de las pruebas, un vídeo, mostró claramente la desviación del talón izquierdo hacia fuera, motivo de que no ande estabilizado y que la sobrecarga sobre esa extremidad, al hacer ejercicio, me haya dañado. Además, nuevas radiografías desvelaron pequeños espolones (los que aún no se veían en las anteriores de hace dos años) que ayudan al dolor. Me han vuelto a poner plantillas, pero muy diferentes de las que me recetaron hace dos meses. Las otras no sirven para nada. Trabajo perdido.

La semana próxima me revisarán de nuevo. También en septiembre y diciembre continuarán con el seguimiento del caso, corrigiendo lo que sea necesario. Y me pregunto: ¿Por qué nadie hasta ahora se detuvo lo suficiente para dar con mi mal?. Un poquito de humanidad, de dedicación al paciente, hubiese sido tal vez necesario, como en otros tiempos, los primeros de mi hermano mayor, o los de mi padre, el practicante. Así, antes estaríamos en la senda de mi curación, o, al menos, del alivio de mis males. Además, de los resultados más veraces, los contribuyentes nos habríamos ahorrado un buen dinero en los gastos que se hicieron, de forma, paradójicamente, incompleta. En fin, seguiremos, me temo, como dicen en televisión, informando.

3 comentarios:

CreatiBea dijo...

Suerte!!! Porque a veces parece que en esto de la medicina hay que contar con la suerte... Yo estuve rondando de aquí para allá hasta que acertaron con el diagnóstico.

Tremendo.

Un saludo.

Alfonso Saborido dijo...

A mí me paso algo parecido, tenía un dolor enorme en ambas plantas de los pies, fascitis plantar me dijeron. Me mandaron unas plantillas y me puse aún peor, hasta el punto de no poder andar. Luego, se descubrió que la ortopedia habían hecho mal las plantillas; me fui a otra ortopedia, y me solucionaron el problema. Es verdad, no se fijan lo suficiente en el paciente, con tantas prisas gr...

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Gracias, CreatiBea. Suerte hay que tener, para encontrar un profesional con humanidad, con amor a su trabajo y no un "funcionata" o empleado que presta un servicio, como si pudiera ser otro cualquiera (como llenarte el depósito de gasolina del coche, por ejemplo, que lo puede hacer cualquiera que sepa cómo funciona el surtidor). Un profesional vocacional de la salud, como me ha dicho mi hermano. Y es que la "estructura y organización del servicio público" se convierte en algo más importante que el servicio al paciente. Soy partidario de la salud pública, pero no del "modelo cubano". Somos personas: los pacientes y los mismos profesionales de la salud. Y eso se olvida entre tanta burocracia monstruosa.

Alfonso, como verás, entiendo también tus problemas, en carne viva. Somos humanos y, por tanto, también cometemos errores. Fallos que hay que corregir, pero sin poner mala cara con la víctima, como me ha pasado alguna vez a mí. Y encima dando otra opinión si detenerse, solo cumpliendo un horario. Falta sensibilidad en el sistema, que muchos profesionales sí la tienen, pero no pueden demostrarlo, por su "laboralización" mal entendida.