Esta madrugada ha llegado el invierno. Parece que no iba a suceder nunca, hasta que hace poco el frío nos acompañó al amanecer, empezó a colarse por las rendijas de nuestras ventanas, y nos obligó a sacar el abrigo, las bufandas, las gorras, los guantes.
Ya no tendremos que esperar ver a alguna en bañador en medio de la nieve, para sentir como se eriza nuestro vello con la sensación de la ausencia de calor. Por la persistencia de ese verano/otoño (el "veroño" del que nos hablaban) que no parecía tener fin.
Y, para ratificarlo, el solsticio se ha cumplido como todos los años. Ese momento en que parece que el Sol se detiene, para ponerse un poco más tarde cada jornada venidera. Para que los días sean más largos. Yule, Sol Invictus, Navidad, Saturnalia, Shab-e Yaldā, Grianstad un Gheimhridh, Brumalia, Koleda, DōngZhì, Janucá, Amaterasu... los humanos celebrarán sus ritos para animar al Sol, para que sobreviva a la oscuridad del invierno y prepare la tierra con el fin de que de sus frutos.
Mientras el calor prepara su vuelta buscaremos su agradable temperatura en los hogares, las candelas, las estufas, las chimeneas... ese descubrimiento, el del fuego, que permitió a los humanos perpetuar su presencia para infinidad de quehaceres: calentarse, cocinar, modelar los metales...
Entre tanto, la naturaleza se nos presenta como dormida. Buscaremos el viento en la sierra, cuando los animales se refugian en sus madrigueras, respiraremos el aire limpio de la nieve, y el rumor de las ramas y las hojas nos acompañará en nuestro paseo. Me gusta el invierno al aire libre, y podremos disfrutar en la naturaleza hasta que nuestro organismo, fortalecido por la caricia del frío, pero no del todo, busque la energía que hemos derrochado, a la luz de la lumbre. Al calor de la buena compañía. El invierno, amigas y amigos, también tiene su encanto.
2 comentarios:
Francisco Javier, me ha parecido un artículo muy singular. De los de mayor altura que he leído aquí. Muy poético y entrañable aunque cargado de sentires de persona sensata, culta y realista.
¡¡Vamos, de los que entran muy pocos en el miriámetro cuadrado!!
Te aplaudo efusivamente.
Si no fuera porque a mí, la navidad, ni fu ni fa, te diría la frase hecha —y demasiadas veces hueca— de "feliz navidad" / "felices fiestas del solsticio de invierno" / "felices saturnales" / "feliz entrada y salida" (o era al revés)...
En fin, que eso...
http://youtu.be/oiTB8YKc018
Me habrán inspirado las temperaturas y los recuerdos de los paseos por el campo en invierno. Muchas gracias, Jesús.
Yo te deseo felicidad, no en estas fechas (que parece obligatorio y no me gustan este tipo de deberes), sino todo el año, todos los días de cada años. Un abrazo.
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