sábado, 11 de julio de 2009

Feria de Teatro en el Sur 09. Cuarto día: El idiota en Versalles

¿Qué puede hacer Molière, un autor de comedias, ante el encargo de una tragedia clásica?. ¿Cómo negarse a la voluntad del mismísimo rey Sol? ¿Qué hacer con un reparto compuesto por él mismo, la reina de Francia y la amante del rey? ¿Negarse?

7.000 libras están en juego, y… ¿quién haría ascos a 7.000 libras?

Empiezan los ensayos, y las rencillas entre la reina y su rival. Y las trampas del petulante

Signore Lúlli”. Los enredos, los engaños. Y Versalles construyéndose. ¿Y Molière?...Molière perdido en el Olimpo del Rey Sol. Entre ruidos, polvo, unos ensayos de una pieza insufrible y las muchas sorpresas que deparará esta comedia.

Debéis aprender las reglas Monsieur, sólo así dejaréis de ser un pobre cómico idiota”. Pero… ¿quién es en verdad el idiota? Ya saben, nunca nadie es lo que aparenta ser… ¿o sí?”

Así nos presenta su obra la compañía valenciana Arden Producciones . Esta es la que vimos en la jornada del viernes (en realidad, la madrugada del sábado) en la Casa de la Cultura. Su autor, el cordobés Chema Cardeña, que también intervenía como actor representando al músico Jean Baptiste Lully, uno de los introductores de la ópera en Francia. El Idiota en Versalles es una obra moderna, tratada desde un punto de vista un cómico, que imita la comedia clásica, pero sin el lenguaje culto y refinado que la caracteriza, aunque se le asemeja. La puesta en escena no es la clásica del barroco, es más informal, “moderna”: unas sillas, y sillones tapizados de plateado, una mesa con un clavicordio simulado, y el fondo con una especie de túnel tejido de malla, por donde sale y entra el elenco. El vestuario, apropiado a la época histórica en que se desarrolla la acción.

A Lully se le aparece el espíritu de Mollière, muerto, y esto le recuerda el episodio que da lugar a la acción. A Mollière, escritor dramático, le gustaría ver representada su obra Tartufo, y solo ve la oportunidad accediendo al encargo del rey Luis XIV, poniéndose a las órdenes del músico. Éste es un mujeriego que sabe moverse estupendamente en el entramado de la corte (“somos planetas que giran alrededor del Sol”, el Rey Sol), cuyo único fin en la vida es usar su arte al servicio del poder, “para llenar la barriga”.

El encargo es un desastre, pues poner de acuerdo a la amante del rey, Louise, y a su propia esposa, María Teresa de Austria, es imposible. Bueno, no del todo, en los enfrentamientos se descubre el secreto, que las dos comparten, de que el rey es muy mal amante. La reina se desinhibe en los ensayos, apareciendo la mujer normal que hay tras la apariencia de seriedad, mojigatería y antipatía (“la vaca española”) con que nos la presentan. Llega a pronunciar con placer palabras como coño, culo o nabo. Y también descubrimos otro secreto, la verdadera identidad sexual de “la amante del rey”, cuando Lully intenta seducirla empleando la elocuencia de Molière.

¿Por qué se habla de un idiota?. El idiota es Molière, pero todos son mas o menos unos idiotas, todos venden y compran en pos de su propio beneficio, todos siguen el juego corrupto de la corte. El famoso autor ve limitada su libertad creativa por los deseos del rey, que impone texto y actores. Pero los demás también viven encadenados de forma miserable (y cómica) a sus necesidades (y frustraciones) y la única forma de satisfacerlas: obedecer sin rechistar al mandato del monarca, que como paradigma de monarca absoluto, decide todo lo que pasa en su reino, sea de carácter público o privado, serio o cómico, ideal o material. Y aquí vemos la moraleja de fondo del texto: el propio rey, que no sale nunca, es otro idiota más que se cree ser supremo, cuando en la soledad de la alcoba se comporta como un simple mortal, con sus taras y perversiones sexuales inconfesables incluidas.

Bien interpretada y con gran ritmo dramático, fue del gusto del público, algo cansado ya de tantos días de correr de un espacio escénico a otro. Y un buen broche final para el programa “oficial”, que se cerró, no obstante, con la actuación en el patio de la Hospedería de San Francisco de la Góngora Street Band, el proyecto musical de Pepe García-Román (ex-Hombre Gancho), que nos interpretó una variada serie de temas musicales de Chuck Berry, Lenny Kravitz, Los Beatles, Blondie, Earth, Wind & Fire, Tequila, Radio Futura, Mecano, o de bandas sonoras de cine y televisión, y que sirvió para relax del público y los componentes de las compañías y programadores varios, que buscaban enfilar el fin de semana con la sensación de haber terminado su trabajo, un buen trabajo.

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