domingo, 14 de septiembre de 2014

Zaragoza: dulces pecados


El año pasado os mostré lo lujuriosos que pueden ser los productos gastronómicos de Cantabria, con nombres tan poco recatados como los "cojones del anticristo" o los "chochitos ricos". Este año hemos visto que no solo en aquellas tierras mezclan la gula y la lujuria. Esto fue lo que vimos en el escaparate de una tienda de Zaragoza, en plena Plaza del Pilar, junto a la Seo. "Tetillas de monja", por supuesto "más sabrosas" si éstas son de clausura. "Torta del Beato", cuya ingestión no es pecaminosa, sino el no probarla, como nos indican el letrero (a saber que sabor tenía, pues "pecamos"). "Frutas de la tentación de Eva" (supongo que frutas escarchadas, de tanta fama por estos lares). O piedras de río y adoquines (esos caramelos enormes y duros, como piedras, como su nombre indica, envueltos en papel con la imagen de la patrona local). Y todo en un contexto lógico por el lugar de la exposición: Vírgenes del Pilar por doquier, con denominaciones religiosas para cada producto. ¿Irreverencia?  Parece que no, más bien "mimetismo", adaptación en el contexto en que se exponen y venden. La espiritualidad no está reñida ni con la gula, ni con la lujuria.


Y como apunte final, el idioma. En nuestro viaje hemos pasado por zonas de habla castellana de la más ancestral (Burgos), de lengua pre-indoeuropea (euskera) con sus diversas variantes (Euskadi, de aquende y allende los Pirineos) y con idioma francés. En Aragón, que mayoritariamente es de lengua castellana, también tienen lengua propia: el idioma aragonés. En Zaragoza no es el predominante, pero su dialecto, derivado del castellano, es también reconocible. En los letreros del escaparate vemos ejemplos: "kilicos" (por kilos). Esa terminación en "ico" (o "ica" si es en femenino) que añaden a muchas palabras ("mañico", por ejemplo) tan común y propia. Así lo apreciamos en nuestras conversaciones con los  naturales del lugar ("les traigo la cuentica") y en la misma publicidad: "Regalicos". Toda una seña de identidad, que añadía más gracias a estos "dulces pecados". O... "pecadicos".

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