viernes, 10 de abril de 2015

La foto del viernes: Rosa Díez, cada día más sola


UPyD está en crisis. Rosa Díez está en crisis. El partido que creara esta mujer hace aguas por los cuatro costados, como un barco cañoneado en la batalla, tras el fracaso rotundo de las pasadas elecciones andaluzas de marzo. Su partido nació para socavar los cimientos del PSOE. Recordemos que era un personaje en el Partido Socialista de Euskadi, que dio el salto al Parlamento Europeo y se enfrentó a la dirección nacional por pretender más mano dura con el nacionalismo vasco, llegando a protagonizar escraches sonados. Compitió con José Bono, Matilde Fernández y Zapatero por la secretaría general en 2000, resultando elegido éste. En 2007 se fue del PSOE, presentándose por Madrid en 2008 a las elecciones generales con UPyD. Partido que empezó a contar con los apoyos de la derecha más dura (política y, sobre todo, mediática), harta de un Rajoy, que perdía sus segundas elecciones como candidato a La Mocloa. Desde entonces vivió en el filo de la navaja política, pescando en caladeros de la derecha y la izquierda, consiguiendo grupo parlamentario en 2011. Parecía que era el recambio de Rajoy y el PP, pero éste ganó con mayoría absoluta. Pronto su personalidad se impuso en sus filas, machacando a los disidentes. Y, para colmo, le salió un competidor, Ciudadanos, unos antiguos aliados anti-nacionalistas en Cataluña, que han dado el salto a otras comunidades. Parecía que se iban a fusionar, pero la egolatría de la señora impidió la operación. UPyD es suya y solo suya. Así que cuando no han conseguido ni un solo diputado en las andaluzas, le han salido más críticos, que han pedido cambios en la dirección. Y como ella solo concibe el partido como suyo, no lo ha consentido, provocando la fuga de diputados y dirigentes, que está desangrando la formación. Para colmo, con la invitación de Albert Rivera de que se pasen a su partido. Ya no le apoyan ni Losantos ni sus huestes. Parece que le da igual, sigue encerrada en su mundo. Ella se quedará sola y seguirá erre que erre. A fin de cuentas, el partido es suyo, pensará. Y como el capitán del barco que naufraga, se hundirá con él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una de las satisfacciones que te da la vida de vez en cuando, ver a esta cotorra tirada al suelo como un kleenex usado y arrugado.

Saludos.