Suele ocurrir cuando se gana el poder de forma tan apabullante que el mandamás se deshaga de quienes en otro tiempo les fueron incómodos, molestos, o simplemente ya no les sirven y hasta les afea su imagen. Parece que PP está viviendo apresuradamente este síndrome habitual de los ganadores.
Cuando el golpe del 36 la Falange se unió a éste, y como José Antonio Primo de Rivera estaba encarcelado, quien negoció la participación fue Manuel Hedilla. Tras iniciarse la guerra hubo enfrentamientos entre falangistas, algunos con muertos incluidos, y Franco lo aprovechó para fraguar la unificación de los grupos unidos al golpe en un solo partido. Hedilla no estaba de acuerdo y no aceptó ser un jefe títere del partido creado por Franco, así que lo encarcelaron tras condenarlo a muerte, junto a otros "rebeldes" contra el decreto de unificación. Así Franco y los militares se aseguraron el poder único.
Este episodio histórico me ha recordado el fulminante cese de Paco Granados, ejecutado por sorpresa hoy por Esperanza Aguirre. Este hombre ha sido polémico debido a aquellos turbios asuntos de espionajes y filtraciones de documentos comprometedores para otros miembros del gobierno regional. Esperanza Aguirre se la tendría guardada. Tras las elecciones de mayo le dejó como portavoz en la Asamblea de Madrid y no aceptó. Ahora se lo carga como secretario general del PP madrileño y coloca en su lugar a su "enemigo" Ignacio González.
Recordemos que Esperanza Aguirre fue una de las que cuestionaron a Mariano Rajoy, tras la derrota en las elecciones de 2008. El PP hizo su congreso en Valencia, del que Rajoy salió vencedor con el apoyo de Francisco Camps (desaparecido en combate gürteliano), Ruiz Gallardón y Javier Arenas. No sin antes sufrir el acoso de los medios "afines" (COPE, Libertad Digital, El Mundo...) y de destacados militantes del partido como, además de Aguirre, María San Gil, Ortega Lara, Eduardo Zaplana, Agel Acebes, Gabriel Elorriaga o Juan Costa. Incluso le organizaron manifestaciones de repulsa a las puertas de la sede nacional del partido. Estas cosas se pagan, como ella se lo ha hecho pagar a su anterior secretario general por la traición y el desplante sufridos.Y por la sospecha.
Hay nervios en el PP, como se ponen nerviosos y hasta violentos los depredadores cuando han cazado la pieza, o cuando los carroñeros se disputan el cadáver encontrado. Esperanza temerá de su anterior consejero de interior. Tal vez Rajoy lo esté fichando para mover la silla a la lideresa. Teme una noche de cuchillos largos. Y Rajoy, el Don Tancredo Rajoy, mientras espera que la situación económica se arregle sola, sí está moviendo ficha en cuanto a los nombramientos, al reparto del poder. Del botín. Parece que recibe gente y llamadas. Se hacen quinielas con nombres para ejercer el poder, y tal vez esté empezando a vengarse de quienes en otro tiempo le cuestionaron.
Eso es lo que apuntan algunos con la reunión que ha mantenido con Rodrigo Rato. No es que le vaya a nombrar ministro. O tal vez, lo que le importa es que no pase a ser vicepresidente de Bankia uno de los que le traicionaron: Juan Costa. Así, si nombra ministro a Rato, la entidad no quedará en manos de un traidor. Y ya se sabe: Roma no paga traidores. Ni Rajoy tampoco.
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