Se suele decir que la afición del Real Betis Balompié es de las más fieles, debido a los disgustos que le da periódicamente el equipo, y, a pesar de esto, no lo abandona y mantiene una pasión por los colores fuera de toda duda. De ahí el lema "¡Viva el Betis, manque pierda!". Se sigue apoyando al club aunque se cosechen derrotas (no hay otro club que incluya la derrota en su lema, que yo sepa). Algo que predispone a valorar la afición como de carácter noble. El hecho de que tenga, como otros equipos de fútbol, algunos elementos considerados "ultras", no empaña esta imagen. Pero lo ocurrido en estos días, como bético, me llena de vergüenza. El que haya aficionados que compongan cantos donde se exalta la violencia de género es intolerable.
Desde hace tiempo, cuando se procesó al jugador Rubén Castro, por una denuncia de su pareja acusándole de malos tratos, algunos aficionados han expresado su apoyo al jugador. Algo que, en principio no está mal, en su vertiente deportiva, y en tanto que no se dicte sentencia que desvirtúe la presunción de inocencia que constitucionalmente corresponde a todo inculpado. Pero que esa defensa sea del tenor de la que hemos escuchado en estos días (han sido varias las ocasiones), con cánticos insultando a la supuesta víctima de los malos tratos, con expresiones vejatorias, y alto contenido machista, es intolerable, lo haga quien lo haga. Me siento abochornado, como bético y persona, y exijo que se tomen medidas contundentes para castigar y apartar a los violentos. Vivimos un retroceso social muy preocupante (y como muestra el fanatismo y la apología del machismo) y quienes tienen responsabilidades (autoridades, directiva, etc) deben atajar estas manifestaciones. No quiero sentirme más triste con un club del que vengo siendo aficionado desde hace muchos años. Y, hoy, los buenos aficionados béticos estamos de luto, por esa banda de impresentables. Ni nuestro equipo ni la afición se merecen que les manchen estos violentos y machistas.
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