lunes, 23 de marzo de 2015

Elecciones en Andalucía y cambio de régimen


Son muchos los análisis que se están efectuando sobre el resultado de las elecciones en Andalucía de ayer domingo, en las que ha vuelto a ganar el PSOE, tras haber perdido en beneficio del PP las de 2012. No voy a repetir opiniones, solo me voy a referir al famoso cambio de régimen del que también se ha hablado mucho tras la irrupción de Podemos en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo. Pues a la luz de los resultados de ayer, la primera cita electoral desde entonces y también los primeros comicios de este año (queda todavía 3 convocatorias más: municipales y autonómicas de mayo, catalanas de septiembre y generales de fin de año), parece que el vuelco electoral que muchos anticipaban tras las europeas no se ha producido. 

El enfado de la gente, tras el castigo sometido por los gobernantes por la crisis, no se ha traducido en un cambio de régimen. Más bien el régimen del 78 (como lo llamaba ayer Íñigo Errejón en televisión, visiblemente decepcionado) ha salido fortalecido, cuando la crítica a los políticos en general auguraba un "sorpasso" de las fuerzas políticas emergentes a los partidos consolidados en la Transición. Y no me sorprende este resultado cuando se parte de premisas no reales. Por ejemplo, se suele hablar de bipartidismo, cuando lo que había eran dos partidos hegemónicos en el seno de un sistema de varios partidos más, que tienen su influencia, como pasó en la legislatura anterior, donde el PP, ganador de las elecciones de 2012, no consiguió el gobierno por la coalición  que formaron IU y el PSOE, para tener el gobierno andaluz. Tampoco ha servido la estrategia del PP, que pretendía sacar tajada de la división de la izquierda, para tener un buen resultado, como hasta ahora, porque ellos eran los únicos representantes de la derecha (les ha salido la competencia efectiva de Ciudadanos, algo que no esperaban).

Podemos aspiraba a encarnar la mayoría social que derribase el régimen de la Transición y esperaba mejores resultados, aunque las últimas encuestas publicadas deberían haberles bajado los humos, como han hecho en definitiva los andaluces con sus votos. Dentro del arco parlamentario salido ayer son los únicos que no se identifican con el régimen democrático implantado tras la muerte de Franco. Pero los demás suponen más del 81% de los votos emitidos ayer, y, aunque les atribuyésemos el resto de los votos que no han obtenido representación, su porcentaje es exiguo, respecto al obtenido por los partidos "tradicionales". E incluyo entre los tradicionales, o identificados con el régimen del 78, tanto a Ciudadanos (que nacieron para defender la españolidad de Cataluña y la defensa de la Constitución, frente al nacionalismo soberanista catalán) y que han obtenido un magnífico resultado, como a UPyD (que no obtiene representación), y a IU, coalición que pivota sobre el PCE, cuya mayor parte aceptó la Constitución, de quienes se desgajaron los anti-sistema que crearon Podemos. IU, vive una crisis no solo electoral, sino de existencia, agudizada por este resultado, ya que hay quien quisiera estar en Podemos, y seguro que ya algunos están haciendo las maletas tras la debacle de ayer, pero la esencia de IU sigue siendo parte del régimen del 78. 

Así que con un 15% no se configura una mayoría social con la que convocar un proceso constituyente. La ciudadanía andaluza no ha entendido esa necesidad de cambio de reglas del juego. Ha demostrado que quiere otros cambios, que no los recortes de derechos y el empobrecimiento obligado por la política del PP. Cambios económicos y sociales y cambios institucionales, que le devuelvan la confianza en la política, que eliminen la corrupción y el desencanto, y por eso han configurado los votantes un parlamento en el que el diálogo, el pacto, el entendimiento, a varias bandas, sean imprescindibles. Cambios como los que yo intuía ya en este blog hace tiempo y que dieron como resultado el toque de atención de las elecciones europeas. Pero no un cambio de régimen, protagonizado por anti-sistemas que no se definen cuando se trata de hacer propuestas concretas y que solo han vendido ilusión, ilusión, ilusión, sin contenido. 

Otra cosa es el juego que dé esta situación, pues las citas electorales que quedan por delante auguran poco entendimiento y acercamiento entre las fuerzas políticas, deseosas de seguir vendiendo, durante todo un año, sus identidades diferentes, sus propuestas singulares, su "yo soy es el que os voy a salvar" particular. El caso de IU, que ha sufrido las consecuencias del pacto con el PSOE, va a repercutir, me temo, en una mayor pugna entre las diferentes fuerzas políticas. Todavía queda mucho por hablar. Además Andalucía tiene sus características propias, pero en la retahíla de elecciones que nos queda, algunas cosas, como el cambio de régimen, ya han quedado en peor posición que con la que entraba en el año electoral. Veremos. 

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