viernes, 1 de agosto de 2008

No soy joven, no soy mujer, ¡quieren jubilarme!

Ayer jueves, al terminar el Pleno, mis compañeros de corporación me dieron una sorpresa. Me entregaron una placa y un obsequio, ya que en mayo hizo 25 años desde las primeras elecciones en que salí elegido concejal en el Ayuntamiento de Palma del Río, permaneciendo en el cargo, elección tras elección, hasta la actualidad. Un cuarto de siglo (¡joder, como suena!) que me hace ser el edil más veterano del ayuntamiento. A los concejales se sumó bastante público, rareza que me hizo sospechar de que algo raro iba a pasar (Nelly, la primer teniente de alcalde, se encargó todo el rato que duró el pleno de mosquearme todo lo que pudo, para calentar la cosa). Estuvieron los anteriores dos alcaldes democráticos, que me tuvieron a su lado como teniente de alcalde, también antiguos concejales del partido y de otros con los que compartí trabajo municipal, sindicalistas, funcionarios, ciudadanos normales y corrientes, amigos, los corresponsales de los medios de comunicación, y hasta mi novia, que llegó empezado ya el pleno y consiguió con ello, intrigarme hasta el final. Casi todos estaban compinchados. Manolo (primer alcalde democrático del 79) y Salvador (segundo alcalde hasta el año pasado) incluso aprovecharon para dirigirme unas palabras desde el espacio del público.

El alcalde , José Antonio (Jose para los amigos), dijo que no me gustaba que me dieran coba, y es verdad, pero no se cortó al elogiarme. Todos los portavoces de los grupos de la oposición se unieron con palabras halagadoras hacia mí. Y yo les agradecí los panegíricos, no sin reprocharles la faena que me estaban haciendo con semejante homenaje, totalmente inmerecido, ya que no es mérito el paso del tiempo. Como era una sorpresa, no tenía preparadas las palabras de rigor y las expresiones de afecto me causaron honda impresión. Yo, que siempre soy tan serio en mi trabajo, tan frío, perdí en más de un momento la compostura que merece un entorno tan solemne, como es un Salón de Plenos municipal, y el nudo que me aprisionó la garganta, varias veces me dejó con la voz entrecortada y los ojos húmedos por la emoción.

Recordé cuando salí elegido concejal, aquella noche de mayo de 1983 en la que un compañero del partido, de vuelta de un colegio electoral para entregar resultados parciales, me preguntó “¿cómo va la cosa?”. Y le contesté “¿cómo va si he salido hasta yo?”. El PSOE tenía 5 concejales de 17 y ese día sacamos 10. Yo iba en ese puesto porque acepté ir “de relleno”, y de pronto me vi envuelto en una actividad, que no me hubiera imaginado nunca que fuese a ejercer. Y menos hasta hoy día. Lo primero que hice fue anunciárselo a mi familia. Mi madre llevaba varios días enferma en la cama. Sí, anécdotas de la vida, esa vez no me pudo votar.

También expresé la satisfacción y el orgullo de pertenecer a una corporación municipal, donde he compartido momentos buenos y malos (tanto tiempo da para todo) con tantas personas, tantos concejales y concejalas que por allí han trabajado, cada uno o una desde su posición ideológica, sacrificándose muchas veces por hacer de Palma del Río un pueblo mejor. Algo de lo que siempre he presumido, la calidad política y humana de las personas que han compartido conmigo escaño en este tiempo.

Veinte años no es nada dice el tango, pero veinticinco son mucho, les dije. Pero esto sonaba a despedida. Y no es así. Además les recordé que estas cosas se hacen con los que se jubilan (estos homenajes) y a mí me quedan muchos años por delante, aunque ahora esté de moda primar a jóvenes y mujeres, y yo no cumpla con estos requisitos. “¡Parece que queréis jubilarme!, les reproché medio en broma.

No sé cuanto dará de sí mi pasión por la política (actividad en la que llevo más tiempo, desde la muerte de Franco). Eso es imposible saberlo. Pero, lo cierto es que el que se reúna tanta gente para hacerte una putada (como les dije) tan gratificante como ésta, le anima a uno a seguir adelante en esa lucha por mejorar la vida de sus conciudadanos y una sociedad más igualitaria, como me comprometí aquel día de mayo de hace ya, nada más y nada menos, que veinticinco años.

De izquierda a derecha, Salvador Blanco Rubio, alcalde desde 1991 a 2007, José A. Ruiz Almenara, alcalde actual, el humilde autor de este blog, y Manuel López Maraver, alcalde desde 1979 a 1991.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena, hombre! Y que sean otros 25 más!

Anónimo dijo...

Valoro tu trabajo por mi te puedes quedar otros 25 años mas, enhorabuena, me caes bien.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Os agradezco sinceramente vuestra felicitación. ¿Y otros 25 años más?. ¡Joder!, largo me lo fiáis...Entonces si que me jubilo aquí antes (que tengo 46 años, casi 47).

Aunque os contradiga, espero tener otras ocupaciones antes de que se cumpla ese nuevo periodo, que me van a salir telarañas aquí. Gracias, de nuevo.

Euphorbia dijo...

Muchas felicidades. Se agradece que haya personas que trabajen para los ciudadanos y que merezcan estos reconocimientos: señal que se está trabajando bien y que a pesar de tantos casos de corrupción en tantos municipios podamos decir que la mayoría de hormiguitas de ayuntamiento son honradas.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Muchas gracias, Euphorbia. No sabes la rabia que me da saber de esos casos de corrupción que refires. Conozco a tanta gente honrada que da lo mejor de sí mismos/as por sus municipios, que es indignante como algunos se dedican a forrarse (como decía el amigo de Zaplana) con la cantidad de problemas que hay que resolver. Evidentemente, el título del post era una broma con la que nos reímos tomando una copa después, pero también pesan los años en un mismo cargo como este, y ya me gustaría hacer otras cosillas, que ve uno a muchos/as "escalar" por lo que son y no lo que hacen o son capaces de hacer. Cosas de la política. Otra vez, muchas gracias.