Uno de los equipamientos recientes de Palma del Río que mejor consideración tienen entre los palmeños es el Espacio Joven Creativo de Formación y Ocio, la nueva Casa de la Juventud, en la Barriada del V Centenario. Su moderno diseño y sus prestaciones, cine incluido, han merecido una valoración positiva. Los jóvenes actuales lo han tomado con ganas, tras años de críticas a la situación que vive este sector de la población, en los aspectos que cubre (excluyendo, por tanto, el empleo). Pero, ¿qué saben éstos de lo que vivimos los que “peinamos canas” ahora, y hace más de 30 años éramos jóvenes? ¿Pensarán que “toda la vida” hubo Casa de la Juventud, con actividades de ocio, cultura, formación y tiempo libre? Haremos un breve repaso de aquella época que yo también viví con pasión, junto a muchos jóvenes de entonces.
En los años 60 y 70 en Palma del Río, además de con el fútbol y los cines (que fueron desapareciendo), los jóvenes tenían que buscarse la vida para pasar el tiempo libre con pocos medios. Una vía de este tipo era la que ofrecían los Scouts, tanto los que tenían su sede en el colegio Salesiano, como los que se reunían en la parroquia de San Francisco, que ofertaban actividades de aire libre, acampada, deportes, juegos y se fomentaban valores como el compañerismo, la formación, el sacrificio, etc. El gran núcleo “oficial” de este tipo de ofertas de actividades estaba, sin embargo, en la O.J.E. (Organización Juvenil Española), una entidad que nació en 1960 del Frente de Juventudes, rama juvenil del Movimiento Nacional (partido único en el régimen de Franco) y que después se independizó a fines de los setenta, con la disolución del Movimiento tras la muerte de Franco. Esta organización tenía su sede en una dependencias que cedió el ayuntamiento de Palma del Río, tras la Guerra Civil, al Movimiento, mientras existiese (o sea, “para siempre”, pensando que iban a ser eternos, aunque, como todos sabemos, nada es eterno, todo tiene principio y fin), anejas al edificio de la Casa Consistorial, en la plaza entonces nombrada del “Comandante Baturone”.
La antigua Biblioteca. Foto publicada en la web de la Biblioteca Municipal |
En ese edificio, con entrada por la plaza, encontrábamos primero la Sección Femenina de la Falange (FET y de las JONS), en planta baja, y arriba la Biblioteca Municipal, que dirigió muchos años un hermano del célebre párroco Carlos Sánchez Centeno. Por allí se podía acceder a la parte ocupada por el Frente de Juventudes y la OJE. Tenía otra entrada por la calle Ruiz Muñoz, por la que también se pasaba a la escuela donde cursé mis primeros cuatro cursos de educación primaria, la Escuela Unitaria de Niños dependiente del Consejo de Protección Escolar del Frente de Juventudes (o Patronato del Frente de Juventudes), que dirigía Antonio García Chaves (maestro y concejal del ayuntamiento). Durante este tiempo se daba una clara "identificación" entre la escuela y las organizaciones juveniles del Régimen de Franco. La biblioteca del centro escolar era la de la OJE, y sus salones servían más de una vez como sede temporal para las actividades escolares, compartiendo el patio y los aseos que el edificio disponía. La escuela servía de reclamo para ingresar en la organización juvenil, atraídos por sus servicios (salón de baile, salas de juegos, de lecturas, de televisión, etc), o sus actividades como los campamentos, excursiones, actividades deportivas o la banda de cornetas y tambores. Como muchos niños de la época y alumno de esa escuela, deseé unirme a la OJE, pero mi padre me lo impidió, debido a su rechazo a cualquier cosa relacionada con la política. En esta escuela conocí las historia legendaria de los túneles que ya comenté en otra ocasión, gracias al sótano que descubrimos por unas obras en el salón.
Las llamadas cuevas de Toledo, unos túneles similares a los que había bajo la casa |
Posteriormente, mi relación con este edificio es en la Transición democrática. Primero, como joven o adolescente que acude a la discoteca de la OJE, en compañía de mis amigos del barrio o del instituto. Ésta era una de las dos discotecas que había en Palma (luego nacerían otras, como la Tato´s o la Marathon), junto al Mesón El Candil, de la calle Cuerpo Cristo, fundada por el cura Don Tomás. Y en segundo lugar, como joven comprometido y activista político. Una de las acciones en las que participé fue la reivindicación de los locales del antiguo Frente de Juventudes, para su uso por todas las asociaciones reconocidas y por las organizaciones juveniles que habían salido a la luz con la muerte del dictador. Para relatar aquellas acciones me basaré en recuerdos y en mis notas guardadas de aquellos tiempos.
Tras la Reforma Política impulsada por Suárez, desaparece el Movimiento y es la OJE la que se queda en exclusiva con el edificio. Éste es afectado en parte (la que daba a la plaza) por las obras que cambiaron la fisonomía del entorno en los años 70. Se demolió del antiguo Ayuntamiento, cuyo edificio amenazaba ruina, junto con la parte de la Biblioteca y Sección Femenina, el arco que habían levantado en 1961, el edificio de la carpintería de Angulo, la casa siguiente y el bar, además del arco de la entrada de la Calle Feria (también erigido en 1961). Las obras de reconstrucción no se terminaron del todo a la hora de celebrarse las primeras elecciones democráticas para elegir ayuntamientos, siendo acabadas por las nuevas corporaciones.
