miércoles, 3 de diciembre de 2014

La Cruz del Rastro de Córdoba y su relación con Palma del Río


El próximo año se cumple el 700 aniversario de la construcción de la Sinagoga de Córdoba, y con tal motivo se vienen celebrando diversos actos, incluyendo la restauración del edificio, propiedad estatal y bajo la administración de la Junta de Andaucía. La sinagoga cordobesa se construyó en 1315, al no permitirse la existencia de una anterior, levantada en tiempos de Fernando III de Castilla, por sus dimensiones y su proximidad a la Iglesia Mayor (la antigua Mezquita), que fue demolida. La que se conserva no es de grandes dimensiones y se ubica en el actual barrio de la Judería, llamado así por ser destinado en la Baja Edad Media para reclusión de la comunidad judía.


Uno de los actos que se están celebrando consiste en una exposición, en el Archivo Histórico Provincial, titulada "Sefarad oculto: testimonios de un desencuentro", donde se exponen documentos interesantes de la presencia judía en nuestra tierra. Hablan, por ejemplo de la compra de Gibraltar por los judíos para asentarse allí, debido a las persecuciones sufridas. 


También destacan el suceso que dio lugar a la erección de la conocida como Cruz del Rastro, un monumento cordobés situado en la plaza del mismo nombre, al final de la calle San Fernando, que debe su nombre al Rastrillo o mercado que se celebraba allí


Esta cruz la colocaron los miembros de la Hermandad de la Caridad, en recuerdo de las matanzas que ocurrieron en 1473 en esta zona. Se dice que durante una procesión de semana santa, en la que participaba la hermandad antes nombrada, que tenía su sede en el monasterio de San Pedro el Real (San Francisco), una joven echó algún líquido sobre el manto de la Virgen, creyéndose que eran aguas fecales, instigada por los judíos. Esto enfadó a la población cristiana que, liderada por un herrero del barrio de San Lorenzo, se lanzó a vengarse del hecho con todo tipo de tropelías y desmanes con la población judía y conversa. Saquearon sus casas y las incendiaron, y mataron a muchos durante cuatro días. Hasta que el noble Alonso de Aguilar, con sus hombres, mató al cabecilla de los amotinados. 

Compás de San Francisco

Pero un nuevo levantamiento tuvo lugar obligando al defensor de los judíos a refugiarse en el Alcázar, de donde salió pidiendo el perdón de los rebeldes y obligando a los judíos a salir de la ciudad o a recluirse en la Judería, convirtiéndose en un gueto, como sucedía en otras ciudades de nuestro país. Estos enfrentamientos ocultaban otro entre este noble y Diego Fernández, conde de Cabra, que amparó a los saqueadores, ansiosos de las riquezas conseguidas por la población hebrea y conversa.

Sinagoga de Santa María la Blanca (Toledo)

Muchos de estos expulsados buscaron refugio en Palma del Río, como ya comenté en mi entrada Palma intramuros: cristianos, musulmanes y judíos, uniéndose a la población judía local, y creando un importante núcleo de esta etnia en nuestro municipio, teniendo su propia sinagoga en el interior del recinto amurallado, y ocupando un gran número de viviendas. Aunque algunos siguieron algún tiempo después camino a Sevilla, provocando los mismos celos en la población de cristianos viejos, lo que motivó la aventura de Gibraltar, empresa que no cuajó al recuperar la ciudad el Duque de Medina Sidonia, temeroso de perder poder en beneficio de la Corona.

Barrio de San Antonio. Antigua Judería de Cáceres

Los judíos palmeños sufrieron posteriormente la persecución de la Inquisición (institución que tuvo importancia en Palma del Río, como demuestran los diversos vestigios de su paso) y la expulsión en tiempos de los Reyes Católicos, como ocurrió con sus congéneres peninsulares. Aunque algunos se las arreglaron para convencer de su conversión sincera y permanecerían aquí como en Córdoba, confundiéndose con la población de cristianos viejos.

Tumba de inquisidor en la Parroquia de la Asunción

Incluso un documento de la exposición comentada antes habla de un tal Diego de Palma cuya madre tuvo un hijo al que circuncidaron, con el lógico miedo a ser descubiertos por practicar esta costumbre propia de los hijos de Abraham. Con lo que vemos esa integración, no sin dificultades, entre la población de origen castellano. 

Entrada al recinto amurallado por Fuentecilla de los Frailes (Foto: Miguel Santos)

Así la relación del monumento cordobés de la Cruz del Rastro con Palma del Río, encuentra fundamento en esta azarosa existencia del pueblo judío, cuyos componentes convivieron en nuestras tierras hace algunos años. 

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