domingo, 2 de febrero de 2014

Las candelarias con mensaje, en La Puebla de los Infantes


El año pasado terminé mi reportaje sobre las candelarias de La Puebla de los Infantes (Sevilla) diciendo que intentaríamos volver este año. En aquella visita llegamos al pueblo, donde vive una de las tías de mi mujer, ya tarde (por eso estuvimos también ayer allí y no vimos todas las candelas de Palma, aunque intentamos ver alguna de madrugada), cuando había oscurecido, por lo que no pudimos visitar otras candelas con los llamados "muñecos" sin prender. Este año hemos ido por la tarde, con luz solar todavía. Pudimos hacer una visita por el pueblo, disfrutando no solo de sus candelarias, sino también de sus callejuelas y de su arquitectura de población serrana, con monumentos incluidos. Eso es lo que os voy a mostrar hoy. 


La primera imagen es la de la candela de la familia, la de la Cruz, donde estuvimos el año pasado también. Esta vez era una representación de una oficina de información, con un maniquí guía turístico, acompañado de una botella de aceite del lugar, chorizos, setas, faisanes y cartelería alusiva a las fiestas y el pueblo. La siguiente es de unas paisanas seguramente famosas por sus artes culinarias populares, con las caras de las cocineras.



Junto a la Ermita de Santa Ana, de estilo mudéjar, en la plaza del mismo nombre, había esta otra con una mini-cabalgata de reyes magos, con juguetes incluidos. Nos ofrecieron sopaipas.


De ahí, buscando el castillo, pasamos por una modesta candelaria, tan simple que la formaba el montón de leña, un palo con una rudimentaria cara y el cartel, que decía así: "Estamos en crisis, Rajoy", con un "emoticono" llorando. Se presagiaba la presencia de los muñecos en candelas con crítica social y política, como vimos después. Ésta me pareció genial, por esa sencillez que demostraba la escasez por la crisis.


Nos detuvimos un momento en el castillo, en la parte alta del pueblo, visitando también el mirador que hay junto a la Ermita de Santiago, y disfrutando de las curiosidades del museo etnográfico "Curro el herrero", de costumbres y usos populares. 


El castillo es una fortificación del siglo XIV, gótico-mudéjar, que en siglos posteriores fue usado para edificar viviendas en su interior y adosadas al exterior (como ocurrió también en Palma con la alcazaba almorávide). 


Hoy día esas edificaciones van siendo demolidas para que se pueda ver la fortaleza, aunque no toda en su integridad, pues buena parte de sus piedras fueron usadas como materiales de construcción de viviendas para gentes humildes. 


En el recorrido empezamos a encontrar las candelas con motivos de protesta, crítica o reivindicación, con temática de actualidad. En ésta el cartel lo dice todo. Mariano Rajoy fue una constante en los letreros y mensajes de los vecinos. Si Rajoy hubiese estado por allí, como dijo mi mujer, seguro que habría terminado, como un muñeco más, dentro de una hoguera. Crítica popular, con calor, humor y buen comer.


Esta fogata se completaba con la iconografía descriptiva de la crítica, como estas ropas tendidas, tras lavarlas en el regajo. Señal inequívoca del empobrecimiento a que nos están sometiendo desde el gobierno del PP.


Encontramos también las referencias a la economía local, como ésta de los molineros productores del aceite de oliva, fruto de las cosechas de los numerosos olivos de la zona. Donde había también una pancarta contra el Ministro de Agricultura, en la que no faltaban términos duros, hasta ofensivos, por el maltrato a los agricultores. 


Aunque, sin duda, ésta era una de las más rotundas candelas, en la que se metía en la cárcel a los personajes que se han hecho famosos por los escándalos y casos de corrupción, juzgados o en trance de ser enjuiciados. Estaban todos: la infanta Cristina, Urdangarín, Del Nido, Ruiz de Lopera, Messi, La Pantoja, Luis Bárcenas, Julián Muñoz, Miguel Blesa, el de las preferentes de Caja Madrid, o Javier Guerrero, el de los EREs.


Ya se hacía de noche y las sombras se adueñaron del pueblo, con lo que las candelas fueron encendiéndose, dando una imagen del casco urbano, como si de la antigua Roma se tratase, en tiempos de Nerón, y en pleno incendio por muchos puntos. Con llamas y humaredas por los cuatro costados.


Terminamos el recorrido en la candela de la Cruz. Donde empezamos. Viendo prender la hoguera de la oficina de turismo, refugiándonos del frío que ya se dejaba notar con fuerza, como corresponde al pleno invierno en que nos encontramos. Pronto empezó el ritual de sartenes, masas, aceite, bombonas, mandiles y cocineros y cocineras. Alguien nombró al famoso Chicote, pero, por suerte, no apareció a aguarnos la fiesta con sus broncas televisivas.


Y,como no, oliendo a humo, con las pavesas sobre nuestros hombros y nuestras cabezas, como copos de nieve, acabamos degustando las deseadas sopaipas, que nos ayudaron a combatir el frío, junto al calor de las llamas. La liturgia del fuego purificador, una vez más, tuvo su colofón festivo. 

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