Viejo sobre con el membrete de la Delegación Local de Juventud del Movimiento |
Con las primeras elecciones generales de 1977 la UCD se hace con el gobierno, pero mantiene los mismos ayuntamientos nombrados por el régimen anterior. El Frente de Juventudes desaparece y en muchos sitios se ve como una oportunidad para que las instalaciones y el patrimonio de la antigua Delegación Nacional de Juventud pasen a ser gestionados por las nuevas organizaciones que habían surgido en la Transición. Esta antigua “Delegación” y sus estructuras periféricas (locales y provinciales), como órganos del Estado, fueron integradas en la Subsecretaría de Juventud, Familia y Deportes, y en la Dirección General de Juventud, del nuevo Ministerio de Cultura. Se creó, además, el organismo autónomo Instituto de la Juventud, con la idea de establecer un Consejo Nacional de Juventud, donde se integrasen organizaciones sociales, por un lado, y políticas (juveniles) por otro. Esto se nos cuenta en una reunión con representantes del Ministerio el 19 de enero de 1979, donde se exponen los planes del gobierno con respecto a ese patrimonio que reclamábamos.
Se convocaron reuniones en 1978 y 1979, con la asistencia de representantes de las Juventudes Comunistas, las Juventudes Socialistas, las Juventudes de UCD, la OJE, la Asociación Cultural Vientos del Pueblo, los Scouts, el Club de Ajedrez, el Grupo de Montaña, e independientes. Yo asistí como representante del grupo cultural (como lo llamábamos), en compañía de otros miembros como Francisco Gómez García (“Quiquín”), Marilén Fortea o Ana Mari Domínguez (“Charamuzca”). En ellas asistía Pepe Ruiz, el que fuera encargado de Estadísticas en el ayuntamiento palmeño, como “Delegado local de Juventud”, y en algunas participaron otros representantes de la Administración del Estado, algunos “funcionarios” de la antigua sección juvenil del Movimiento, recolocados en la nueva Administración.
En las primeras reuniones se plantearon nuestras reivindicaciones para administrar sin tutelas y de forma paritaria por las organizaciones y asociaciones estas instalaciones, pero fueron rechazadas, pues ya existían los planes de trasladar a los municipios el esquema que se iba a implantar a nivel nacional. Así se hablaba de “club juveniles” y de “casas de la juventud”. El club juvenil era el modelo que nos correspondía (el de las casas de juventud se reservaba a grandes ciudades y capitales). En él no se integraban los grupos políticos o asociaciones (como era nuestro deseo) sino individualmente los jóvenes de 14 a 30 años, con una estructura predeterminada, jerarquizada, con presidente, vicepresidentes y vocales en un Consejo de Dirección. El consejo provisional, hasta la constitución definitiva, sí podía estar formado por miembros de cada organización en función de su afiliación. La asamblea de socios sería el órgano último de decisión. Además existiría un Director-Gerente, designado por al Administración (según mis notas de las reuniones de 11 de diciembre de 1978 y 19 de enero de 1979).
El club se financiaría con las cuotas de los socios y las subvenciones que recibirían las organizaciones (“legales, por supuesto”), pues éstas podrían realizar sus actividades en el seno del club juvenil. El material sería del Instituto de la Juventud. E incluso la discoteca podría funcionar, aunque no periódicamente (ya se vería más tarde, según se informó en esa reunión de 19 de enero de 1979). La idea que nos expusieron fue que en enero se pusiese en marcha el club (reunión de 11 de diciembre de 1978), pero hubo retrasos, por las negociaciones.
Como recuerdos de aquellas actividades “constituyentes” puedo reseñar varios. Por ejemplo, alguna anécdota protagonizada por los asistentes representantes de la Administración. Entonces era Delegado Provincial del Ministerio nuestro paisano Manuel Nieto Cumplido, canónigo archivero de la Catedral de Córdoba, al que su condición sacerdotal no le impidió aceptar y ejercer un cargo político nombrado por un partido, a diferencia de los obstáculos que encontraban otros religiosos cuando querían hacer lo mismo (aunque, claro, en otras tendencias políticas), que visitó el local para verificar su estado, el del material, contactar con el personal, etc en noviembre de 1978.
En la reunión de 19 de enero de 1979 estuvo presente el funcionario de la Delegación provincial, Fernando Penco García, padre del arqueólogo del mismo nombre y Director del Museo del Cobre en Cerro Muriano, conocido mío. Este señor nos explicó la organización y el funcionamiento del futuro club juvenil, entre otras cosas. Y, en medio de las discusiones sobre el uso de la discoteca, nos soltó algo así: “Bien que entréis aquí, pero que esto no se vaya a convertir en un puticlub”. Fue la primera vez que escuché esta palabra (y muchos de los asistentes también) para referirse a un burdel. Parece que esa era la opinión que tenían sobre las cesiones del patrimonio del antiguo Frente de Juventudes, al que antaño servirían con esmero aquellos funcionarios: que tuviésemos vía libre los “rojos” era convertir aquello en una “casa de putas”. Otra anécdota tensa ocurrió cuando uno de los asistentes a las reuniones (Curro Martínez, que iba por las Juventudes Comunistas) quiso usar un rediocasete para grabar las conversaciones, y el funcionario (un abogado de la Delegación) se lo impidió.
