Hace unas semanas nos enteramos de un caso casi cómico. Rodrigo Rato encargó el arreglo de unos cojines viejos a una costurera de Gijón el pasado verano y cuando le preguntó el presupuesto del trabajo, ésta le indicó que serían 20 €, cosa que al ex-ministro de Economía de Aznar le pareció muy caro. El también ex-presidente del Fondo Monetario Internacional, el que salió del aburrimiento al que le temía sumido el cargo cuando dimitió (¡oh, un español que dimite!), cuando escuchó semejante precio, se fue indignado sin hacer el encargo, volviendo luego y dejando en la puerta del establecimiento los dichosos cojines, pues estaba cerrado. Al cabo de varios días sin aparecer, la dueña del taller de costura los regaló a una entidad benéfica. Y luego, el también ex-presidente de Bankia volvió a reclamar sus cojines, encontrándose con la sorpresa de que ya no estaban. Montó en cólera y amenazó con poner el caso en manos de sus abogados, como hacen en las películas americanas. Pues bien, el señor Rato ha presentado denuncia en la Oficina de Consumo reclamando 380 € por los cojines.
Seguro que Rato tenía en muy alta estima los cojines. Eso le dijo a la costurera, que tenían un alto valor sentimental, además de por estar fabricados con tejidos de Turquía. No servirían para ocultar posibles cuantiosas sumas de dinero negro (como el de las "tarjetas black"), pues lo más normal es que eso se guarde debajo no de un cojín, sino de un colchón. O, mejor, en Suiza. Y don Rodrigo está acostumbrado a los manejos financieros de altos vuelos. No iba a guardar unos cuantos billetes en semejantes artículos. Lo más probable es que fuesen cojines de millonarios, como los que vemos en la primera imagen. Cojines confeccionados ex profeso para personas acaudaladas, como él. Donde descansar su cabecita y sus pies por las noches, tras jornadas intensas de administrar sus caudales, su ingente patrimonio, escudriñando los secretos de los mercados, optimizando beneficios y reduciendo cargas fiscales.
Lo que no tiene sentido es que se quejase del coste de la reparación y ahora pretenda que se le indemnice con una cantidad 19 veces más alta que el precio que pidió la humilde costurera asturiana. Por mucho cariño que le tuviese a los cojines. Como diría su amigo y camarada Federico Trillo, ¡manda huevos! ¡Manda coj...ines! No tiene suficiente con haber presidido un banco que ha arruinado a decenas de clientes con las hipotecas basura, las preferentes, y desahuciado a muchos incautos que se creyeron sus promesas de riqueza en tiempos de ministro. Además de costarnos un pastón a los españolitos los intereses del rescate bancario provocado por su gestión, entre otras. ¡Venga, Don Rodrigo! no se haga la víctima, tenga un poco de dignidad, por favor, y retire la reclamación.
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