Hoy es el Día contra el cáncer de mama. Como otros años le dedico unas palabras, porque pienso que no hay que bajar la guardia ante este problema, por muchos avances que hayamos conseguido en su curación (un 82,8% de las pacientes lo logra).
Necesariamente me tengo que acordar de quienes no superaron la enfermedad. Especialmente me acuerdo de mi madre, que falleció, con 75 año, el 12 de octubre de 2000, aquejada de cáncer. Fue operada dos veces, pero ni ésto ni la quimioterapia ni la radioterapia consiguieron sanarla y evitar el triste desenlace. Posiblemente si hubiese sido detectado su mal con anterioridad se hubiese podido salvar. La detección precoz es fundamental. Era ya mayor cuando "el bicho" dio la cara.
Con medios y anticipación es posible ser optimista. Con recortes no. Y ese es el "otro mal" que padecemos hoy día. A costa de la crisis, las administraciones sanitarias están reduciendo los recursos destinados a atención y prevención. En algunas comunidades autónomas se han suspendido temporalmente las mamografías preventivas. El copago farmaceutico hospitalario carga sobre las enfermas parte de los costes de su tratamiento, dificultando que éste llegue a buen término. Incluso el transporte a los centros hospitalarios para la quimio o la radio terapia, que antes podían realizar los taxistas, se ha visto mermado, dificultando el acceso a estos tratamientos.
No debemos bajar la guardia, como decía al principio, ya que los logros conseguidos se verán reducidos. Hay que poner medios y no reducirlos en la sanidad pública. La esperanza de vida de las enfermas no puede verse frustrada. Un día como el de hoy es necesario recordárselo a nuestros gestores públicos. Con la salud no valen excusas.
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