El Club Juvenil empezó a funcionar ese año 1979, constituyendo el Consejo de Dirección provisional con representantes de las entidades juveniles, en función del número de afiliados, y aprobando los estatutos. Se procedió a la captación de socios y se convocaron elecciones a presidente, siendo elegido Antonio Martínez (hijo del presidente de la cooperativa de construcción COPALCRO), propuesto por las Juventudes Comunistas. A los socios se nos facilitó un carnet (modelo oficial) en el que aparecían las firmas del interesado, el presidente y el Director (Pepe Ruiz, nombrado por el Ministerio). Y los jóvenes “tomamos” los locales ya como propios, empezando a realizarse actividades y a frecuentarlos de forma habitual como lugar de encuentro. Algún incidente ocurrió a pesar de la normalidad, pues, por ejemplo, algunos se tomaron “la justicia por su mano” y quemaron varios libros de la Biblioteca del centro, de claro cariz fascista. Otros nos enfadamos, pues no era de recibo semejante acto que recordaba precisamente la violencia de estos grupos de extrema derecha que condenábamos.
En lo personal, merece especial atención la discoteca. Algo que la mayoría deseábamos recuperar para nuestro ocio. Se volvió a abrir con el equipo y los discos que pertenecían al patrimonio del local. Sus bailes se siguieron desarrollando en el salón principal, ocupando los disc-jockeys una parte que se había cerrado con una valla de ladrillo y reja en el zaguán de la entrada por Ruiz Muñoz. Djs fueron, por ejemplo, Quiquín y mi hermano Roberto, amantes de la música y los aparatos eléctricos. Mi hermano se llevaba nuestros discos para pincharlos allí, por lo que los firmaba para identificarlos de los de la casa (éstos estaban sellados). Todavía se conservan muchos de esos “sencillos” que ponía en la discoteca, con la firma propia, y, algunos también con la de su mujer, a la que conoció entonces ejerciendo esa función.
Otros equipamientos, que se abrieron al uso general, eran la caseta del Paseo, la de los arcos, al final a la derecha, según la entrada principal, que estaba frente a la otra, la del Munster Club, en honor al grupo musical Los Munsters, donde se trasladaba en verano la discoteca de la OJE (y luego el Club Juvenil) y la de El Candil, respectivamente. O la pista polideportiva inicial de El Pandero, una sola pista para baloncesto (dos canchas), balonmano o futbito, con vestuarios cubiertos. Todas estas instalaciones eran municipales y pasaron a usarse de forma abierta, al cambiar la corporación municipal con las primeras elecciones democráticas al ayuntamiento.
Con la nueva Corporación municipal salida de las urnas en abril de 1979, el Club Juvenil contó con un aliado, el nuevo ayuntamiento. La filosofía hacia las entidades juveniles cambió, en favor de una mayor autogestión, sin tutelas externas significativas. Y con la corporación del mandato 1983-87 el ayuntamiento elaboró el primer Plan de juventud, se creó el primer Consejo Local de la Juventud, con el que se negociaban las actividades, se recuperó el edificio (al traspasarse a la Junta de Andalucía, recién creada) y se puso en marcha la Casa de la Juventud (cuyo edificio sería años después demolido, construyendo el actual una escuela-taller), desapareciendo el Club Juvenil. En esa corporación ya no era yo un joven cualquiera, pues había sido elegido concejal (el más joven durante bastantes años), con lo que mi visión cambiaba de perspectiva. Así que lo que de aquí en adelante ocurrió sobrepasa el objeto de esta pequeña crónica, de cómo se consiguió que los jóvenes de entonces se hiciesen cargo de su tiempo libre. Seguro que otros que participaron pueden añadir su punto de vista y más recuerdos. Lo demás que pasó es ya otra historia, para contar en otro momento.
2 comentarios:
A pesar de la transformación de muchos espacios, necesarios para una mejor calidad de servicios, entre ellos el ocio, y pensados para el bienestar común, me ha encantado leer esta entrada. Seguro que a muchos, por lo menos a mí sí, les encantaría volver a vivir tiempos pasados, y a otros, volver a tiempos pasados para vivir experiencias como éstas. ¡Enhorabuena!
Muchas gracias, Rafa. Aquellos eran otros tiempos, para todo. Había que luchar por los espacios de libertad y los jóvenes se movilizaban (aunque no todos, no debemos caer en un romanticismo que nos idealice la realidad falseándola). Es cierto que los vivimos con pasión y con determinación, no desistiendo de nuestros objetivos, por muchos obstáculos que encontrásemos en el camino. Y ello hizo que tuviésemos una excelente juventud.
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