Muchas veces parece que todo está perdido, que no hay futuro por delante. Cuando un árbol se seca, lo mejor es cortarlo, pues solo queda algo inerte, un peso muerto que no aporta nada, sino, más bien, se convierte en un obstáculo. Sin embargo la vida rebrota donde nos parece que se ha extinguido del todo. La fuerza vital es tan grande que de algo mustio puede resurgir, sorprendiéndonos, la belleza y la energía.
Es lo que le ha pasado, en nuestra Palma del Río, a estos dos troncos, aparentemente secos, que hay cerca de la entrada del Paseo Alfonso XIII, uno a un lado y el otro al contrario. Fueron talados los árboles sin esperanza de que se mantuviesen con vida.
Las ramas, empero, han brotado con fuerza sobre la dura superficie de la madera que creíamos muerta. La vida se ha abierto camino entre los anillos del tocón, y un nuevo vergel de ramas y hojas corona el viejo tronco. Todavía hay vida, todavía hay esperanza.
3 comentarios:
La esperanza, lo último que se pierde. O se debe perder. A veces la naturaleza nos enseña que lo que parece muerto está en verdad aletargado, esperanzo momentos mejores. Que llegan.
Saludos.
Los olmos (creo que ese árbol de la foto es un olmo) son unos árboles que... me faltan adjetivos para describirlos. No sé si habrá otro árbol igual.
Los cortan en tronco a ras del suelo y a la siguiente primavera vuelven a crecer unos chupones exuberantes.
Ya sé que está muy manoseada aquella inmortal poesía, pero permíteme que escriba de memoria
al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡¡Precioso milagro de la naturaleza!!
De especies arbóreas no entiendo mucho. Seguramente sea éste un olmo, como dices, Jesús. Lo cierto es que ambos árboles (son dos) rebrotaron y lucen así de hermosos. Y viene muy bien tu recuerdo del poema.
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