Hace unos días publiqué uno de los dibujos de mi etapa juvenil, pues, rebuscado en los cajones y armarios viejos, aparecieron algunas cosas de las que entonces hice y que adornaban las paredes de los pisos de estudiante de mi etapa en Córdoba. Otra de mis "obras" era esta composición. Un conjunto de reproducciones de cuadros y otras obras de arte de diferentes épocas, realizado en un cuaderno de dibujo de los de entonces, de los de gusanillo de alambre. El papel está amarillento, o más bien ocre, por el tiempo transcurrido desde su realización. Como en la anterior entrada, se trata de un dibujo hecho con rotulador, componiendo un paisaje surrealista, donde se mezclan la Gioconda , en un balcón, con pinturas del Románico, una de las señoritas de Avignon de Picasso, una escena de pintura holandesa (uno de los banquetes de oficiales de Frans Hals), donde se superpone un terrorista con metralleta y capucha, con fondo de las pirámides de Egipto, y otros elementos tanto pictóricos contemporáneos, como de arquitectura inventada. Mientras, una cara entre las sombras de un observador se cuela por una hendidura en el espacio. Un homenaje al arte que estudié en COU.
Este dibujo, un homenaje a parte de la pintura y el arte universales, estuvo también decorando uno de los pisos de estudiante, concretamente el que tuvimos en la Calle Baena, de Córdoba. Presenta desperfectos originados por el agua que más de una vez usamos como arma en las "guerras" que librábamos entre los habitantes del piso, sobre todo, después del almuerzo. Esos chorreones que diluyeron la tinta con que estaba dibujado, dejando surcos de colores como cicatrices que aún perduran. A pesar de lo deteriorado, este dibujo sigue siendo uno de mis preferidos.
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