domingo, 3 de febrero de 2013

Candelarias en La Puebla de los Infantes


El sábado fuimos a La Puebla de los Infantes (Sevilla) a la fiesta de las Candelarias. La tradición manda que sea en la noche del 1 al 2 de febrero, pero las obligaciones laborales hacen que se pase al sábado más próximo. Allí vive una tía de Anamari, Conchita, y su marido, que es oriundo del pueblo. Fuimos varios familiares a disfrutar de la "Candela de la cruz", una que hacen en una placita próxima al domicilio de los parientes, donde hay una cruz sobre una columna, adornada con faroles, junto al bar El Rocío. 


En La Puebla tienen una gran tradición de candelarias. Las había por muchos puntos del pueblo. Las hacen con leña y ramas de olivo y encina. Además acostumbran a adornarlas con los llamados "muñecos", maniquíes que representan escenas costumbristas o de actualidad, que queman junto con la leña, y que contienen explicaciones con carteles alusivos. La candela de la cruz tenía unos muñecos donde aparecían un banquero y un cliente, con un letrero que decía "solo ingresos", aludiendo a la voracidad de los bancos, que piden pero que no prestan. 


Había otras con escenas dedicadas a los dichosos "recortes", como una donde unas mujeres sostenían unas enormes tijeras. Y otras que "hablaban" de la crisis y sus consecuencias, por ejemplo, en el comercio local. 


También visitamos alguna otra hoguera, como ésta más pequeña que había junto a otro establecimiento, o las que formaban los niños para sus juegos. 


Otra costumbre que tienen es la de preparar unas sopaipas, junto a la hoguera. En ello participan muchos de los organizadores de la candela. Dio la casualidad que se prepararan en la casa de los padres de un antiguo compañero de instituto, al que vi, después de todos los años transcurridos desde entonces, el verano pasado en el velatorio de mi suegra. Otra "curiosa coincidencia" es que Pedro, mi amigo del instituto, trabaje en un banco, como los "muñecos" de la candela.


En casa de la familia González Chincolla se almacenaban las sopaipas dispuestas para freír en la calle, junto a su fachada, y el chocolate que sirvieron a los presentes. 


Hasta las doce y media de la madrugada estuvieron friendo sopaipas en varios turnos. Nos pusimos "morados" de estos productos de masa frita, después del montadito que nos comimos en el bar. Estaban buenísimas. Un postre muy especial e ideal para mantenerse caliente en la noche.


Y así terminamos la noche, junto a la hoguera, sin sufrir demasiado el frío que estaba haciendo, y que allí era mayor que en Palma, pues está situado este pueblo en la Sierra Norte de Sevilla. El domingo continuaban los festejos con un concurso de migas y la Concentración de Paramotores, que lleva unos cuantos años celebrándose junto al embalse José Torán. Seguro que no se han aburrido. El año próximo intentaremos volver. 

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