sábado, 9 de abril de 2011

Ilustraciones novelescas: Windha

A finales de los setenta y principios de los ochenta es cuando empieza a manifestarse en mí el deseo por expresarme por escrito. Participo en una revista literaria, que editaban los alumnos del instituto donde estudié enseñanza media, llamada "Creación", junto con compañeros y amigos y amigas. Se empezó con multicopista y terminamos aumentando la calidad, al emplear las fotocopias para distribuir los números. Yo no solo escribía relatos, sino también dibujaba ilustraciones y en algunos ejemplares me encargué de una página de humor, rudimentaria, pero de actualidad. Al mismo tiempo, en la asociación cultural en la que participaba, Vientos del Pueblo, y de la que fui uno de los fundadores, también nos inclinamos algunos miembros por editar revistas para expresar nuestros pensamientos, ideales, creencias e inquietudes. Hubo una, Quejío, de la que me separé pronto, por no compartir el ideario. Y la más duradera e importante, por tener mayor calidad informativa, fue La Voz Palmeña, que estuvo varios años editándose y cumplió un papel esencial como medio de comunicación e información local. 


Las inquietudes literarias, no periodísticas, se volcaron en otro tipo de escritos,  muchos de ellos inéditos, en los que empleé una buena parte de mi tiempo libre, tanto en el instituto, como en casa. Incluso seguí escribiendo estando ya en la universidad. Uno de los relatos, de tono surrealista, sí lo he publicado. Ha sido en los primeros tiempos del blog, y por entregas. Su título es WINDHA, UNA HIPERHISTORIA, relato corto sobre las aventuras de una camarera, publicado en 16 entregas, como los antiguos folletines. También hice algunas ilustraciones, inspiradas en el cuento, de forma artesanal, con bolígrafo, rotuladores o a plumilla, a modo de entretenimiento y para inspirarme. Ahora las publico en este post. Quien quiera leer el relato completo, que introduzca el título en el buscador de arriba y le saldrán todas las entregas.


4 comentarios:

Gemma dijo...

Qué dibujos más chulos.
Me encantó el obispo tientetieso.
Esto de saber dibujar siempre me ha dado mucha envídia, yo soy un verdadero desastre.
¿sigues dibujando?
Un abrazo
Gemma

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Euphorbia. Ya no dibujo, es muy raro que me inspire con algo. Las últimas experiencias se han limitado a garabatear durante alguna reunión en la que me haya aburrido hasta abstraerme con este entretenimiento. Las que expongo no son láminas de calidad. Tienen un toque naif, más por falta de esmero, que intencionadamente. Tengo mejores cosas y otras que he hecho ni las tengo. Se han perdido en mudanzas o simplemente por desinterés, una vez terminadas. Se me daba mejor dibujar que pintar. Por ello no me incliné a aprender de forma más sera. Lo mismo, ahora que dejo mi cargo en el ayuntamiento, retomo la afición al grafismo.

Un abrazo.

Mari Carmen Navarro Ruiz dijo...

Creación, La voz palmeña... Buenos tiempos, años de juventud, época de incertidumbres, titubeos... No sé si quisiera volver allí, aunque quizás, si tuviera la oportunidad, lo haría momentáneamente, pero sólo un instante. No soy partidaria de esa idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Es verdad que ciertas sensaciones o perspectivas son irrecuperables, habida cuenta que la ingenuidad con que se experimentaba todo era diferente, empero evolucionar, transformarse y relativizar es para mí lo mejor de la existencia, se llama envejecer. Sólo echo de menos mi cuerpo joven, que soportaba mejor todo tipo de embites sin inmutarse, a pesar de lo cual, no renunciaría a todo cuanto he tenido ocasión de ver y sentir durante estos años ni por todo el oro del mundo. Gracias por rememorar los recuerdos que compartimos, amigo.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Naturalmente que los tiempos pasados no fueron mejores, a pesar de lo que algunos nos quieran dar a entender. Son parte de nosotros, como las células de que estamos formados, con vida propia, con principio y fin. Aunque se queden como un poso profundo dentro del material genético de nuestras ideas, sentimientos, de nuestros tics, costumbres, defectos y virtudes. Está bien rememorar momentos emocionantes, pero no anclarse en ellos. Son para gozarlos no para que nos encadenen. Y también son como el barro con que modelar nuevas figuras con que adornar el presente. En fin, que está bien recordar lo bueno que fuimos o tuvimos, razonablemente. Me alegro de que compartamos estos recuerdos, Mari Carmen.