domingo, 5 de mayo de 2013

Cara y cruz de las Cruces de Mayo


Ayer estuvimos en las Cruces de Mayo de Córdoba, una de las fiestas señeras del Mayo Cordobés. Hacía varios años que no las visitábamos. El año pasado estuvimos en Los Patios, fiesta declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, cosa que celebramos con alborozo y placer.


Esta fiesta de las Cruces, que tiene réplicas en más puntos de Andalucía y la propia Córdoba (incluida Palma del Río), la conocí en mis años de estudiante universitario. Es diferente a la de los Patios, pues fundamentalmente se desarrolla en la calle, mientras que la segunda se vive en la intimidad de los hogares familiares, que abren sus puertas a los visitantes, para mostrar la belleza escondida en su interior. Las cruces se instalan en patios, plazas, calles, al aire libre o en el interior. Pero un rasgo fundamental es que cada cruz tiene aneja la barra del bar. El consumo del fino, la cerveza, los caracoles y otras tapas, con actuaciones musicales o música enlatada, es lo tradicional. Por ello es fuente de ingresos para asociaciones de vecinos, hermandades, clubes, cofradías, etc. que aprovechan el disfrute del ambiente primaveral al aire libre para montar fiestas con las que recaudar fondos, engalanando las calles y plazas de la ya en sí hermosa geografía urbana cordobesa.


Esa es la "cara" de la fiesta, pero, como toda moneda, tiene su "cruz", valga la redundancia. Siempre ha sido una celebración festiva más que una religiosa, a pesar de los símbolos. Prima el consumo, no los rezos, en esos altares improvisados, repletos de flores . Por ello con la aparición del botellón en toda época del año, su celebración se ha visto condicionada.


En muchas cruces se agolpan jóvenes (y no tan jóvenes) que aprovechan las cercanías de las instalaciones para realizar el botellón. Ya llevan varios años de polémica. Ruido, suciedad, molestias todo el día hasta altas horas de la madrugada, son inconvenientes que se han agravado con el paso del tiempo. Eso ha originado las protestas de los vecinos en el mismo barrio y en los medios de comunicación, que reproducen hasta agrias polémicas entre los partidarios del descontrol (muchos de ellos envalentonados por el origen religioso y tradicional, sin más) y los vecinos que sufren las consecuencias.


Eso comprobamos ayer en algunos puntos. Especialmente en el que tomamos estas imágenes de la cartelería que instalaron los vecinos, hartos de que sus calles se conviertan en una letrina apestosa y ruidosa. Corresponde a las inmediaciones de la cruz instalada en la Cuesta del Bailio, en la calle Alfaros. Vimos cómo algunas calles adyacentes se habían convertido en "arroyos" de orines que tuvimos que vadear para pasar por allí. Ruido, mal olor, algunas peleas... comentamos que vivir allí debía ser una tortura en estos días festivos. Para colmo vimos cómo la presencia policial (que la había) no contribuía a paliar las molestias.


Hace años, cuando gobernaba IU en Córdoba, la concejala de juventud, Ana Morales, practicante y partidaria del botellón, ante las protestas de los vecinos del barrio de Ciudad Jardín, les pidió que se cambiasen de barrio durante su celebración, al menos, si no querían sufrir sus molestias. La derecha saltó al cuello de la concejala, exigiendo su dimisión. Con razón.


Ahora el Ayuntamiento, gobernado por la misma derecha que protestaba entonces (2003) tolera las mismas molestias causadas por los botellones "anejos" a las cruces de mayo (muchas de ellas levantadas por hermandades y cofradías). Y los partidarios del partido gobernante actual (el PP) piden a los vecinos que no se quejen tanto, porque afean la imagen de Córdoba y sus tradiciones. Incluso un comentarista (claramente identificado con la derecha) en un periódico pide a los vecinos que se pongan tapones en los oídos y en la nariz, o que se muden. Como hacía la concejala comunista.


Está claro que los totalitarios, de izquierda o derecha, siempre piensan que la calle es suya y que tienen derecho a hacer en ella lo que les dé la gana. Los demás a aguantarse. Pero tienen que enterarse que la calle es de todos, y todos los vecinos tienen derecho al descanso y a que no les ensucien sus puertas, fachadas y las calles donde viven, por parte de unos incivilizados. Cuando aprendamos a respetarnos en los lugares públicos podremos convivir. ¿A alguien le extraña, con estos antecedentes tan poco educados y civilizados,  que no le diesen la Capital cultural europea a Córdoba para 2016? Al menos, esa "cruz", la negativa de la moneda, debería desaparecer si Córdoba quiere progresar. Como también otras ciudades.

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