miércoles, 2 de mayo de 2012

La ley de la selva: Alemania, Argentina, Bolivia ...


El toro ibérico se creía había bravo, cuando se había convertido en ñu africano. Veamos la historia que se repite en el Parque de Serengueti. El ñu nos mira fijamente, con vano orgullo (¡Ha vuelto España!) y se dispone a cruzar el río Mara, para ocupar el puesto que nos corresponde en el "concierto de las naciones". Hay que liberalizar y ajustar la manada, para llegar al paraíso, a la sabana donde siempre brilla el sol y la hierba crece sin cesar. Menos reservas y más ñúes ("menos impuestos y más trabajo").


No contaba con que el río, como siempre, estaba plagado de peligros, de cocodrilos dispuestos a cobrarse las piezas indefensas o más agotadas por el viaje al mundo feliz.


Y, sin esperarlo, el cocodrilo del Mar del Plata ataca a uno de los ñúes rezagados, una de las reses más potentes, aparentemente, pero cuya madre ha descuidado su alimentación. La manada está algo cansada de tanto recorte en sus reservas alimenticias. Hay crisis de subsistencia y eso lo pagan, como siempre, los más débiles. Los depredadores, los guepardos, los leopardos, los leones, los cocodrilos, se ceban cuando ven escasez de fuerzas. Siempre atacan al que ven herido o con pocas fuerzas, sea ñu, gacela, cebra, antílope o búfalo.


Los ñúes que guían la manada reaccionan con energía, se unen bajo la bandera, y amenazan a los cocodrilos con ataques inmisericordes. Caen algunas piezas, cazadas por los saurios de río, pero la manada se salva, aunque las fuerzas están mermadas, pues la reacción se reduce a bufidos destemplados de los que van en cabeza del grupo, sin hacer daño a los atacantes, que se ríen de la reacción y celebran el festín de caza.
 

Días después, un ñu, uno de los heridos en el paso del río por el cocodrilo del Mar del Plata, vuelve a sucumbir a otro ataque. Los líderes de la manada han vuelto a recortar los recursos de ésta. Cada vez hay más reses desahuciadas, sin función en el grupo (365.900 en el último trimestre). Pero los guías no hacen nada para solucionarlo, solo esperan llegar a la pradera maravillosa que les saciará milagrosamente. "Sabemos lo que tenemos que hacer y lo vamos a hacer, para sacarnos...de aquí", dicen, mientras recortan la reserva de alimentos a la mayoría y van mutilando una de las cuatro patas a cada res. Y, de paso, eliminando adiestradores (educación) y veterinarios (salud).


Un león ataca al ñu rezagado. Como está débil, se convierte en presa fácil. Los guías de la manada prefieren mirar a otro lado. No es lo mismo, para ellos, el ataque del solitario león indígena del altiplano, que la furia de los numerosos reptiles acuáticos, dueños del petróleo antes explotado. Algún bufido "diplomático" para cubrir el expediente. A fin de cuentas, es la ley de la selva, a la que siguen con fe, sin cuestionarla. Pero olvidan que "al perro flaco, todo son pulgas". Y las pulgas, los parásitos, terminarán enfermando aún más a la manada. Porque entre los guías del grupo hay hasta hienas liberales disfrazadas quen piden incluso más racionamiento de la comida, y dejar de lado a los "gamberros", que no se envuelven bajo la bandera.


Las hienas alemanas, chinas, mercantiles... y los buitres americanos, africanos, asiáticos, en las bolsas de pastos y los mercados de deuda bovina, terminarán dando cuenta de los restos del grupo, exhausto de tantas bajas, sin recursos, sin derechos. El mercado, sin más ley que la del más fuerte, habrá triunfado. ¿Llegaremos a la sabana donde fluye leche y miel, donde la hierba crece sin cesar, o moriremos como Moisés a las puertas de la tierra prometida?

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