Los bares y otros establecimientos similares producen ruidos. Eso no lo duda nadie. Cuando nos divertimos, sobre todo con algunas copas de más, es habitual no darse cuenta de las molestias que provocamos a quienes no disfrutan como nosotros. Hace unos meses comenté la ordenanza de ruidos que ha aprobado del ayuntamiento de Sevilla, prohibiendo actividades paralelas a las de hostelería en las terrazas o interiores, como jugar al dominó, arrastrar barriles de cerveza, etc. Una ordenanza polémica.
Con la prohibición de fumar también en bares y restaurantes, la costumbre de salirse los clientes a "echar el cigarrito" mientras se consume en el interior, ha provocado que las puertas de estos establecimientos estén de lo más concurridas siempre, con fumadores y fumadoras, aplacando la ansiedad que provoca el síndrome de abstinencia tabaquero. Algunos, además, acostumbran a sacar la consumición, para continuar con ella, mientras se fuma y luego volver al interior.
Esto debe pasar en el lugar donde hice esta fotografía. Unos vecinos, hartos de que se vayan los clientes a sus puertas, en lugar de a la entrada del establecimiento, han colocado un cartel que reza: "ESTO NO ES LA BARRA DEL BAR. NO ENSUCIEN LO QUE NO ES SUYO". Me imagino a los clientes echando su cigarro, con los vasos apoyados en la repisa que corona el zócalo que hay en la pared y en animada charla nocturna. Puede que alguno haga partícipe de la conversación a los vecinos a través del portero automático cercano. Y seguro que más de una vez le habrán dejado las copas vacías en la fachada, además de haber hecho uso del portal de la casa como aseo, para evacuar todo tipo de residuos.
Tienen razón los vecinos. Eso no es la barra del bar. Pronto tendrán que quitar el zócalo y su "barra" de mármol, para evitar más problemas. Mientras tanto tendrán que soportar los advenedizos "clientes" el letrero de advertencia, para su vergüenza. Si es que la tienen, claro. Mejor harían atendiendo el aviso. Tengamos la fiesta en paz.
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