sábado, 11 de agosto de 2012

Deslizándose


Se estaba poniendo el sol. Quedaban en la playa los escasos deportistas que disfrutan con la furia de las olas. No importaba. Absortos en su cabalgar la rabia del Cantábrico, no se percataban de nuestra  presencia. Una ola más. Un viaje al interior de la bahía. Un disparo de adrenalina surcando el interior de sus cuerpos, como ellos y ellas se deslizan por entre las ondas de agua brava. Mientras quede un atisbo de luz y se vea la espuma que nos lleva en volandas hacia el cielo. El mundo se queda bajo nuestros pies. Los pájaros nos siguen en nuestro vuelo. ¡Que envidia de poder moverse sin motores! ¡Que valor dejarse arrastrar por la fuerza de las aguas!

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