lunes, 30 de marzo de 2009

El submarino

No es que vaya a hablar de ingeniería naval. Tampoco, que vuelva a los casos de espionaje en la comunidad de Madrid, porque haya salido a la luz algún infiltrado, delator de las corruptelas y seguimientos entre políticos del PP. Cuando uso este sustantivo, me refiero al apodo que me pusieron un verano, hace muchos años, que pasé escayolado al haberme roto el brazo izquierdo. Dos meses estuve de este modo, en el momento en que por mi edad (unos diez u once años, no recuerdo bien) más ganas tiene uno de divertirse, tras superar el curso escolar.

Es lo que pasa por tener verdadero entusiasmo por la lectura. Resulta que un domingo de junio nos visitaron mi hermano Pepe, el mayor, con su mujer, Elena, y su primer hijo, Pepito. Éste todavía no andaba y usaba un taca taca (o andador) para moverse a sus anchas. A mi hermano Roberto y a mí nos regalaron unos cómics (que entonces no llamábamos así, sino "tebeos"), que empezamos a ojear con entusiasmo. Yo fui a la cocina, a por la merienda, y resultó que, mientras la preparaba, Roberto me llamó para que viese algo que le había gustado. Yo salí corriendo, aparté la cortina que colocábamos en la entrada del pasillo que comunicaba la cocina y el comedor con el patio de la antigua casa, para quitar algo del sofocante calor del verano palmeño, y .....tras ésta se encontraba "aparcado" el andador, con tan mala fortuna que, al intentar esquivarlo saltando por encima, un pie se me enganchó en él, y el tropiezo me disparó por los aires, imitando sin querer el vuelo de superman.

La caída fue un "piscinazo", al estilo de los que se dan en los campos de fútbol actuales, estampándome en el suelo con los brazos por delante. El crujido del cúbito y el radio de mi extremidad zurda fue tan sonoro que mi padre creyó que habíamos roto una de las palmeras, que tenía mi madre en las macetas, con las que adornaba el patio. Por su antigua profesión y pericia acreditada, del trance salí bien recompuesto por mi padre, con vendas y tablillas, que tenía entre su instrumental y botiquín, ya arrinconado, después de la jubilación. Y al día siguiente ya me escayolaron en el hospital, tras comprobar el buen trabajo de los primeros auxilios.

Durante esos dos meses que estuve tullido, al tener permanentemente el brazo en cabestrillo, en forma de ángulo recto, no pude ejercitarme con juegos y ejercicios físicos, haciéndome surgir una incipiente "barriguita", que nunca he conseguido perder, ni en los momentos de mayor delgadez (que, os aseguro, han existido). Otro inconveniente añadido era asearme, pues tenía en todo momento que evitar que la escayola se mojase y perdiese su rigidez, con lo que tuve que usar unos plásticos con los que envolver la prótesis, cada vez que me duchaba. O cada vez que iba a la piscina. Cualquiera dejaba un verano entero sin ir a la piscina municipal, a esa edad. Allí, además de los plásticos, tuve que usar un flotador, ya que no era posible nadar con un solo brazo, y tener el cuidado suficiente para impedir que se mojara la escayola. Así que me bañaba, como veis en la foto: con flotador (para no hundirme) y con el brazo lesionado sobre la cabeza, para mantener la estabilidad. Un día, un niño dijo "parece un submarino" (el brazo hacía las veces de periscopio imaginario) y eso hizo que ese mote o apodo fuese mi seña de identidad ese verano. No se me podrá nunca olvidar.

6 comentarios:

Aprendiz de Mucho dijo...

A ver "Superman", antes de despegar, tienes que saber aterrizar y mucho cuidadito con los "tacatacas" que los cargan los niños...jajaja

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Es que yo también era un niño, ¡snif!. Creo que me saqué el carnet de conducir tan de mayor por el miedo a estos vehículos.

Anónimo dijo...

Doy fe de que hubo momentos de extrema delgadez en ti. Hoy he visto la web del archivo de Palma y en la sección fotografías aparece una de la toma de posesión de Manuel López Maraver como alcalde, estás tú flaco en exceso. Me ha llamado la atención. Fue en 1983.Felicita Juan Antonio y Antonio por la página.

Un abrazo

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

¿Qué Juan Antonio y Antonio sois?, por favor. Gracias por la referencia del archivo, la miraré luego. Me acuerdo de aquella imagen, tenía cara de asustado, fumaba (¡horror!, me pillaron con un cigarrillo en la mano...) y pesaba algunos kilillos menos. Gracias por la felicitación.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Schevi, digo: felicita a Juan Antonio Zamora Caro y a Antonio León Lillo por la página (la web del archivo). Y por el trabajo que han desarrollado.

Soy, el que aún no ha pasado de la primera página de su blog y visito el tuyo que te está convirtieno en un excelente escribidor y relator de los aconteceres políticos de España y de Palma.

Un abrazo

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Ahora lo entiendo, es que faltaba una preposición, y parecía que era la firma. Y gracias, esta vez.

Un abrazo